Fatídico encuentro.
Kuzan x OC.La comida estaba siendo deliciosa y el ambiente relajado y plácido. Los fideos que sorbía con ahínco no le habían sabido tan bien en la vida, lo que seguramente tenía que ver con el hecho de desvincularse de la Marina y ser un pajarillo libre que podía ir a donde quisiera y cuando quisiera. El no aguantar a un hombre tan gruñón e insoportable como Sakazuki adivinaba que también influía.
Aquel banco del parque en el que se había sentado y dejado su mochila y bicicleta le había parecido un bien sitio, pero cuando escuchó el ruido de unos hombres gritando se esperó lo peor. Como que su tazón de fideos saliese volando cuando solo se había probado dos bocados. Kuzan suspiró con lentitud, dejando que el tiempo pasase y el ruido que provocaban aquellos hombres con pinta de piratas se dispersase por la ciudad, persiguiendo a aquel joven que se había atrevido a tirar su comida.
No pensaba entrometerse, ya no era su trabajo, pero en cuanto detectase que aquella trifulca había terminado, localizaría al hombre con su kenbunshoku haki y le pediría una compensación. Ya era demasiado que lo obligasen a usar su haki cuando solo quería estar de vacaciones...
Las auras de aquellos hombres se concentraron en un solo punto, no muy lejos de allí, por lo que Kuzan se decidió a ponerse la mochila y montar en la bicicleta, esperando pacientemente a que se dispersaran antes de moverse hasta allí. Lo encontró no fue nada más ni nada menos que un callejón cualquiera, oscuro y sin salida, en el que las únicas presencias que se mantenían allí eran el de una rata y aquel hombre. Estaba de rodillas, tambaleándose de espaldas a él y cubierto de sangre, bañando el propio suelo de ella y siendo salpicadas las paredes. El antiguo almirante no pudo evitar silbar de la impresión; llevaba tiempo sin presenciar semejante paliza.
—Si has venido a reírte de mí, preferiría que acabases rápido para poder marcharme.
Que aún tuviese algo de espíritu de lucha le gustó, ya que así lo compensaría antes y no se dedicaría a hacerse la víctima. Todavía sobre la bicicleta, lo rodeó con tranquilidad para situarse de frente. Apoyó las manos sobre el centro del manillar, un pie en tierra y la cabeza sobre los nudillos—. Espero que no te hayan robado el dinero además de dejarte medio muerto, porque me debes un tazón de fideos. Por si no lo recuerdas, ya te cuento que me lo has tirado por los aires mientras comía tranquilamente.
A pesar de su tono de voz relajado e indiferente, no pudo evitar reconocer aquel cuerpo. Llevaba el traje de la Marina; por muy manchado que estuviese, nunca podría olvidar aquello que vio una vez tras otra durante tantos años de su vida. Por su aspecto debería superar el rango de capitán. Le había parecido más joven antes, pero sí que debería sobrepasar los treinta años. Era un tipo de aspecto rudo y atlético; tez oscura, orbes oscuros, labios gruesos oscuros, pelo afro oscuro... Lo único que no era oscuro en él era el tatuaje anaranjado que cruzaba su ojo derecho y su sonrisa irónica. Le sorprendía que aún pudiese permitirse aquellos detalles cuando se lo encontró temblando y asustado.
—No estoy de humor para esas bromas, amigo. ¿Quién eres siquiera para...? —Que se mantuviese callado, por una vez, no le gustaba. Notó cómo lo inspeccionaba de pies a cabeza, sin olvidarse de ninguna parte de su cuerpo e hipnotizado de una forma perturbadora—. Espera, eres —No; cualquier cosa menos eso. Kuzan no quería escuchar aquella palabra—... Aokiji
Bingo. Había conseguido cerrarle el estómago. Sin más que decir, se recolocó sobre la bicicleta para marcharse, pero aquel pobre alma se puso en medio a trompicones y balbuceando algo ininteligible—. Hace mucho tiempo que dejé de llevar ese nombre, así que no me cabrees. Mira, déjalo. Ya no quiero que me invites a comer.
Pero comenzó a tirar de su pierna y enfadarlo—. Espera, espera, espera. Sí..., tú te llamabas Kuzan. Ahora me acuerdo. Dios, ¡estoy delante de un almirante! —Se rio hasta acabar escupiendo sangre, pero su pierna se mantenía bien sujeta. El mayor se planteó cómo de buena idea sería congelarlo allí mismo y dejar que muriese.
—Exalmirante, idiota.
—Lo que tú digas pero... Necesito tu ayuda.
—¡Me da igual! Suéltame.
—Unos piratas eliminaron a todo mi escuadrón y están destruyendo la ciudad mientras se diviertan con ello. ¡Tienes que detenerlos!
—Mira, señor molesto, ahora ya no estoy al servicio de nadie ni es mi trabajo ir protegiendo a todo el mundo ni salvar los errores ajenos. Llama a Sakazuki y hazlo trabajar un poco.
—¡No, escucha! —El de pelo afro usó la pierna de Kuzan para ganar impulsó y ponerse de pie, lo que irritó todavía más al hombre—. Aún no me he presentado. Yo soy Accra, un contralmirante de la Marina. Yo... he entrenado con el señor Garp. Y me ha hablado mucho de ti; sé que eres una persona noble y con los ideales claros. Seguramente cuando te alejaste de la Marina fue por no volver a ver al almirante en jefe. ¿Quién no querría librarse de él, digo yo? —Y rio para espantar los nervios. Kuzan prefirió quedarse callado y no comentar nada sobre lo que significaba hablar mal de un superior de tal calibre—. Yo solo... me gustaría que te librases de ellos. Es la primera vez que me dejan liderar una misión y el almirante ya me tiene en el ojo del huracán tras desafiar alguna de sus decisiones como superior.
Tras las gafas de sol marrones del exalmirante, una mueca de sorpresa se escondió en sus ojos. ¿Un don nadie como él era capaz de hacer algo como aquello en la época en la que la furia de ese hombre estaba desatada a nivel internacional? ¿Valiente? No; incauto. Él era el primero en criticar sus acciones, pero siempre había que aceptar la jerarquía si no querías ser devorada por ella. Ningún marine se puede considerar confiable si no comprende quién es su jefe al final. No supo cómo sentirse al respecto de lo que sucedía ante él.
A pesar de haber sido brutalmente derrotado y haber perdido las esperanzas hasta que él llegó, los ojos de Accra, tan negros como los suyos pero tan brillantes como los de Garp, no le daban tregua, con una fuerza recobrada con el simple reconocimiento de Aokiji, el almirante derrotado, desertor y errante.
Él lo seguía viendo como un héroe, como alguien con un firme sentido de la justicia. Kuzan se debatió entre la irritación y la satisfacción.
—Está bien... Me encargaré de esos piratas. Pero espero que te lleves todo el mérito tú y hagas como si yo nunca hubiese existido —Lo que parecía un regalo para cualquiera, a aquel marine pareció disgustarle. Por lo visto era más importante para él recordarle al mundo que existía que el hecho de poder conseguir una conmemoración—. Además, tendrás que pagarme la comida de tres días. Como mínimo.
Accra no puso ninguna negativa a ello, accediendo al instante y sonriendo como un idiota solo de pensar en verlo en acción —porque pensaba arrastrarse detrás de él con tal de poder estar cerca unos minutos más...—, por lo que emprendieron rumbo rápidamente. Cuanto antes comenzasen, antes podría Kuzan comer algo y alejarse de aquel rostro emocionado con su simple presencia.

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Retazos; One Piece x OC
FanfictionColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...