Capítulo 106

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Sofía seguía en el salón con sus padres, que la miraban preocupados.

–Te fuiste con la misma edad que viene ella ahora. Perdí a una hija de dieciséis años y encuentro una nieta de la misma edad.–dijo Alicia.

Sofía sintió una punzada de dolor en el pecho. Paco se dio cuenta y se acercó a ella para darle la mano en señal de apoyo.

–Es muy buena niña mamá.–contestó Sofía orgullosa.

–Lo sé, lo he podido ver.–le sonrió por primera vez su madre.– Por fin he podido ver a mi nieta.–se emocionó.

Por su parte, Rafael estaba sumamente serio. Ya no quedaba nada de ese hombre que adoraba a su nieta ni había nada de amabilidad en su rostro.

–Cuéntame ahora la verdad, ¿por qué te fuiste?

–Ya te lo he dicho.–respondió Sofía.– Estaba enamorada de Andrés.

Rafael se levantó de la silla y dio un golpe en la mesa, violento.

–¡No te atrevas a mentirme!

A su lado, Alicia se acercó a su marido y trató de calmarlo.

–Te he dicho la verd...

–¡No me mientas!

Incluso Paco se había puesto tenso. Nunca antes había visto al bueno de Rafael así.

–Lo sabemos.–le dijo Alicia, tratando de calmar la situación.

Sofía y Paco intercambiaron una mirada. ¿A qué se referían con que lo sabían? ¿A la secta a la que Andrés desafío? Aquello no podía ser posible.

–¿Qué sabéis?

–¡Por amor de Dios! ¡No te atrevas a hacerte la tonta después de volver como si nada!

Sofía lo miraba curiosa, preocupada ante las posibles erróneas excusas que su padre había podido imaginar ante su marcha. Lo que no se esperaba bajo ningún concepto fue la respuesta que le dio su padre cuando se calmó.

–Sé que tu marido fue un valiente a la vez que un imprudente al intervenir en el ritual.

Sofía lo miró aterrada de pronto. Todo cuanto la rodeaba parecía haber dejado de existir mientras se sentía como una niña en lugar de como una mujer. A su lado, Paco contuvo el aliento y dio un paso hacia delante, con la cara descompuesta.

–¿Cómo sabes eso?

Rafael inhaló aire profundamente. Alicia miró al suelo cuando su hija la buscó con la mirada. Tan sólo se escuchaban sus respiraciones. Nada más. Cuando Rafael volvió a hablar, fue como si un terremoto alcanzase y devastase a Sofía.

–Yo estaba allí.–dijo el hombre.

–¿Qué?–casi gritó Sofía.– ¿Cómo es eso posible? 

¿Os gustó? ¿Qué creéis que ocurrirá? Gracias por leer

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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora