CAPÍTULO 18

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Clara se colocó los cascos y dejó que la música fluyese por su cabeza. La música era lo único capaz de hacerla abandonar la realidad para sumirla en lugares nuevos e inexorables para todas las personas de ese mundo menos por ella por misma.

Comenzó a canturrear mientras cerraba los ojos. Siempre le había encantado cantar. Al igual que siempre se había preguntado cómo sería la vida de un cantante. Debía de ser algo hermoso subirse a un escenario y que todo el público gritase tu nombre y te aplaudiese. Sentir su energía y su amor. El amor de un fan a un ídolo. No obstante, no le habría gustado perder toda su privacidad a costa de ser famosa y rica. Intentando no pensar en nada en concreto comenzó a guardar la ropa en los armarios, a ordenar los libros en las estanterías, a limpiar el polvo del escritorio y a colocar sus perfumes y sus fotos. Se detuvo un momento, sosteniendo un marco de madera oscura entre las manos, con rostro soñador. En él había un hombre de ojos negros y cabellera rubia con una guitarra en las manos. Suspiró, recordándose a sí misma que hacía ya tiempo que esa guitarra estaba en la basura a la par que los ojos se le humedecían. Desde pequeña había cantado y compuesto canciones con su padre. Él le había enseñado a tocar la guitarra y a cantar afinando la voz, pero desde que murió no había querido saber nada más de ese mundo en el que de pequeña ella se creía una estrella junto a su padre. Recordó que hasta habían colgado vídeos en YouTube esperando que algún productor musical los escuchase cantar. Lo que por aquel entonces le parecía la mejor idea de todas, ahora le parecía una verdadera tontería desde el resentimiento que sentía por la muerte de Andrés.

Sacudió la cabeza intentando alejar aquellos pensamientos de ella y siguió guardando sus recuerdos en cajones de madera. Por último bajó las maletas al piso de abajo, preguntándole a su madre donde podía dejarlas. Sofía las cogió y las llevó a una habitación del final del pasillo de entrada.

La tarde era muy tranquila, con el calor ahogado de verano haciendo que Clara tuviese que darse más de una ducha en el baño. No quería utilizar la piscina ya que no quería que Paco la viese en biquini. No es que le avergonzase su cuerpo, era solo que no se sentía capaz de bañarse en la piscina como si siempre hubiese sido suya. Si Paco se hubiese ido en algún momento tal vez lo habría hecho, pero su padrastro permaneció en la casa toda la tarde hablando por su móvil. Para variar, un IPhone último modelo.

Seguía con los cascos puestos. Ya casi había acabado de ordenarlo todo cuando alguien llamó a su puerta. El volumen de la música no dejó que se enterase, boca abajo en la cama, de que su padrastro al no tener contestación se había tomado la libertad de entrar y acercarse a la chica, quien se sobresaltó y profirió un gritito ahogado al ver a su padrastro detrás de ella. Se volvió hacia él sorprendida con unos ojos oscuros abiertos como platos.

–¡¿Pero qué haces?! –le reprochó, enfadada de que entrase en su dormitorio así como así.

No se percató de los jóvenes que se encontraban fuera de la estancia ni tampoco de la significativa mirada que estos intercambiaron.

–He llamado antes de entrar pequeñaja.–contestó con total tranquilidad Paco, siempre tan educado a pesar de que ella le había chillado.–Quiero presentarte a alguien.

Paco miró tras de sí. Clara siguió la dirección de su mirada y vio a los dos chicos, al tiempo que sus miradas la atravesaban produciéndole escalofríos. Oh, no, pensó.  

¿Qué creéis que va a pasar? Wuajaja, risa malvada... :P mil gracias por leerme. Sois geniales!!! Un abrazo grande!

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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora