CAPÍTULO 105

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Ambos le enseñaron la casa ante la mirada de una Sofía melancólica que pensaba que no debería de haberle quitado nada de eso a su hija, que Clara podía haberse criado allí tal y como hizo ella, que podría haber disfrutado de sus padres y sentirlos como unos verdaderos abuelos y no como completos desconocidos que eran amables con ella, pero no había podido hacer eso. No si quería mantenerla a salvo. Se llevaron horas y horas hablando antes de sentarse en la mesa para almorzar. Clara había quedado con Diego en que la recogería a las cuatro de la tarde para jugar con Jenifer. La chica se centraba en la conversación y absorbía cada detalle que le daba su abuelo y cada recuerdo que le contaba. Escuchaba todo lo que le decían con interés, aunque lo único que realmente ocupaba por completo su mente en ese momento era pasar un rato con Diego. Le parecía imposible dejar de pensarle.

–Necesito saber por qué te fuiste para poder perdonarte Serena.–le había dicho Rafael.

–Lo siento papá. No sabía lo que hacía en ese momento, estaba loca por Andrés.–había contestado su madre mientras le contaba que Andrés había muerto y cómo Clara había estado presente en aquel accidente de coche del que gracias al cielo saló ilesa.

Rafael había preferido no seguir con aquel tema y disfrutar de la compañía de aquellas tres mujeres. Alicia se había mantenido algo más distante, demasiado dolida aún para romper totalmente el hielo, sin apartar la vista de la joven rubia ni un momento.

–Bueno, háblanos de ti pequeña.–pidió Rafael dirigiéndose a su nieta.

Clara se ruborizó antes de hablar.

–No sé muy bien que contar.

–¿Qué tal los estudios?

–Muy bien. Clara ha sido una alumna modelo desde pequeña.–le contestó Sofía.

Rafael le miró arqueando el ceño en una mirada que quería decir "deja que hable ella."

–¿Tienes novio?–le ayudó él.

Ella contuvo la respiración y desvió la mirada. ¿Cómo podía decirle a su abuelo al que acababa de conocer delante de su madre (que no debería saberlo) que era la novia del que iba a ser su hermanastro?

–Creo que tiene un muy buen amigo.–comentó su madre después de mirarla con interés unos segundos y saber que no iba a contestar.

–Déjala hablar a ella.–le riñó el hombre.–¿Y puedo preguntar quién es el afortunado?

¿Podría yo preguntar cómo lo sabe mi madre?, pensó ella.

–Diego.–susurró ella ante la mirada de suficiencia de Sofía.

–Pensaba que no lo dirías nunca.–le sonrió cuando la chica la miró tímidamente y avergonzada.

La sonrisa de su madre hizo que se sintiese mejor. Siempre había sido su mejor amiga, pero no esperaba que entendiese eso.

–¿Lo sabías?

Sofía asintió ante la pregunta de su hija. Clara no pudo evitar mirar a Paco.

–¿Y tú?

Paco le sonrió.

–Si, pequeñaja.–le dijo entonces su padrastro.

Clara contuvo el aliento y se notó enrojecer. ¡Aquella situación era incomodísima!

–¿Cómo lo sabías?

Paco y Sofía intercambiaron una mirada, pero fue su madre la que respondió.

Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora