CAPITULO 33

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- Depende - me dice seguidamente-.

Se acerca a mi. Estamos a centímetros el uno del otro.

- Bueno pues, tendrá que esperar -digo separándome de él- por cierto, más te vale fregar los platos hermano.

Acto seguido me doy la vuelta, escuchando como se ríe ante la situación, y me siento en el sofá.

Sinceramente no tengo intención de moverme mucho, ni aún que pudiese, porque las carreteras están cortadas y de su a la mía hay un buen rato andando. Cojo el mando y enciendo la tele. Voy pasando canales y canales hasta que me paro en Cuatro, dan Hawaii 5.0 así que más razón para dejar el canal.

Escucho como el grifo se abre y los platos empiezan a lavarse, me río y Jesús aparece por el otro lado del salón.

- ¿Quieres venir con nosotros? -me pregunta Jesús- Sabes que puedes Elena.

Mira a Daniel y luego vuelve a mirarme a mi.

- Tranquilo, me quedo. -digo mirando a Daniel- Total, no puedo ir a ningún otro lado, así lo mantendré ocupado.

Nos reímos los dos. Aparece Daniel en el salón y nos callamos.

- ¿Qué pasa? -pregunta él-.

- Nada hermano, nada -dice Jesús-.

Este da media vuelta y sale de casa. Nos quedamos Daniel y yo sentados en el sofá.

- ¿Quieres ver algo? -me pregunta-.

- Ya estoy viendo algo -digo señalando con el mando a la televisión-.

Mira y hace cara de asco.

- Pero es aburrido -me dice él-.

- Pues igual que tú -digo riéndome en su cara-.

Se me queda mirando y se acerca más a mi lado.

- Ten cuidado con lo que dices Estepa -me dice él en un intento de darme miedo-.

Me lo quedo mirando, pienso, pienso y pienso. Se me ocurren tantas cosas que decirle pero ninguna me sale de la boca.

- Bueno, creo que eso ya me lo dijiste una vez -digo de manera burlona-.

Centro mi atención a la televisión. Él sigue observándome hasta que se cansa y hace lo mismo. Poco después las tripas empiezan a sonarme.

- No puede ser -maldice Daniel a mi lado- te lo dije Estepa.-dice riéndose de mí-.

Cojo el cojín y se lo estampo en la cara. Sin verlo venir aterriza uno contra mi cabeza y seguidamente él aparece encima mío.

- Nunca me haces caso -me dice con su cara a pocos centímetros de la mía-.

- ¿Sabes lo mejor? -le pregunto aguantándome las risas-.

Me mira con cara de no entender nada de nada, lo siento tan cerca que casi no puedo respirar.

- ¿Qué? -me pregunta intrigado-.

Me muerdo el labio inferior y lo miro a esos ojos marrones casi negros.

- Qué gracias a mi, vas a tener más cosas que limpiar -digo riéndome sin parar-.

Al ver que no ejerce fuerza contra mi me separo, cayendo al suelo, de él. Su cara es un poema. Pero no puedo parar de reír.

- Estás me las pagarás Elena -dice levantándose hacia mi-.

Corro hasta la isla, una vez allí cojo un plato y lo llevo de cereales.

- Se siente Oviedo -le digo mostrando le el plato-.

Se me queda mirando con una sonrisa en la cara que me mata, bajo la mirada junto con mis mejillas coloradas hacia el plato. Empiezo a comer el bol con cereales con su mirada puesta en mi. No paro de reírme en ningún momento por su cara. Y para finalizar empieza a decirme tonterías que hace que algún cereal salga volando de mi boca. Daniel se va un momento arriba, su móvil suena, lo cojo y en la pantalla sale el nombre de Carlos. Él es uno de los más rebeldes que hay en el instituto, se ha metido en demasiadas peleas y broncas hasta tal punto de dormir en prisión. Qué le esté llamando no me da buena impresión pero cuando voy a dejarlo en el sitio aparece Daniel.

- ¿Ese es mi móvil? -dice señalándolo- ¿Porqué lo tienes tu?

Esta situación va a acabar mal, así que lo dejo en la encimera. Mala idea porque cuando ve quien es la persona que le vuelve a llamar su rostro pasa de calmado a ira.

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Continuará...🤬

SOLO ÉL PODRÁ ACABAR CONMIGO. [Daniel Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora