♧ Capítulo 30: Después de la guerra.

461 41 5
                                    

La Marina se retiró hasta un próximo encuentro, para ellos se puede decir que fue una victoria a pesar de las bajas que sufrieron. 4 de los 5 Yonkou, considerando a Luffy, habían sido derrotados. Solo quedaba la última batalla para ver quien era el rey del mar, la cual no estaba muy distante de ocurrir. Tarde o temprano uno de los actuales piratas o el gobierno mundial, vencería. Por ahora solo podían escapar del lugar en su barco, lamentando la muerte de Akagami no Shanks y su tripulación, Yasopp entre ellos. Usopp estaba como petrificado. Una vez estaban todos en el barco, cada uno se dio cuenta de lo que acababa de pasar. Ha sido la vez que más cerca han estado de la muerte.
Chopper se encargaba de entenderlos lo mejor que su cuerpecito le permitía. Robin al no haber sido lastimada gravemente, lo ayudaba. Franky reparaba el barco. Usopp se encerró por un buen rato solo. Jimbe solo dirigía el barco, Sanji malherido cocinaba para su tripulación. Nami trataba de calmar los ánimos junto a Brook y su música, pero resultaba difícil para cualquiera. Luffy dormía, como siempre después de una batalla. Y los últimos dos se encontraban en una habitación, malheridos, Zoro por sobretodo, vacíos. Incómodos ante el silencio amplificado por la ausencia de una pequeña gatita.
.-No tienes por qué hacer esto.- Me decía Zoro mientras lo curaba como Chopper me indicó en algún momento de emergencia.- ya lo hará Chopper, además tu también necesitas atención.- me dijo tomando las cosas con las que lo estaba tratando.- Siéntate.- me indicó la cama. Pero ante mi indiferencia, me tomó de la mano y me sentó a su lado. Me recostó. Trató mis brazos, mi cabeza que había sido golpeada cuando los hombres de Kidd me tiraron al piso y la Pasqui me salvó... La Pasqui. Mi gatita... las lágrimas salieron sin permiso otra vez. Zoro solo seguía en lo suyo, ya me dijo lo que tenía que decirme, no podía consolarme y él lo sabía, tenía que llorar. O eso me dijo él al menos, que estaba en mi derecho de hacerlo. "Puedes llorar por ahora, y sufrirla, corresponde, pero hasta que lo superes, me tendrás a . No estás sola"  Recordaba sus palabras, y aunque no me quitaban el dolor, lo disminuían profundamente.
.-¿Cómo te has hecho esta cicatriz?.- preguntó por la marca que tenía en el muslo, justo al lado de una herida que estaba tratándome. Logró sacar de mis pensamientos a la Pascal.
.-Hmm.. se me había olvidado... bueno cuando emprendí mi viaje sola estaba practicando defensa propia con algunas armas, y este es el resultado de alguna de esas veces. Más tarde lo dejé.
.-¿Con qué practicabas?
.-Primero partí, aunque no lo creas, con una katana. Pero no se me daba en absoluto. Era muy torpe. Pero en parte me ayudó para desarrollar lo que finalmente aprendí, cuchillas.
.-¿Cuchillas?
.-Ya sabes, lanzarlas. Llevaba bajo la ropa estuches que me permitían acarrear cuchillas para poder atacar. Después lo dejé porque pensaba que si jugaba bien mis cartas, no necesitaría armas. Solo del ingenio y la estrategia para evitar a los enemigos. ¿Por algo soy ahora la espía en tu barco no?.- Ignorando toda mi historia respondió:
.-¿O sea que no me necesitabas para entrenar?.-Dijo un poco indignado.
.-La verdad no.- admití.- Además no fue mi idea entrenar contigo. Fue de Nami. Pero estuvo... interesante.
.-¿Qué cosa? ¿Mirarme?.- Sonrió a penas.
.-No. Verte esforzarte tanto por enseñarme algo que ya sabía. Claro, no con katanas. Pero en teoría era lo mismo.
.-Ahora veo de donde sacó la Pasqui su pillería.- Dijo sin pensar. El silencio y la tensión que se había ido en los últimos minutos debido a la conversación, habían vuelto.
.-Tal vez tengas razón... tal vez lo aprendió un poco de mi.
.-Todo lo aprendió de ti. La inteligencia que tenía. Lo seductora que era. La manera en que no atacaba con armas si no con su ingenio, como me acabas de decir. Lo mucho que me aman.-Sonreí a penas.- me alegra poder sacarte al menos una sonrisa niñita.- sonreí otra vez ante su apodo.-No quiero verte más así.- Dijo luego de unos segundos de acariciarme.
.-Es algo... no puedo... ¿cómo se supone?... No está.- dije al final tratando de explicar lo que sentía.
.-Créeme, te entiendo. Tal vez no la conocí tanto como tú, pero esa gata se ganó todos mis respetos y cariños. Había oído que los perros eran fieles, pero ella... era increíble.
.-Y al principio ni su nombre te sabías.-
.-Tal vez por eso me quiso conquistar. No la quería en absoluto si te soy sincero. Pero me ganó.
.-Por alguna razón ella se sentía muy bien contigo. Desde el principio cuando tú no me agradabas ella siempre te quiso.
.-Era más inteligente que cualquiera. Sabía que nos llevaríamos bien.- Era verdad.- siempre estaba en el lugar y momento más inoportuno. Estoy seguro que lo hacía a propósito. De hecho... todavía puedo sentir su maullido ahora entremedio de nosotros.
Silencio.
Tal vez era mi mente jugándome una muy mala broma, pero sentía en realidad maullidos.
.-Zoro...
.-Tss.- dijo levantando un dedo para indicarme que me callara.
Se levantó de la cama y se acercó lentamente a la esquina de la habitación, al armario específicamente. Cuando lo abrió, a la altura del piso, sobre la cama de la Pascal que nunca utilizó porque dormía con nosotros, se encontraban cuatro pequeños mininos maullando a penas con los ojos abiertos sin poder moverse mucho.

Indispensable Peligro ♧finalizada♧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora