CAPÍTULO 91

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Cuando recuperó el conocimiento tenía a tres personas a su alrededor, todas ellas conocidas y que la miraban preocupados. Al recordar todo aquello la chica comenzó a llorar desconsolada.

–¿Vienen a por mí?–preguntó asustada.

–Es algo que hemos pensado, aunque cabe la posibilidad de que no sea así. Ahora mismo cuento con un grupo de treinta hombres y...

–¿Cómo sabes que ninguno es miembro de la secta?–preguntó Diego.

–En su mayoría son familiares de víctimas...Haré que se turnen para vigilarte en distintos grupos de cinco personas cada uno que a su vez se dividirán en dos o tres para no llamar la atención de nadie. Ni tu misma te darás cuenta de que te están protegiendo.–le aseguró Paco ahorrándose el detalle de que la estaban vigilando desde mucho antes y callándose aún más el hecho de que la perdiesen de vista en la fiesta–. Ahora ya sabes cuales son mis obligaciones Diego.–finalizó mirando al chico que lo miraba imponentemente seguro de sí mismo y muy, pero que muy serio.– Y cuál es el motivo de que te dijera que estaba con mujeres en lugar de ejerciendo mi trabajo. No podía inmiscuirte. Espero que en algún momento lo entiendas.

A Diego no le dio tiempo a responder, pero tampoco tenía intención de hacerlo. Sinceramente, no tenía ni idea de manejar aquello, y se había dado cuenta de que eso era lo más parecido a una disculpa que iba a escuchar de labios de su padre.

–¿Y mis abuelos? ¿Quiénes son?–interrumpió Clara levantando la cabeza.

–Tal vez debería de decirte antes quien soy yo.–contestó Sofía sonándose la nariz con un pañuelo después de acabar de secarse las lágrimas.

–¿A qué te refieres?–Clara la miraba sin entender.–Tú eres mi madre, ¿Verdad?

Por un momento la chica pensó que aquella pesadilla no iba a acabar nunca. Ni tan siquiera era consciente de que su auténtica pesadilla no había ni tan siquiera comenzado.

–Claro que sí. Yo soy tu madre Clara, pero no me llamo Sofía. Me cambié el nombre cuando nos mudamos para protegernos a ambas. Sabía que me buscaban, y por lo tanto, sabía que también te buscaban a ti. No estaba dispuesta a que te encontraran, así que hice todo lo posible por no llamar la atención y porque no supiesen donde vivíamos. Es por eso que tu padre y yo perdimos todo el dinero mientras cambiábamos de identidad una y otra vez, y comprábamos diferentes casas a nuestros nombres en distintos lugares para que nos buscasen en otros sitios ajenos al que vivíamos. –Sofía resopló.– En realidad mi nombre es Serena, pero eso ya no importa, es solo un nombre. Me lo cambié al de Sofía para deshacerme de toda huella que podría dejar mi rastro, para que no nos encontrasen.

El padre de Diego se acercó a la mujer y colocó uno de sus brazos por encima del hombro de ella, acercándola a él y dándole apoyo.

–Y aun así lo hicieron. –prosiguió Paco.– Me llegó una información de que habían encontrado a la mujer que escapó de la muerte, y que había tenido una hija que debería de ser ya mayor de catorce años. En seguida pensé en vosotras. Hice todo lo posible por encontraros y de pronto pensé en lo feliz que era Andrés rodeado de libros, así que busqué en el registro mercantil de librerías el nombre de Jesús.

–El segundo nombre de mi padre. Andrés Jesús.–dijo Clara emocionada.

–En realidad, el segundo nombre es inventado, pero tu padre era creyente y pensaba que los tres estábamos vivos gracias a la voluntad de Dios, por eso se puso ese nombre.

Aquella información hizo que Clara diese un paso atrás. ¿Tan poco había conocido a su padre como para no haberse dado cuenta de que solo su madre lo llamaba Andrés en algún que otro momento puntual? No era eso, era que simplemente como una niña que era no se había fijado en cómo lo llamaban otras personas. Ella siempre lo llamaba papá. Y en ocasiones su maravilloso guitarrista. Y cuando se enfadaba su desafinado guitarrista. Esa era su relación y le dolía en el pecho que se hubiese acabado por culpa de algo premeditado por esa maldita secta, pero a parte del dolor, había algo en su pecho que quemaba. Quería hacer algo. Necesitaba hacer algo.

Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora