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Cerró la puerta de golpe, ni nos di tiempo a hablar, no nos dejó decir nada para excusarnos y se fue.
Fui corriendo a buscarlo, se había ido a la terraza.
Brillaba entre tanta oscuridad de la noche. Entré dentro con él.

- Carlos...- intenté decir.

- Me da igual lo que me puedas decir ya, Julia. -me interrumpió.- si tantas ganas tenías de liarte con él podías no haber jugado conmigo y ya.

- ¿Qué dices? Carlos... ¿De verdad piensas eso?

Me sentí fatal. Su desconfianza me fastidiaba mucho, pensé que el sabía que jamás le haría daño de ese modo.

- ¿Y qué quieres que piense?- me dijo casi gritando.

- Es verdad que no me conoces.- solté y cerré de golpe la puerta tras de mi.

No soportaba esta situación. No me creía lo que acababa de escuchar. Ni siquiera me había dejado explicarme. ¿Esa es la confianza que tenía en mí? ¿Para eso salía conmigo?

Fue Joan quién después entró con él, me quedé escuchando su conversación desde fuera.

- Ei, es todo culpa mía.- le dijo.

- Dos no se besan si uno no quiere. - respondió. - Aunque sí que eres una mierda de amigo.

- Lo sé... pero yo besé a Julia... -comentó.- ella intentó escapar.

- Pues no la vi escapado cuándo abrí la puerta.

- Eso es porque acababa de entrarle.- admitió.

- Eres un asqueroso. No te puedo ver delante.-soltó y tras eso, se levantó y salió de la terraza.

No quería escuchar. Estaba siendo un imbecil.
Yo entendía su enfado y su confusión, pero no su forma de tratarme sin dejarme ni siquiera hablar.
Me puse el pijama y me metí, por primera vez en mucho tiempo, en mi cama y no en la de Carlos.
Cuando todos se metieron en las suyas intenté hablarle, pero no me hizo caso. Y eso detonó la bomba.

Intenté dormir, pero no pude pegar ojo.
Pasaban los minutos, lentos, y yo seguía sin dormir.

Pude conseguirlo por un momento.
De repente, pasaron unas imágenes por mi cabeza:

Era una figura vestida de negro, no tenía rostro, o yo no podía vérselo, no lo sabía.
Estaba en un campo lleno de árboles y, de repente, aparecían rejas que no me dejaban salir. Estaba encerrada con la figura sin rostro.
Quería salir de allí, pero no podía.

- Tranquila, será rápido.

Y de pronto, abrí los ojos.

Carlos estaba a mi lado.

- Venga Julia, ha sido solo una pesadilla.- susurró.

Me quitó las lágrimas de la cara y estuvo un rato relajándome.

- Te quiero. -le dije.

- Yo sí que te quiero...- contestó.

Y de nuevo, volví a dormirme.

La casualidad, JulrightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora