CAPÍTULO 104

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Después del desayuno Paco le sonrió a Sofía dándole ánimos. Clara lo miró seria, nunca le había gustado, pero cada vez le caía mejor al ver como cuidaba de su madre. Al pasar por el jardín se toparon con Juan Carlos, el jardinero. Su calva brillaba en bajo el sol cuando los saludó con una sonrisa. Salieron al patio tranquilamente y Sofía le indicó a Clara que se montase en el coche. Ella bajó y se sorprendió al ver un Audi blanco A7 en el jardín.

–¿Y esto?–preguntó anonadada–.

–Otro coche de Paco. Cambia mucho para que las personas pertenecientes a esa secta no nos localicen por el vehículo–le aclaró su madre algo asustada por ver a sus padres después de tanto tiempo.

–¿Por eso tiene tantos coches?

Sofía negó con la cabeza.

–Tiene tres coches porque le gustan los coches, pero a parte de esos tres va cambiando de vehículo cada poco tiempo.

Paco arrancó y comenzó a salir del gran jardín para luego avanzar por un sin fin de calles que luego desembocaban a una gran avenida. Sofía rezaba para que sus padres no estuviesen, así no tendría que explicarse ni enfrentarse a su dolor.

–Es aquí.–dijo señalando a una gran casa blanca con jardín.

–¿Aquí es donde te criaste? –preguntó la chica tan emocionada que pegó la cara al cristal para verla mejor.

–Sí, esta era mi casa.–musitó ella, algo asustada por la reacción de sus padres mientras aparcaba y se bajaba del coche.

Clara cerró la puerta y se dispuso a llamar al timbre. La voz de la que era una asistenta les respondió desde el otro lado del telefonillo.

–Hola, ¿Quién es?

–Hola Mar–saludó su madre.– ¿Podemos hablar con los señores? Soy...Serena...–su voz se quebró.

–¡Serena!–la reconoció la voz desde el otro lado al tiempo que abría la cancela.

Ambas entraron, Clara aún extrañada de que a su madre la llamasen Serena en vez de Sofía. Unos cuatro perros corrieron hacia ellas. La chica se asustó pero su madre abrió los brazos de par en par para recibir a uno de ellos. Sin poder evitarlo los perros de Dan se le vinieron a la cabeza. Realmente había estado a pocos segundos de ser mordida por alguno de ellos.

–Oh, ¡Toby!, ¡sigues vivo! ¡Oh que alegría!

Clara se agachó y acarició a un perro blanco que movía la cola de lado a lado. Paco hizo lo mismo cuando este se le acercó. Su madre se levantó y la cogió de la mano al tiempo que avanzaba tras saludar al jardinero y abrazar a una mujer de cabello negro y arrugas en su rostro que se había acercado hacía ella corriendo.

–Dios mío, cuanto has crecido. No puedo creerme que estés aquí.– lloró.

–Yo tampoco Mar. Mira, esta es mi hija, Clara.

La mujer le dio un abrazo ignorando la mano alzada de la chica.

–Válgame Dios, eres la viva imagen de tu padre.

Clara se quedó sin respiración de lo fuerte que la había abrazado, pero cuando la mujer la soltó fue ella misma quien contuvo el aliento al ver a una mujer clavada a su madre pero unos veinte años mayor que se acercaba como si estuviese viendo un fantasma. Su cabello castaño se deslizaba tras ella al tiempo que abría de par en par sus verdosos ojos.

–No puede ser...–dijo con una voz que se parecía demasiado a la de su madre.

–Mama...lo siento.–se disculpó Sofía.– Sé que tendría que haberos hablado, pero no podía...

Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora