CAPÍTULO 13

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A la mañana siguiente, los rayos del sol hicieron que una joven de cabellos dorados se despertase poco a poco. Se desperezó como pudo en mitad de un abrazo que había permanecido protegiéndola toda la noche.

–Por fin te levantas bella durmiente.–sonrió alguien tras ella.

Clara le devolvió la sonrisa.

–Buenos días mamá.

Sofía no respondió, sino que se limitó a meter la mano bajo la almohada y sacar el móvil de su hija mientras Clara se desperezaba.

–Toma, te han mandado un mensaje hace un rato.

La chica con cabellos despeinados la miró con recelo.

–¿Has mirado el mensaje?

Sofía rio, aunque luego intentó hacer como que se sentía dolida por la acusación.

–Por supuesto que no. ¿Desde cuándo hago yo eso?– le preguntó revolviéndole los cabellos y dándole aún más pintas de recién levantada.

Clara no se molestó en discutir con ella, sino que miró rápidamente el móvil y vio un mensaje en la bandeja de entrada. Su semblante se volvió serio. Su madre lo notó.

La chica guardó el móvil otra vez debajo de la almohada, y se incorporó en la cama con su pijama celeste.

–¿Era de Ismael?

La joven la miró, herida, pensando que ella había leído el mensaje antes y luego lo había marcado como no leído.

–¿Cómo lo sabes?

–¿De quién si no?– resopló su madre.

Clara tuvo que reír ante la expresión de su rostro. Sofía había intentado miles de veces que Clara se hiciese amigas de otras chicas, pero ella tan sólo quería estar con Ismael, aquel chico de su barriada que vivía dos calles más abajo que ella y que le llevaba dos años y medio más de edad. Nunca le habían gustado las conversaciones tan superficiales que mantenían las chicas de su clase, en cambio, con Ismael todo era mucho más profundo, a pesar de que nunca habían sido nada más que buenos amigos.

–Me ha dicho que ya me echa de menos, y me ha preguntado como he llegado y si estoy bien. También me ha comunicado que como sabe que no tengo saldo me llamará luego por la noche. ¿Contenta?

Su madre parecía complacida.

–Mucho. Desde luego es un sol de chico.

Clara desvió la vista de esos ojos verdes, dándole la razón mentalmente. Ismael siempre había sido un buen amigo con ella.

–Por cierto...¿aún no hay wifi?

–Paco tuvo un problema con la compañía.–mintió Sofía, cruzando los dedos para que su hija la creyese y no averiguase que había sido ella quien había quitado el rúter nada más llegar a la casa.

Ambas se levantaron y comenzaron a arreglarse para ir a comprar el desayuno. Una sonriendo ante la insinuación de que quería internet. La otra con gesto malhumorado por no poder conectarse esa misma tarde y por no tener internet en el móvil y ser de contrato en lugar de tener que recargar el móvil cada poco tiempo.

Clara entró en el cuarto de baño y se puso una trenza. Luego, con las planchas se planchó el flequillo que caía lateral sobre su frente, desde una parte más larga a una más corta. Salió del servicio con unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes. Allí hacía más frío que en su antigua ciudad, así que cogió una rebeca rosa y se la plantó encima de la camiseta. Sintió una pequeña punzada en el pecho al pensar en la palabra antigua.

Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora