–No, a mi me mató un demonio. Eso es todo lo que recuerdo.
Clara aún seguía en el mismo lugar unos cinco minutos después de que el fantasma se fuese. Un demonio. Esa palabra retumbaba en su cabeza y la hacía tiritar. Y no de frío. La imagen de Diego se le vino a la cabeza en ese momento. Seguro que tiritas de miedo, o algo así le había dicho el joven en una de esas veces en las que buscaba picarla. En ese momento le daría la razón.
¿Quién demonios era ese fantasma? ¿Quién la había matado? Si tuviese internet ya habría buscado las palabras muertes en Tanis en el buscador, pero como no tenía, no sabía que podía hacer para averiguarlo. Se preguntó si podría tener acceso al registro de defunciones de alguna forma, pero no sabía cómo explicarlo y no podía poner la excusa de un trabajo de clases. ¿Quién iba a creerse que era por un trabajo de clases?
Tratando de calmarse y viendo inútil quedarse donde estaba, se tumbó en la cama y volvió a coger el libro que estaba leyendo. Si ponía su vida en pausa por cosas tan irreales para el resto de la humanidad como un fantasma nunca sería una chica normal, y eso era todo lo que ella quería. Además, no podía aceptar que los demonios existían. Debía de ser otra cosa a lo que se refiriese ese fantasma. Quizás estaba loca y confundida al mismo tiempo.
Volvió a sumirse poco a poco en las profundidades del sueño tras por fin ser capaz de leer varias páginas. Había tenido demasiadas emociones en muy poco tiempo, y el hablar con ese fantasma la había relajado un poco. Increíble pero cierto. Seguía teniendo algo de miedo, pero al menos sabía que el fantasma era simpático.
Siguió escuchando las voces de Miguel y Diego, hablando de forma muy rápida, pero era como una molestia de fondo que no lograría que no durmiese en esa noche.
Estaba casi dormida cuando notó algo moverse a su derecha. Había dejado la luz encendida sin darse cuenta. Al principio pensó que era un fantasma, pero estos eran incorpóreos y no podían tocar ni mover nada, solo romper o dibujar cosas como había hecho esa chica fantasma. Luego creyó que era una molestia causada por su mente, que seguía recordándole al chico rubio como algo que no debía de olvidar. Pero al cabo de unos segundos notó una mano en su espalda. Abrió los ojos de golpe y chilló como nunca antes lo había hecho.
Había un chico pelirrojo de ojos verdes y cara muy pálida tumbado al lado de ella en la cama, tocándole la espalda. Clara se levantó de golpe y siguió chillando como una loca. Miró a su alrededor rápida como un rayo y justo cuando el chico se levantaba con la cara blanca le estampó el enorme libro en la cabeza. El chico le dedicó una mirada perdida mientras se caía en el suelo.
Clara corrió y salió del pasillo. En un primer momento comenzó a correr hacia la habitación de su madre, pero una voz en el pasillo la detuvo.
–¡Clara!
Ella se volvió, temblando. Era la voz de Diego, mirándola preocupado desde el pasillo. A su lado se encontraba Miguel, que la contemplaba con una expresión parecida a la de su amigo.
–¿Qué ocurre?–continuó él acercándose a ella y tomándola en sus brazos. –¿Estás bien?
Clara se extrañó del cuidado con el que el chico la trataba. Se deshizo de sus manos y se alejó de ellos.
–Hay un chico en mi cuarto.–dijo tan sólo, nerviosa.
Diego la observó, al igual que hizo Miguel. Diego parecía dolido porque ella se hubiese alejado de sus manos.
–Yo estaba medio dormida...y noté una mano tocándome la espalda. Entonces... me...me desperté, y...–comenzó a tartamudear confundida al ver a otros dos chicos más salir de la habitación de su hermanastro.– y...y... por el amor de Dios, ¿cuántas personas había metidas en tu cuarto? –preguntó dejando de un lado el hecho de que hubiese un chico desmayado en su cuarto.
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Teen FictionHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...