La joven se había quedado a cuadros.
–Vamos, admite que te he puesto nerviosa.–la retó con una sonrisa jactanciosa, mirándola directamente a los ojos muy cerca de ella.
La chica odiaba la seguridad con la que él hablaba.
–Por supuesto que no.–contestó separándose de él y mirándolo como si estuviese loco.–No sé porque dices eso.
Clara lo negó, a pesar de saber que el chico decía toda la verdad. Posó sus desorbitados ojos en él, que seguía tan seguro de sí mismo como siempre, y lo vio sonreír.
–Bien, si es lo que quieres pensar, adelante. Yo sé que te pongo nerviosa.–comentó mientras le guiñaba un ojo.
La joven entreabrió la boca.
–No me pones nerviosa.
–Pongo nerviosas a todas las mujeres Clara, es inútil que intentes aparentar que mi sola presencia no te impone.
La chica se estremeció al escuchar su nombre entre aquellos carnosos labios...otra vez.
–¿Cómo puedes estar tan creído? ¡Solo eres un simple tío!
El entreabrió los ojos y se disponía a responder cuando una voz lobuna atravesó la estancia con una carcajada.
–Eso no te lo dicen a menudo Diego.
El chico se volvió hacia un joven enorme y con un tatuaje de una serpiente que cubría un musculoso brazo. Su cabello cortado a cepillo y castaño hacía juego con sus ojos marrones claros, al tiempo que ese cigarrillo en su boca pegaba con su sonrisa aviesa.
–¿Qué haces aquí?–le escupió molesta mientras lo veía entrar por la puerta.
Sabía perfectamente que Diego no dejaría que le hiciese daño. No conocía el por qué, pero lo sabía.
Lobo se adelantó y la escrutó con la mirada.
–Estoy donde me da la gana rubia. Que te defendiese la otra noche de Pablo no significa que tengas derecho a preguntarme nada.
Clara fue a contestar, pero el añadió algo más.
–No sé por qué te peleas con Jaime por ella, tampoco vale tanto.–dijo con desdén.
Clara se quedó patidifusa. ¿Un tío que probablemente no sabría hacer nada más que infravalorar a los demás para sentirse mejor consigo mismo acababa de decirle que ella no valía la pena? Sí, lo había hecho, y ella se preguntó si le pegaría un puñetazo por contestarle. Abrió la boca con sus dudas, para defenderse de la forma más suave en la que sabía para evitar una paliza. Su mente detuvo unos segundos la información, Diego se había peleado con Jaime. Por ella.
–Vale mil veces más que tú Lobo.–afirmó Diego, volviéndose hacía el y clavándole una mirada asesina.
Clara los contempló anonadada. El arrebato de protección de Diego había hecho que no dijese nada. De hecho, se había quedado sin habla. ¿Iban a pelearse? Lobo era unos centímetros más alto que Diego, y además era más ancho. Al contrario de lo que esperaba, Lobo se quedó callado y se limitó a mirar al apuesto joven, como si le tuviese un repentino respeto que le impedía pelearse con él.
Ambos permanecieron mirándose un buen rato, sin decir nada. Clara apretó aún más fuerte el palo de golf y lo agarró con las dos manos. Lobo se giró hacia ella y la contempló, asiendo el palo de golf como si fuese una espada justo delante de ella misma.
–Al menos sabe defenderse.–comentó volviendo a mirar a Diego.
El chico interrumpió el contacto de miradas y miró de soslayo a Clara, divertido al verla con el palo.
–No esperaba menos de ella. Apuesto lo que sea a que no tendrá ningún inconveniente en usarlo contra ti, así que más te vale esperarme fuera con los demás o adelantaros.
Lobo se alejó unos centímetros de Diego y asintió con la cabeza al tiempo que procedía a marcharse por la puerta.
–Luego nos darás el encuentro.
Clara se los quedó mirando, algo asustada. Diego se percató de ello y se acercó a ella.
–No pretendía asustarte con su presencia.–se disculpó, de nuevo educado.
En ocasiones le parecía un poco bipolar.
–No, no me ha asustado.–mintió ella.
Nunca reconocería que algo le asustaría. Ni tan siquiera le pediría que se quedase esa noche en la casa, que no la dejase sola, que siempre le había dado miedo quedarse sola de noche en cualquier lugar.
–¿Te han dicho alguna vez que no sabes mentir? –rio él.
Ella agachó la cabeza.
–Muchas veces...–susurró ella pensando que él fue el último en decírselo esa misma tarde.
Era algo muy contradictorio, cuando estaba con él se olvidaba de que estaba enfadada con él. No obstante, desconocía el motivo de su enfado.
–Anda, vete otra vez a dormir y descansa.–le dijo.
–Creo que voy a quedarme viendo la tele...–comentó ella.
Se guardó el hecho de que sería incapaz de pegar ojo sabiéndose sola en casa, y se calló también que no iba a soltar el palo de golf en toda la noche ya que un asesino andaba suelto. Había visto demasiadas películas de psicópatas que atacan a sus víctimas por la noche. Todo eso le hacía casi imposible el quedarse sola y tranquila en casa de noche.
Diego la miró curioso.
–¿Ya no tienes sueño?
–Mmm...No.–mintió.
El la miró de arriba abajo, como queriendo averiguar algo.
–¿No me digas que te da miedo quedarte sola en casa de noche? –se burló sagaz.
Ella no respondió, sino que se limitó a darse la vuelta y a comenzar a andar hacia el salón. No obstante se detuvo en la entrada.
–Pásalo bien.–le dijo, deseando que volviese pronto.
Él se la quedó mirando pero no digo nada. Salió fuera y cerró la puerta tras él.
Clara se percató de que ahora estaba sola, así que comenzó a encender todas las luces y a mirar habitación por habitación del piso de abajo. Puso la tele y se sentó alerta en el sofá, con las piernas cruzadas y la espalda erguida, y el palo de golf justo encima de sus piernas y agarrado con las dos manos.
Puso sin querer un canal en el que estaban echando una película de miedo, y tras ver a un fantasma en la pantalla cambió de canal rápidamente con un brinco. Qué poco sabían los cineastas. Si alguno hubiese visto un fantasma alguna vez, como ella, no los caracterizarían como lo hacen en sus películas. Siguió cambiando de canal y lo dejó en Antena 3. Bien, una película de asesinos en serie. Cambió de canal rápidamente y se decantó por buscar un canal de dibujos animados y por ponerse a verlos, intentando calmarse. Pensó que con la suerte que tenía probablemente se toparía con una peli de dibujos animados de miedo.
Estaba en una casa que le resultaba ajena, que no entendía ni sentía aún como suya, sola en mitad de la noche en un barrio que aparentemente era de ricos...La casa era tan inmensa que de noche no le daba muy buena espina. Recordó las palabras de Diego, nuestra casa, esa simple frase hizo que se relajase un poco.
Tras una media hora que se le antojó eterna sintió que le volvía a entrar el sueño, pero volvió a repetirse a sí misma que estaba sola en un lugar desconocido y que probablemente no estaba cerrado con llave. Volvió a intentar centrarse en los dibujos cuando de pronto se apagó la luz. A Clara le dio un mini infarto mientras se giraba con un grito ahogado hacia todas partes. De repente un grito detrás suya la hizo dar un brinco y levantarse gritando y dando golpes con el palo de golf a todos lados.
–¡¡¡Aaaaah!!!
Gracias por leer. Un abrazo grande.
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Teen FictionHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...