Sofía respiró profundamente, al tiempo que se ponía ella también sus gafas de sol y cerraba la puerta de la habitación. Su marido había muerto hacía ya casi cuatro años, pero aun así, Clara lo seguía teniendo muy presente
Demasiado, pensaba a veces. Tal vez ese era el motivo por el que odiaba tanto a Paco, su actual pareja. Si pudiese contarle la verdad...si pudiese hacer que la pequeña la entendiese...¡qué fácil sería su vida entonces!
Sofía cerró los ojos y siguió la cabellera rubia de su hija mientras salía por la arcada de la puerta, con tanta tristeza que tuvo que enjugarse una lágrima. Por su parte, Clara no tenía nada más que decir. No era capaz de expresar con palabras la rabia y la impotencia que sentía.
Odiaba a Paco. Odiaba no tener dinero. Odiaba tener que depender de otros. Odiaba ser solo una niña de quince años a la vez que odiaba el estar creciendo y que todo a su alrededor cambiase. Pero sobre todo odiaba que su padre no estuviese con ella.
Había escuchado a su madre cerrar la puerta de su habitación cuando llegó al último peldaño de la escalera, y sintió como si alguien le pegase una patada en el estómago. Ese portazo era un adiós a todo lo que había vivido en esas cuatro paredes.
Vale, tenía que calmarse, pero no podía hacerlo. Lo llevaba todo por dentro. Todo, y lo que más la cabreaba era tener que ver a su padrastro. El culpable de todo para ella. Aún recordaba la forma en la que su madre le había presentado a Paco.
–Te tengo una sorpresa. Si te portas bien y haces tus labores en casa sin rechistar y sin que tenga que repetírtelo te lo daré la semana que viene.
Aun recordaba la inmensa alegría que sintió al imaginar que su madre por fin le había comprado la moto que ella tanto quería. Claro...una moto... Su cara fue un poema al ver que la sorpresa era una colonia más un regalo estrella. Su nuevo padrastro.
Inspiró profundamente, y salió al porche, donde los nacientes rayos de sol la hicieron entrecerrar los ojos a través de los cristales mientras arrugaba la nariz.
Era un nuevo día.
Sí, a pesar de que no había pegado ojo en toda la noche, a pesar de que se había hartado de llorar pensando en todo lo que dejaba atrás, más allá del miedo que sentía... era un nuevo día.
Inhaló de nuevo y contó hasta diez, intentando calmar ese nudo en la garganta que cada vez se hacía más fuerte. Joder...no quería irse. No. Quería. Irse. Clara miró la puerta de su casa y pensó si habría alguna forma de amarrarse a ella.
No, no la había. No cuando era una adolescente cuya opinión no tenían en cuenta. Cerró los ojos y se tocó las sienes. Tenía que pensar en algo positivo si quería llegar al coche sin tener un ataque de ansiedad. ¿En qué podía pensar cuando vivía una situación así? ¡Eso era el fin del mundo para ella! Una mudanza...es casi lo peor que puede pasarle a alguien tan tímido como ella. El recuerdo de su padre se le vino a la cabeza como otras tantas veces. Él era el único capaz de ayudarla en ese momento, aunque ni tan siquiera fuese capaz de recordar su voz nítidamente. ¡Cuánto desearía que se le apareciese en algo más que en sus sueños!
Siempre habrá un amanecer después de cada anochecer, pensó. La luz siempre acaba venciendo a la oscuridad al final del camino. No tienes que sentir miedo por la vida, nunca. Prométeme que pase lo que pase, no tendrás miedo. Esas palabras se las decía siempre su padre cada vez que tenía un problema y la abrazaba, haciendo que con el abrazo todo lo demás desapareciese. Luego siempre le cantaba una canción con la guitarra. Esa era su cura a todos sus miedos. Suspiró nostálgica, pensando que jamás volvería a sentirse tan protegida como en aquellos fugaces momentos.
Sofía pasó a su lado con unas gafas de sol y se metió en el coche, esperando a su futuro marido y a su hija. Clara volvió a llenar los pulmones de aire, con una extraña aprehensión en el pecho que se obligó a ignorar. Sabía que para su madre tampoco era fácil, pero aun así estaba demasiado nerviosa y confusa para intentar hablar con ella sin terminar peleándose.
–Vamos preciosa.–le instó Paco, un hombre apuesto con ojos azules cubiertos por unas finas gafas, que había esperado todo el tiempo en el porche de entrada y se disponía a cerrar la puerta con llaves. Llevaba una camisa de cuadros y unos vaqueros que le daban un toque juvenil.
Clara no contestó, no estaba de humor para hablar con nadie, y mucho menos con el responsable de su mudanza. Se metió en el coche sin mediar palabra y se puso los cascos. ¡Ojalá tuviese datos móviles como las demás chicas de su clase! Pero no...su madre decía que eso era innecesario en pleno siglo XXI y por eso tenía que conformarse con las veinte canciones que tenía descargadas en su móvil.
Suspiró nuevamente y evitó mirar por la ventana. No quería guardar el recuerdo de su vida alejándose de ella. Dejó que la música fluyese, sintiéndose en medio de una profunda lucha de sentimientos contradictorios. Para ella la música siempre había sido la cura a todos sus problemas, pero en esta ocasión ni tan siquiera ella lograba hacer que se olvidase de todo cuanto la rodeaba. Ni tan siquiera fue capaz de ver la blanquecina y casi diáfana silueta que la observaba desde la misma ventana en la que ella había estado segundos antes. La canción de Everything has changed de Taylor Swift y Ed Sheeran comenzó a sonar en sus oídos, al tiempo que su corazón se estremecía. Justo en ese preciso momento en el que la hialina figura blanquecina desaparecía en la nada un piso más arriba, como si jamás hubiese existido.
En el coche, Clara seguía con los ojos cerrados y comenzó a tararear la canción de sus cascos en voz muy muy baja. Necesitaba ocupar su mente en algo.
Paco ya le había dicho que el viaje sería largo, unas diecisiete horas de coche. Sería mucho más fácil coger un avión, pero Sofía le tenía pánico a los aviones. Iban a la otra punta de España, a una ciudad tan perdida que ni tan siquiera se encontraba en Google Earth. Aunque eso Clara no lo sabía. Paco había creado una página web para que la chica pudiese ver donde iba, aunque había usado una posición geográfica totalmente distinta a la de verdad, y luego, durante esa misma noche, la había borrado sabiendo que la joven no volvería a buscarla debido a que ya no tendría internet.
Gracias por leer. ¿Os gustó? Mil gracias de nuevo. Besos!!!
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Novela JuvenilHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...