La puerta se abrió.
Julia sonrió y me invitó a pasar, mientras tanto, yo no pude apartar la vista de ella, que caminaba hacia el salón.- ¿Qué tal?- le pregunté cuando los dos estábamos sentados ya en el sofá.
- Muy bien... ¿y tú?- respondió sin perder la sonrisa.
- Bien.
Hubo un pequeño silencio que se hizo algo incómodo. No sabía ni como empezar a hablar después de todo este tiempo.
- Por cierto- comenté para romper el silencio.- gracias por dejarme reír.
- Lo pensé mucho, eh.- dijo de broma con una sonrisa en la cara.- No me apetecía verte la cara de feo que tienes.
Le di un pequeño puñetazo y me contestó con una sonrisa.
Y, de pronto, otro silencio inundó su salón.- ¿Qué has echo en todo este tiempo, locuela?- le pregunté intentando cortar la incomodidad.
La sonrisa que se le había dibujado en la cara al oír su mote despareció de pronto, para mostrar una cara realmente seria.
Entonces suspiró y se recostó en el sofá.
No tenía ninguna intención de hablar de ello, y yo lo entendía.- Carlos... lo siento.- dijo entre un gran suspiro.
- ¿Por qué?
Me miró a los ojos.
Estaba apunto de llorar.
La abracé y nos quedamos en silencio. Pero esta vez, lejos de ser incómodo, era agradable.- Javi me ha... cambiado.
- ¿Cómo?
Ella no respondió, simplemente se quedó callada entre mis brazos.
Lo entendí como que necesitaba tiempo y, desde luego, se lo iba a dar.Estuvimos un rato abrazados sin decir nada, hasta que Julia levantó su cara y me miró a los ojos.
- ¿Estás enfadado, Carlos Right?- me preguntó burlándose de mi nombre.
- Claro que no.
Entonces sonrió y volvió a bajar la cabeza.
- Te he echado de menos.- dijo sin mirarme.
- Yo también.- contesté acariciándole el pelo.
- ¿Mucho?- cuestionó en un tono casi inaudible.
- Muchísimo.