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Me puse a llorar.

Se puso encima de mi cuerpo indefenso y me agarró con todas sus fuerzas. Intenté empujarle, resistirme, pero él tenía más fuerza.
Tenía más fuerza de la que jamás había soportado nunca.

Le mordí los dedos de la mano que me tapaban la boca  para gritar entre sollozos, pero nadie me oía. Nadie escuchaba como estaba teniendo que sufrir una de las peores experiencias de mi vida.

- Bonita... tengo condones, no te preocupes.

- Dejeme, por favor.- le supliqué en un susurro como pude.

Pero él no se apiadaba de mi.

Conseguí gritar varias veces más, y decirle que no. Pero él ya no tenía la camiseta puesta y me estaba quitando los pantalones.

Grité una vez más.
Estaba paralizada.
No podía parar de llorar.
No me creía que esto me estuviera pasando a mi. ¿No entendía que yo no quería nada? ¿No me vía sufrir? ¿No entendía que esto iba a suponerme un trauma para toda la vida?

Alguien salió de la habitación, para mi surte y, vino corriendo al escuchar a alguien sollozar.

Era Joan. Lo vi como un reflejo.

Se acercó a nosotros y pude contemplar su cara de pánico por un segundo.
Veía su figura cada vez más cerca, llegó rápido.

Intentó quitarme al señor, pero ni entre los dos pudimos.

Los dos gritamos con todas nuestras fuerzas mientras Joan forcejeaba con él.

Escuché pasos acercarse hacia nosotros.
Era Carlos.

¿Qué pensaría de mi? ¿Qué pasaría ahora?

Me sentía fatal.
El señor no se apartaba de encima de mi.
Recuerdo ese momento con un terror puro. Su pecho se agitaba encima de el mío, y eran como puñaladas a mi corazón.

Apenas podía respirar.

Vi como lo apartaban de mi, pero él se sacó un papel del bolsillo y se lo puso en la nariz a Joan, después lo hizo conmigo para que dejara de gritar.

La cara de Carlos de sufriemiento al verme, es lo último que recuerdo de esa situación.

Me había drogado para violarme.

La casualidad, JulrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora