CAPÍTULO 11

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En una blanda cama, una mujer de ojos verdes acariciaba la cabeza de una joven, medio dormida y tapada con unas suaves mantas, perfumadas en lavanda. Tan sólo se oía el relajante sonido del viento y del vaivén de las copas de los árboles. Los grillos cantaban perdidos en la inmensidad de la noche.

–Tengo miedo.–confesó la joven, somnolienta y rompiendo la promesa que había hecho hacía unos años.

Al fin y al cabo, a quien se lo confesaba era a su madre.

–Ya lo sé mi vida. Todo el mundo tiene miedo a los cambios, pero todo pasa, y muy pronto conocerás a nuevos amigos. Todo en la vida es cambio, en eso consiste vivir.

Seguía acariciándole tiernamente la cabeza, tumbada justo detrás de ella en la cama. Era así como la había consolado de pequeña cuando no podía conciliar el sueño. La tapó aún más con las mantas que ella misma se había encargado de poner en la nueva cama de su hija. Clara comenzó a bostezar.

Sofía lo notó, dejando de tocarle el sedoso cabello y limitándose a abrazarla.

–¿Vas a quedarte esta noche conmigo? –preguntó en apenas un susurro en mitad de la penumbra.

–Me quedaré todas las noches que hagan falta.

La mujer se incorporó un poco en la cama, y le pareció ver una leve sonrisa dibujada en aquel rostro soñoliento. De pronto la joven abrió los ojos y cruzó su mirada con la verdosa de su madre.

–Di mejor que te quedarás conmigo hasta que el camión traiga vuestra nueva cama...

Sofía rio, captando que se refería a la cama de matrimonio que había encargado con Paco para su habitación. Le intentó quitar importancia.

–Aunque tuviese cama, hoy me quedaría contigo.

Sofía sonrió sin poder evitarlo. Clara jamás imaginaría que ya había un enorme colchón matrimonial en el cuarto de su madre, y que no llegaría mañana por la mañana como le había dicho. Sofía intentó deshacer la sonrisa de sus labios, sin mucho éxito. La chica la miró confusa.

–Siempre te han dado miedo los cambios.– frunció los labios y le apartó los cabellos de la cara a su hija.– Anda...a dormir.

Clara respiró profundamente, dándole la razón a su madre con su silencio. Cerró los ojos, y se preparó para dejar que el sueño la invadiese, pero había algo que no se le iba de la cabeza.

–Mamá.–la llamó.

–Dime.

Clara sabía que era muy probable que no le respondiese.

–¿De qué conocías esta ciudad?

Sofía no parecía sorprendida por la pregunta, no obstante, ese extraño brillo de añoranza volvió a sus ojos, esta vez mezclado con el cansancio.

–De un viaje pequeña. Anda, cierra los ojos e intenta dormirte.

La chica se fijó en el término que su madre había utilizado. Resopló, y sus labios temblaron al hacerlo.

–¿Qué ocurre? –inquirió su madre.

La joven de cabellos ondulados centró su oscura mirada en ella, fastidiada.

–Empiezas a hablar igual que Paco.... ¿pequeña? –bromeó.

Sofía rio suavemente.

–En realidad, él es más de pequeñaja.

Ambas rieron, mientras que sus pensamientos seguían el mismo río por el que surcaban las corrientes de ideas. Esa sí que era la relación que desde siempre ambas habían compartido.

Clara apretó contra sí los brazos de su joven madre, al tiempo que cerraba los ojos y comenzaba a adentrarse en los mundos etéreos pertenecientes al reino de los sueños. Bajo el suave vaivén que era el sonido del viento, bajo aquellos rayos de luna que entraban por la ventana y agitaban suavemente las cortinas, bajo aquel susurro que le daba la sensación de que los árboles susurraban nombres entre las sombras, nombres que sonaban a bellas melodías, en medio de aquel concierto que le otorgaban aquella noche los grillos...

Sofía notó como las manos de su hija se relajaban en sus brazos, dejando de apretar sus manos contra las suyas. La mujer la miró, antojándosele una niña hermosa. Una leve punzada de temor apareció en su pecho antes de tumbarse totalmente en la cama y oler los cabellos de su hija mientras respiraba. Ese olor tan familiar al azahar y que tantas veces la había seducido en otras ocasiones, cuando era el pelo de Andrés el que olía. Cerrando los ojos, se preguntó si había hecho bien en mentirle, en decirle que todo había sido un simple viaje, en quitarle importancia cuando en realidad ese lugar era donde todo había comenzado... Al fin y al cabo, por un golpe de mala suerte se pueden descubrir demasiadas cosas...  

¿Qué creeis que va a pasar ahora? Un abrazo y gracias por leerme y dar vida a mis personajes. 

Ig: itssarahmey

Fb: sarah mey libros

Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora