CAPÍTULO 67

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Clara se colocó ambas manos en la cabeza y apoyó los codos en la mesa. Escuchó el sonido de la moto al arrancar al tiempo que suspiraba, preguntándose si hacía lo correcto, sí de verdad debería de haberle incitado a dejar a Gloria. Tenía muy claro que él no era feliz a su lado, pero... ¿acaso lo sería al lado de ella? Suponiendo que ella le gustase realmente. Sacudió la cabeza en señal de negación. Al igual que nadie salvo ella misma no era responsable de su felicidad ella tampoco lo era de la felicidad de los demás.

La chica cogió aire. Nunca había tenido novio, y no era lo que podría decirse una persona muy sociable. Era tímida, y no se consideraba distinta de las otras chicas. No entendía cómo él había podido fijarse en ella, y preferirla antes que a aquella chica guapísima de ojos azules y pelo rizado y negro como el carbón. Se miró un momento las manos, preguntándose cuánto la había cambiado aquel chico en tan sólo ocho días. Ella siempre había preferido quedarse en casa leyendo o estudiando y pasaba absolutamente de todas las personas que tenía alrededor. Nunca había querido estar con nadie mucho tiempo a excepción de Ismael, ninguno de los chicos que había intentado flirtear con ella había logrado ni que la más mínima sonrisa emanase de sus labios. En cambio, con él...con él era como si hubiese una gran cuerda que la ligaba a él asfixiándola cada vez que no estaba cerca de ella. Necesitaba verlo como no había necesitado nada más en su vida. Ansiaba esa sensación que aquellos ojos despertaban en ella. Algo tan único que jamás se lo habría creído si se lo hubieran contado. Se preguntó a sí misma si estaba enamorada, temerosa. ¿Qué pasaba si lo estaba? Él era su hermanastro...Sí, era su hermanastro pero él también sentía algo por ella, o al menos eso le había dado a entender ¿no? Era demasiado complicado meterse en la mente de otra persona, intentar saber lo que piensa o el motivo por el que hace las cosas que hace o dice las cosas que dice es algo casi incomprensible.

Su móvil vibró justo en ese momento y el ver el nombre de Ismael en la pantalla le hizo recordar de pronto todos los misterios que tenía aquella ciudad.

–Hola...–dijo Clara, quien se percató de lo nervioso que sonaba su amigo.

–Lauren Costa, hija de Magrette, de origen escocés y Antonio, español, ambos murieron hace años en extrañas circunstancias. Su hermano murió un tiempo después. Su hija fue a vivir con una familia de acogida hasta que decretaron su muerte hace unos meses. Nunca se encontró su cadáver ni hay ningún sospechoso de su muerte.

De pronto, Lauren apareció delante de ella, como si hubiese estado escuchando la conversación.

–Pregúntale dónde vivía.

–¿Sabes donde vivía Lauren?–le preguntó Clara a Ismael.

–No, pero dame un segundo y te lo diré.

La chica escuchó el sonido de las teclas de un teclado.

–No aparece nada. Es como si ese lugar estuviese blindado y no hay información alguna de eso.

–¿Cómo has averiguado lo demás?

–Busqué su cartilla de nacimiento y fue fácil debido a que estuvo en un internado que creo que puede estar a las afueras de Tanis, de ahí que no estuviese tan protegido como todo lo demás. Lo que sí que he encontrado es una casa que puede que fuese la suya. Voy a enviarte una foto. Venía en el archivo de recuerdos bonitos que sus compañeras del internado hicieron sobre ella en su honor. Una especie de homenaje.

La foto no tardó en llegar y Clara vio como Lauren abría la boca y los ojos se le llenaban de lágrimas.

–¿Ese era tu hogar?–le preguntó Clara al ver como de afectada estaba.

La chica fantasma asintió con la cabeza, muy seria.

–Tengo que irme. Tengo que averiguar cómo morí. ¿Por qué no recuerdo nada salvo esos ojos amarillos?

Clara la llamó pero el fantasma se desvaneció en la nada.

–Gracias Ismael.– comentó al darse cuenta de cómo la había ayudado.

–¿Has averiguado algo sobre Claudia?

El chico cogió aire entre dientes.

–Que va, nada de nada. Oye, puedes venir a verme cuando quieras si sientes que ahí estás en peligro.

Clara agradeció de corazón todo lo que su amigo estaba haciendo por ella.

–Gracias Ismael. ¿Tú estás bien?

Ambos volvieron a llevarse casi una hora hablando. Cuando Clara colgó cerró los ojos unos instantes. Necesitaba relajarse y le había comenzado a doler la cabeza. El comienzo de un ruido repetitivo le llamó la atención. Incorporándose un poco en la silla se centró en él. Parecía como si alguien estuviese abriendo el pomo de una puerta una y otra vez cada vez más rápido. Asustada se percató de que el repetitivo sonido venía del piso de arriba. Sintió el corazón en la garganta al ser consciente de que estaba sola. ¿Quién diablos hacía ese ruido? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué no la dejaban en paz?


Gracias por leer. ¿Que os parece este capítulo? Besos!

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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora