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Pedimos un taxi y poco tardó en llegar a nuestro destino; allí, estaban ya casi todos.
Saludamos a todo el mundo.

- Oi, oi... Pero si ha llegado la que quedó en el quinto puesto en OT.- comentó Dave en plan coña.

- Al menos yo no me fui en la Gala 4.- le respondí para picarle.

Él se puso una mano en el pecho, simulando que le habían dolido mis palabras, para después, ofrecernos una copa.
Carlos y yo nos quedamos hablando mientras él nos hacía entrega de nuestras bebidas.

- ¿Ya me estáis criticando? ¿Qué estáis diciendo de mi?- dijo Dave interrumpiéndonos y antes de que pudiéramos responder, continuó.- ¿soy el centro de vuestras vidas? A ver, contadme.

Todos empezamos a reírnos, era un chico muy especial.
De repente, una idea bastante importante se me vino a la cabeza.

- Carlos, no le he dicho a mi familia que estaba contigo, ni nada.

Él abrió los ojos como platos y, al ver su reacción, no pude evitar reírme.

- Bueno... luego los llamas.- comentó cuando paró su carcajada, pues, yo le había pegado la risa.

Salí afuera, tenía que llamarlos ya, si no, no podría seguir con Carlos tranquila.

- Hola Julia.- me saludó.

- Mamá, tengo que decirte algo importante.

- Dime hija.

- A ver... estoy saliendo con Carlos...- solté, de pronto.- Ya sé que te lo tenía que haber dicho antes... pero entre una cosa y otra...

No se oía nada en la otra línea, cosa que me preocupó muchísimo.
Pero poco tardó mi madre en responder.

- Me alegro de que por fin dejes a Javi, espero que Carlos sea mucho mejor chico.- me advirtió.

- Claro que si, mamá. Muchas gracias.- respondí y le colgué.

Cerré los ojos y empecé a temblar. Las palabras de mi madre me habían dolido, aún dichas con buena intención.

Mi relación con Javi, vista desde la perspectiva dónde ya habíamos terminado, fue una experiencia horrible.
No podía estar apenas sola, yo misma notaba mi dependencia hacia a él.
Creía que yo jamás podría vivir si él no estaba, que lo necesitaba para existir.
Había una gran  toxicidad en eso, pero yo no supe darme cuenta. Aunque quizás, lo peor que tenía esa relación, era que en mis peores momentos, él desparecía completamente.
Tampoco estaba totalmente segura de si yo le importaba de verdad, siempre tenía que preguntárselo para sentirme mejor conmigo misma. Sin embargo, yo estaba tan enamorada que no podía ver la realidad.

Al salir de entrar en Operación Triunfo me empecé a dar cuenta de ello, empecé a recordar los momentos con él y, me di cuenta de que realmente había vivido infeliz a su lado. Noté, que -anteriormente- no podía estar con él, pero tampoco sin él. Noté el dolor que me producía su pasotismo -en el pasado-, siempre parecía que estaba por estar.
Y, de pronto, un día, despareció. Y para mi sorpresa, no fue tan doloroso.

Ahora tenía a Carlos y, después de tanto tiempo, sabía lo que era una relación bonita.
Una relación donde la otra persona se preocupase por ti, por tu bienestar.
Una relación donde solo había cariño, no necesidad; donde no estaba atada y, sin embargo, teniendo la completa libertad de irme, quería seguir ahí.
Una relación, que era la mejor que había tenido nunca.

Entonces, me di cuenta, al salir de mis pensamientos, de que estaba llorando.
Llorando de alegría por tener a alguien así en mi vida.
Y por muy ridículo que eso parezca, fue una sensación preciosa saber que en ese momento, era completamente feliz.

La casualidad, JulrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora