16 (Narra Carlos)

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Era ya casi la hora de cenar.
Estaba en el sofá con mucha gente, pero me sentía solo, sin nadie a quién acariciarle el pelo mientras se tumbaba en mi pecho.
Sin embargo, no podía mirarla a la cara, ya que, a la vez que me encantaba cada parte de su ser, también la odiaba.
Y es que, a pesar de que yo había tracionado a Julia contándole las cosas a Dave, ella había jugado conmigo todo este tiempo.
Pues, a quién amaba de verdad, era a Javi.

Apareció, de pronto, en la sala donde estábamos casi todos.
Pero esta vez no se sentó a mi lado, si no, al lado de Miki.

No podía mirarla a los ojos, porque me sentía débil. Sabía que con sólo una mirada me tenía a sus piés. Y no quería eso.
Me daba envidia el abrazo que Miki le estaba dando a ella, porque yo podría ser él. Pero al mismo tiempo, odiaría ser él por estar con una mentirosa como ella.

Por un momento cruzamos miradas, y su cara me conmovió, parecía tan sincera...

- ¿Hacemos algo? -dijo Miki.

- Va, si. - respondió Natalia. - ¿Jugamos a VillaOT?

- No, cariño... para jugar a VillaOT ya tenemos a los Javis. -contestó África. - yo propongo un ¿Qué soy? O algo así...

- Si, si, a eso. -aceptó Miki.- voy a por boli y papel.

Todos nos quedamos esperando a que Miki volviera.

- Julia, he cogido tú libreta, espero que no te importe.

- Sí, ¡ESPERA! -gritó ella.

Se levantó de golpe y se la quitó de las manos.
Al ver que todos la mirábamos, siguió hablando en más bajito...

- Ya la arranco yo.- dijo casi susurrando.

Tras quitar algunas hojas a su libreta fue a llevarla al armario.

Yo, que no podía aguantar más fui hacia al baño y entré dentro de uno.
Sabía que lo que iba a hacer estaba fatal, pero tenía que saber si Julia, en verdad, me estaba mintiendo.
Así que, cuando escuché unos pasos alejarse me acerqué a su armario y cogí su libreta.
Yo sabía que allí escribía todo lo que sentía, me lo había contado, allí encontraría si había estado jugando conmigo.

No tardé mucho en arrepentirme una vez la tenía en mis manos. Era su vida y su privacidad, no podía meterme en eso, así que, muy a mi pesar, volví a dejarla en su sitio y me senté en el suelo.

Julia apareció de repente.

- Carlos, tenemos que hablar.

La casualidad, JulrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora