Shhh...Había vaho en el espejo y alguien había escrito esas palabras en el espejo. Clara tembló de arriba a bajo y corrió a borrarlo con la mano, pero por mucho que pasaba su piel contra el cristal no era capaz de borrar las letras. No fue hasta que comenzó a llorar y a hipar de puro miedo que las letras y el vaho desaparecieron del cristal.
–¿Quién eres?–preguntó Clara mirando a todos los recovecos de su habitación.
Sentía algo, a alguien, pero fuese quien fuese no se estaba mostrando a ella.
–Dime quien eres.–repitió ella, secándose las lágrimas y mordiéndose los labios mientras seguía llorando.
Odiaba ser capaz de ver cosas que los demás no podían ver. Se sentó en el suelo, casi sin fuerza y perdió la cabeza entre sus rodillas.
–No llores.
Clara se llevó una mano al pecho al ver al fantasma de la chica que vio hacía unas horas. Estaba tan cerca de ella que tuvo que alejarse para sentirse más segura.
–¿Quién eres?
–Mi nombre no importa, no quería asustarte. Bueno, sí, en realidad me pareció divertido hacerlo. No sabes todo lo que me he aburrido durante este tiempo sin hablar con nadie. Los demás fantasmas aquí son un rollo.
La chica aún viva abrió la boca de par en par. A excepción de Britanie no había hablado con ningún otro fantasma nunca en su vida.
–¿Un rollo?–repitió la chica sintiendo que aquello era subrealista.
–Almas en pena.–comentó divertida el fantasma.
Clara se le quedó mirando y se secó las lágrimas. Vista bajo las luces de su cuarto ese fantasma no daba tanto miedo. Aún así, seguía aterrada. ¿Qué diablos hacía en su habitación?
–¿Qué quieres de mi?
–No sé, quizás una buena charla de vez en cuando. ¿Te gusta Shawn Mendez? No sabes lo difícil que es escuchar todo su disco para alguien etéreo.
Clara tragó saliva.
–Esto no puede estar pasándome.–se dijo a si misma Clara.
–Eso mismo me dije yo cuando me mataron.–comentó el fantasma despreocupado.
Clara se centró en respirar, porque por un momento se olvidó de hacerlo.
–¿Te...ma...taron?–repitió.
–Ajá...–comentó el fantasma tirándose en la cama y cayendo de ella hacia el suelo.–No sabes cuánto echo de menos tumbarme. Y el chocolate. Mataría por comer chocolate.
Clara ya tenía bastante y todo su miedo se había esfumado de golpe debido al cabreo.
–Vale, suficiente. Dime qué haces aquí o vete y deja que viva mi vida. Quiero decir, ¡estás muerta! ¡muerta! ¿Sabes lo que es muerta?
El fantasma puso los ojos en blanco.
–Que aburrida eres. Es cierto que estoy muerta, pero ¿y qué? Sigo aquí. No sé porqué, pero sigo aquí.
Clara tragó saliva y la observó. Era una joven de más o menos su edad. La chica se le quedó mirando y el fantasma le devolvió la mirada. Parecía tener ganas de divertirse, pero Clara tan sólo tenía ganas de ser normal.
–¿Cómo moriste?
La chica rubia fantasmagórica hizo un mohín.
–Bueno, no lo recuerdo. Sólo sé que en este lugar nada es lo que parece, y que si has acabado en esta ciudad, es porque estabas destinada a morir aquí.
Clara tragó saliva. En cambio, la otra chica era la imagen de la despreocupación.
–¿Me estás diciendo que estoy en peligro?
–Bueno...todo el mundo está en peligro. Lo raro es estar vivo. Ya sabes, cómo tú...
La chica era capaz de ver como el fantasma tenía unas ganas de cachondeo que no podía con ellas.
–¿Cómo puedes estar tan contenta si estás muerta?
Por primera vez la chica fantasma se puso seria.
–¿Por qué voy a estar triste si no sé cuánto tiempo más me queda en este lugar? Lo mismo me evaporo mañana.
–Te evaporas...–ese término y la forma en la que lo dijo hicieron que Clara sonriese levemente.
¿Qué estaba haciendo? ¿Acababa de hacerle gracia lo que le había dicho una persona muerta?
–Vale, explícame qué haces aquí.–prosiguió la viva retomando la compostura y ya sin ni un mero atisbo de miedo.
–Curiosidad.–dijo como si tal cosa el fantasma.– ¿Por qué puedes verme?
Clara se encogió de hombros.
–No lo sé. Siempre he podido ver muertos.
–Guau...que pena de vida la tuya, sobre todo si te encuentras con los mismos muermos que yo. ¿Te han contado su vida? Porque a mi sí...están desesperados por hablar de cosas que no me interesan...Me encontré con un fantasma que había vivido en el siglo X...–la chica fantasma le dedicó una mirada de emoción a Clara– No sabes lo bien que me habría venido poder verlo cuando hice el examen de historia.
–Los fantasmas no van por ahí soltando las respuestas de los exámenes–dijo Clara.
La chica fantasma la miró con tristeza.
–Pobrecita... si aún ando por aquí te prometo que no tendrás que estudiar en todo el curso.
Clara bufó.
– ¿Me dices por favor quien eres?
–Mmm...no recuerdo mi nombre, sólo recuerdo a la persona que me mató. Tengo que irme.
Clara se acercó a ella.
–Espera, ¿por qué te vas?
–A no ser que me pongas canciones de Shawn no puedo quedarme.
La chica viva miró a la muerta como si estuviese bromeando y la sonrisa que tenía en los labios le dijo que lo hacía.
–Lo siento, pero ni tan siquiera tengo Wifi.
El fantasma hizo un mohín.
–Verás, estoy viendo una telenovela IRL. Dos chicas enamoradas una de la otra, pero una de ella tiene novio, que por cierto también es homosexual, pero sus padres no lo aceptan y las dos chicas no pueden mostrar su amor al mundo por miedo a dañar a un tercero. Es una movida, pero es interesante. Suelen verse a escondidas mas o menos sobre esta hora, así que tengo que irme.
–Para ser un fantasma eres muy cotilla, ¿no crees?
Su gesto cambió a uno avieso.
–Volveré a verte Clara, y sólo espero que sea mientras aún vivas.
Clara se llevó una mano al pecho.
–¿Alguien quiere matarme?
El fantasma no le respondió, pero comenzó a desvanecerse, en esa ocasión, lentamente.
–¿Fue Jaime quien te mató a ti?
La respuesta le puso la piel de gallina a la joven al tiempo que la forma translúcida se desvaneció por completo.
¿Os gustó? Gracias por leer. Un abrazo enoooooooorme!!!!!! <3
Ig: itssarahmey
Fb: sarah mey libros
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Teen FictionHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...