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El tiempo se pasó volando y, sin darnos cuenta, ya estaba anocheciendo.
Así que, extendimos unas toallas sobre el suelo y nos sentamos sobre ellas para ver como el sol desaparecía y el agua, antes turquesa, pasaba a ser ahora más oscura.
Cuando ya era completamente de noche nos tumbamos en la toalla y nos pusimos otra por encima. Nos colocamos los dos de lado de modo que quedarámos mirándonos a los ojos.
No había nadie más, así que, teníamos una intimidad garantizada.

Carlos empezó a darme golpecitos en la espalda y susurró, muy bajito, un verso de mi canción.

- Y es que tienes las maneras, de volver loco a cualquiera...- cantó mientras yo le sonreía.

Me acarició la mejilla y me besó la frente mientras yo le miraba fijamente, un poco sonrojada.

- Qué arte tienes.- añadió después de cantar y se puso boca arriba de modo que yo pudiese apoyar mi cabeza en su pecho, entonces, me acarició el pelo y la cara.

- Uy, uy... qué calentita, que calentita... tienes fiebre, eh.- dijo mientras me daba caricias.

- ¿Qué dices, tonto?- le respondí riendo.

- ¿Quieres que te cure?- me susurró.

Empece a reírme en una carcajada de su forma de ligar. Él acompañó mi risa.

Al terminar de reírnos se colcó encima de mi y me besó, para después hablar:

- Pero, ¿te curo o no?- dijo.

Y de nuevo, no pude evitar reírme.
Entonces frenó mi risa con un rápido beso, que aunque veloz, me dejó sin aliento.
Rodeó mi espalda con sus brazos para despojarme del biquini.

- Esto na, esto es una caca.- dijo mirando la prenda y tirándola al suelo, acto con el que volví a tener una carcajada.

- Serás tonto...- susurré y de nuevo, silenció mi risa con un beso.

Desenfrenadamente, nos despojamos de toda la ropa que teníamos y nuestros cuerpos, completamente desnudos, se rozaron sin límites.
La incomodidad que la arena nos ofrecía parecía insignificante en comparación con las ganas que teníamos de hacerlo.

Así que, sin tiempo ni de pensar, nos dejamos llevar por nuestros instintos más salvajes.

La casualidad, JulrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora