♧ Capítulo 23: Tercera noche, deseos incontrolables

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.-Te dije, Nima, que te quitaría las inseguridades a besos.- dijo intensamente mirándome los labios. ¿Cómo podría resistirme a una tentación así? Sin pensarlo dos veces, levanté mis manos hasta su cuello, me acerqué y lo besé con el mayor de los cariños. Él me correspondió por completo, me sujetaba con fuerza, como si tratara de aferrarme a él por el tiempo que estuvimos distanciados.
.-No lo arruines más, pajarillo.- Dijo entre besos y risas.
.-¿Pajarillo?.- me reí ante su apodo.
.-Es que eres tan despistada como uno.
.-Pff
.-Ya, solo no te alejes más.
.-No me quiero alejar Zoro.
.-Lo has hecho bien hasta ahora, niñita.- me reí.
.-De hecho, quiero... quiero estar más  cerca que nunca.
Se demoró un poco en captar la indirecta, pero luego de unos segundos, se ha parado en seco para mirarme a los ojos.
.-Se todo lo que has sufrido... y no quiero... que tú... tus... tus experiencias previas...-empezaba a decir muy incómodo, me encantaba que se preocupara, pero más me gustaba verlo incomodarse por la situación sin saber como expresarse, valía oro.- ya sabes... no hay presiones... yo quiero que sea... más bien... o sea no hice todo esto por eso... es decir... eso específicamente.-
.- Si me siento incómoda o algo me pasa, te lo diré.- me miró para confirmar y aprobar lo que acababa de decirle
.-Vale...- Dijo aun dudoso
Y es por esto que me encanta. Que me gusta. Porque bajo esa armadura de indiferencia: dura, fría y fuerte, había un suave, dulce y cariñoso Zoro. Preocupado de lo que yo pudiera sentir.
Sin embargo, y ante su incredulidad, la iniciativa la tomé yo.
Me acerqué a besar sus labios, más sabrosos que siempre, le besaba la comisura de los labios y bajé hasta su cuello mientras él me tomaba inseguro por la cintura. Lo miré a los ojos mientras metía mis manos debajo de su camiseta, mis manos heladas le causaron escalofríos, pero no le importaba, me sonreía con ternura. Deslicé lo que más pude la prenda hasta arriba, sin embargo su altura no me permitía sacársela por completo, así que el trabajo lo terminó él. De nuevo, me dedicó una sonrisa cargada de cariño.
.-¿Estás segura de esto?
.-Venga ¿Me vas hacer repetírtelo de nuevo?.- Esta vez su sonrisa no era tanto de cariño, si no más bien, de superioridad
Se acercó a mí con su torso desnudo y me arrinconó con la muralla, como solía hacerlo siempre. Puso una mano al lado de mi cabeza apoyada contra la muralla, y con la otra empezó a juguetear con mi camisa, la levantaba un poco y con sus dedos a penas sí rozaba mi estómago. Sus caricias me estremecían por completo, incluso si solo se trataba de mi abdomen. No paraba de besarme el cuello con delicadeza así que lo hacía aún más excitante.
La polera me llegaba hasta los muslos, así  que se paseaba en el área con destreza y con suavidad, hasta que me acarició el muslo por completo para subir por mis caderas y quitarme la prenda de arriba. Cuando la camisa estuvo en el punto más alto, la dejó enredada entre mis manos para sujetarlas por sobre mi cabeza, sus manos le daban firmeza al agarre para que no pudiera safarme, sus besos aumentaron la intensidad sobre mi cuello y yo buscaba ya, su boca con desesperación.
Se deshizo de la prenda tirándola quién sabe dónde y en ese mismo instante me aferró a él con un solo brazo. Me tomó y se dirigió cerca del interruptor con la intención de apagarlo, no dejaba de besarme y yo aproveché para enrollar mis piernas a su alrededor. Me apoyó una vez más contra la pared, al lado del interruptor y me besaba el cuello, bajaba hasta mi pecho, sus manos pasaban acariciando mis muslos y a veces cuando quería tomarme el rostro para besarme con más intensidad, solo juntaba mucho su cuerpo con el mío para sostenerme. Me tomó y me dejó en el piso con delicadeza. Apagó la luz y entonces se detuvo, puso ambas manos al rededor de mi rostro y me miraba en medio de la oscuridad. Yo le sonreí y acaricié  su rostro, tomé sus manos y las bajé  hasta mis pantaloncillos. Las arrastré junto con la prenda y quedé solo en ropa interior. Cuando bajé para quitármela de los pies, aproveché para quitarle sus pantalones también, solo tenía un cordoncito que soltar. Su erección era prominente, él miraba hacia otro lado un poco avergonzado, sin embargo, cuando me puse en pie, volvió a mirarme, con más cariño que de costumbre, se acercó con el mayor de los cuidados a mis labios, los besó con ternura y lentitud.
Besó mi barbilla, mi cuello, mi boca, mis mofletes, rozaba su nariz con la mía, bajaba por mi pecho, finalizó el camino en la parte baja del estómago. Me sonrió con su sonrisita de medio lado por mis braguitas. Las tomó y las bajó lentamente, cada centimetro que su mano recorría por mi muslo, era cubierto por un beso suyo, lo que hacía de la situación algo más que solo pasional, levanté mis piernas para que pudiera deshacerse de la prenda.
Cuando subió, sus manos me recorrieron de tobillos a muslos por completo, cuando estuvo frente a mí, de pie, sus manos se detuvieron en la parte baja de mi trasero y en un ágil movimiento me tomó para que lo rodearan con las piernas, se dirigió a la cama y me sentó a la orilla de esta.
.-Nima...-
.-Por favor.- le interrumpí...
Se paró, y se deshizo de la última prenda que le quedaba. Con su enorme y musculoso cuerpo se acercó imponente. Hasta entonces no había pensado en lo que estaba a punto de enfrentarme, lo que me causó nervios y miedo. No ser suficiente o peor, revivir experiencias previas, aun así, estaba segura que lo deseaba.
Me senté un poco más atrás, para que subiera, se subió de rodillas, y empezaba a acorralarme contra el respaldar. Besó mis pies, mis tobillos, y se posicionó entre mis piernas, seguía subiendo a besos por mis muslos, llegó a mi entrepiernas y depositó tres besos. Uno en el lado izquierdo, otro en lado derecho y el último en la zona más baja del estómago. El hecho de que solo rozara mis partes íntimas me excitaba de sobremanera, quería más, que no se detuviera ahí... pero subió hasta a mi, desabrochó el brasier con una sola mano, la bajó para rodearme y aferrarme a él, besó mis pechos, podía sentir su miembro rozando mi entrepiernas, lo que me estremecía por completo.
Zoro se veía más grande que de costumbre, al lado suyo, me veía pequeña, pero ahora, sobre mi, apoyado sobre sus manos endureciendo por completo sus brazos y espalda, encorvandose para besarme el cuello, yo tratando de rodearlo con mis brazos, me daba cuenta de lo enorme que era. No me quedé acostada esperando hasta que decidiera, así que como pude, lo di vuelta dejándolo caer a él sobre su espalda. Me subí a horcajadas sobre él, y me miró sonriente, juguetón, desafiante, como Zoro.
Me abrí lo más que pude sobre él, quebrando mi espalda por la excitación incontenible y me senté sobre él, su cuerpo empezaba a entrar en mi, y el dolor venía con él. Me agarraba a su pecho para equilibrarme y por el dolor, para no caer de golpe.
Me miraba extasiado, por el hecho de que estaba yo arriba y porque era yo la que se movía, me movía lento, y su mirada me decía que estaba vuelto loco conteniéndose por más. Me excitaba verlo así, tener el control sobre la situación.
Mi zona empezó a humedecerse por lo que era mucho más fácil deslizarme, el tacto me hacía desear más, así que los movimientos empezaron a ser más fluidos, sus manos recorrían desde mis muslos hacia mi espalda,  pasando por mi trasero, pero siempre, con delicadeza, no me agarraba con fuerza ni mucho menos, solo me acariciaba.
Se sentó y apoyó su espalda contra el respaldo de la cama, me aferraba entre sus brazos como una pitón amarra a su presa. Lo tomé del rostro para besarlo, y mientras lo hacía con más pasión y deseo que nunca, sus embestidas empezaron. Sentia cada centímetro de su miembro entrar en mi, y me causaba el mayor de los placeres que haya experimentado, su brazo alrededor de mi cintura me daba seguridad y hacia que él controlara los movimientos por completo, se escondía entre mi pecho y mi cuello jadeando, besaba mis senos, me acariciaba entre sus manos, me besaba la barbilla, por cada embestida que daba, un gemido salía de mi boca, los que trataba de callar a besos, aun así, esos ruidos le excitaban más.
Cada parte de mi cuerpo era acariciada por alguna de Zoro, y él entre el éxtasis, la pasión, el amor, y la adrenalina que se desbordaba de sus células, se le salió un "te quiero, Nima". Jamás había hecho el amor con alguien, es decir, con Ace no llegamos a ese punto, pero sí que tuve relaciones sexuales con Kidd, sexo; Esto era incomparable. Zoro me hizo sentir en lo más alto, y lo mejor es que él estaba igual, fue algo compartido, algo exquisito.

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Autora: Perdón lo hard. (Después se pone peor... o mejor ¿?)

Indispensable Peligro ♧finalizada♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora