Se levantó en un salto de la cama, tensa.
Eran de más o menos su edad, pero ambos parecían sacados de las mejores revistas de moda. El chico de los ojos claros se fijó en ella de arriba abajo, al igual que el joven de la hermosa sonrisa. Vestían en vaqueros y camisetas de manga corta que dejaban ver sus marcados músculos. Probablemente si fuese la primera vez que se veían Clara se les habría quedado mirando por lo atractivos que eran. No obstante, no era la primera vez que se veían.
Ella se quedó paralizada. Ellos la miraron serenos y observadores a la vez que cautos.
–Quería presentártelos pequeñaja. Espero no haberte molestado.–continuó Paco.
Toda la molestia había desaparecido al ver a los jóvenes, dejando paso a un estado de alarma. Ni tan siquiera la educación de la que hacía gala Paco logró irritar a Clara en esa situación. ¿Qué hago? ¿Corro?, pensó mientras dirigía una ojeada hacía la ventana pensando en cuantas posibilidades tendría de salir viva si se tiraba por ella. Volvió a mirar anonadada a los apuestos jóvenes.
Ellos le devolvían la mirada. ¿Le contarían a Paco lo que había ocurrido hacía apenas unas horas? ¿Se acordarían de ella? Claro que se acordarían de ella, pensó, había que tener muy mala memoria para olvidar a alguien al que un amigo ha amenazado hacía apenas unas horas. No obstante, su mayor preocupación era saber qué es lo que hacían esos jóvenes allí. De pronto recordó las palabras de Carolina.
–¿Aún no lo conoces verdad?–le había dicho la chica hacía apenas unas horas.
Se seguían mirando sin mover un músculo. Ella inquieta e intentando no aparentarlo. Ellos tranquilos y sin apartar sus penetrantes miradas de ella. Por primera vez Clara supo lo que era sentirse desnuda a pesar de estar vestida. Rezó para que no se notase que se estaba ruborizando.
Paco los observaba, perplejo.
–¿Sucede algo?
–No.–respondieron los tres al unísono.
Silencio. Un incomodísimo silencio en el que el adulto frunció el ceño.
–Si no fuera porque sé que es imposible, pensaría que os conocéis de algo.– comentó preocupado.
Clara se irguió aún más, nerviosa. Ellos se miraron y esbozaron una leve sonrisa de complicidad.
–En realidad no tenemos el placer de conocernos.
La chica miró al joven de los ojos de cielo. Él le devolvió una mirada serena mientras esbozaba una media sonrisa. Dios, que apuesto era.
–Soy Diego.–se presentó acercándose a ella y tendiéndole una mano, elegante.
Clara se le quedó mirando pensando que estaba de broma. No obstante, su mano aún estaba tendida en el aire.
–Clara.– se recompuso mientras se la estrechaba tras dudar unos segundos.
El suave tacto con su piel hizo que un escalofrío recorriese su espina dorsal.
–Encantado.–comentó el, mostrándose encantador al dedicarle una hermosa sonrisa.
Por su parte el otro chico lo imitó.
–Miguel.
El apretó su mano con más fuerza que Diego.
–Clara.–repitió ella sin devolverle la sonrisa a ninguno de los dos.
Clara se seguía preguntando qué es lo que hacían en la casa (aún no se sentía preparada para decir su casa), cuando Paco se acercó y colocó un brazo encima de Diego.
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Lo que el miedo no pudo silenciar© |TERMINADA|
Novela JuvenilHISTORIA COMPLETA #1 en hermanastros 26/10/18 #5 en misterio y en suspenso 02/09/18 ¿Y si estuvieses destinada a morir incluso antes de nacer? Clara es una joven de quince años que vive en el sur de España. Al borde de la quiebra, su madre Sofía, c...