Diego entró en su casa encontrándose con una moto demasiado conocida para él. Miguel aún seguía allí. Entró por el pasillo de entrada y descorrió las puertas correderas para encontrarse a dos personas jugando a las cartas.
–Parecéis dos viejos.–bromeó.
A la chica rubia se le iluminó el rostro al verlo.
–Miguel me está enseñando a jugar a las cartas.–le explicó.
Diego posó sus ojos en aquel chico que siempre tenía una sonrisa en la boca.
–Sí, dentro de nada va a ser mil veces mejor que tú.–bromeó.
–No lo dudo.–corroboró ella divertida.
Clara observó la imagen desde fuera. Hacía apenas una semana había tenido muchísimo miedo de enfrentarse a un cambio como era su mudanza, en cambio en ese momento, podía afirmar perfectamente que jamás se había sentido mejor al tiempo que dejaba todos sus miedos de lado.
Diego se sentó al lado de la chica, que olió aquel aroma tan embriagador que desprendía el joven. Un cosquilleo le recorrió la espina dorsal al tiempo que suspiraba incontrolablemente.
–¿Qué tal ha ido?–inquirió Miguel.
El joven aludido se pasó una mano por la cabellera.
–Creo que bien. Gloria se lo ha tomado bastante bien, se ha ido de compras con sus amigas.
Miguel rio.
–No esperarías que le importase ¿verdad?
–Sinceramente no, pero sí que esperaba alguna escenita de celos, pero nada de nada.
Clara escuchaba atentamente totalmente callada. Diego ya estaba soltero, el único inconveniente era que se trataba de su hermanastro y que no estaba segura de que sintiese algo por ella. Pensó también, que en el caso de que el chico sintiese algo por ella, sería demasiado complicado si las cosas salían mal.
–¿Y nuestros padres?–preguntó el chico.
–Están en la piscina.–respondió ella.– Aunque no sé cómo pueden estarlo con el frío que hace.
–Es climatizada.–respondieron los otros dos jóvenes al unísono.
–Yo no sé vosotros, pero tengo hambre.–dijo Diego.– Voy a pedir algo para comer, ¿qué os apetece?
La tarde transcurrió tranquila. Sus padres habían decidido almorzar en el jardín así que los había dejado a los tres solos. Los tres chicos se percataron de la forma en la que Paco y Sofía tonteaban, como si fuesen niños de trece años.
Por su parte Clara no pudo evitar ponerse nerviosa al percatarse de las miradas que le dirigía Diego. No sabía que eran exactamente, ni tan siquiera estaba segura de si el chico actuaba así con todas las demás jóvenes. En cierto modo no sabía nada de él, pero al mismo tiempo, era como si lo conociese de toda la vida, como si al mirarlo a los ojos estos le contasen su propia historia, una historia que los unía a los dos en el tiempo en aquel preciso instante. En una de las ocasiones que lo pilló mirándola, o tal vez fuese ella la que lo miraba, no pudo evitar perder la noción del tiempo durante unos instantes que se le antojaron eternos. Eternos y a la vez milésimas de segundo.
Una llamada de teléfono la hizo reaccionar mientras veía a Diego sacarse el móvil del bolsillo y mirar extrañado la pantalla.
–Es Paola–dijo dubitativo.
Tosió dos veces antes de responder. Clara lo observó interesada, nunca antes le habían mencionado a aquella chica.
Miguel la observó mientras se mordía los labios y miraba a Diego. Clara se percató de su sonrisa y miró al chico de ojos caramelizados.
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Teen FictionHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...