Accidente.
Kid x Voran.
AU Contemporáneo.Voran estaba acostumbrado a beberse la vida a grandes tragos, a disfrutar hasta que el cuerpo dijese "basta" y a pelearse con la Noche por un par de horas más de alegría. A Voran rara vez le negaban algo.
Y cuando fue el propio mundo el que decidió frenar su ímpetu, él no estuvo preparado.
Una noche, regresando de fiesta, sufrió un accidente de tráfico.
El alcohol le había jugado una mala pasada y no pudo reaccionar a tiempo al frenazo del coche que tenía delante. Su vista se había empañado y el hormigueo de sus dedos no le permitió ni siquiera girar el volante.
Él salió ileso, fuera de algunos hematomas y contusiones que se pasaron con el tiempo. El único recuerdo que le quedó de la experiencia fue un corte horizontal y limpio que cruzaba su mejilla derecha sin compasión. Su rostro aniñado y juguetón se endureció de golpe y sus sonrisas parecían más peligrosas que infantiles. Y no supo decidir si aquello le gustaba o no...
Pero él no había sido el único tripulante del vehículo aquella noche. Su hermano mellizo estuvo con él. Y perdió un ojo en la lluvia de cristales del estallido del parabrisas. Él no le guardaba rencor —los dos llevaban el mismo ritmo de vida y sería demasiado hipócrita—, pero se prometió cuidar de él por encima de su propia satisfacción temporal.
Su primer arrebato fue comprarle un nuevo coche —al fin y al cabo, el que había destrozado era suyo—, pero llegó a la conclusión de que reparar y modificar el viejo tendría mayor valor sentimental. Sabía que le encantaba aquel Audi negro casi tanto como el arte o la colección de katana antiguas.
Y por ello decidió consultar con un mecánico si su despropósito tenía arreglo.
Él no tenía ni idea de por dónde comenzar a buscar, ya que su padre normalmente les regalaba una moto o coche nuevos en cuanto se cansaban del anterior. Ante la duda, confió en la palabra de Internet y buscó los mejores talleres de la zona.
Así terminó en la entrada de un curioso local pintarrajeado por todas partes con grafitis de la vieja escuela, de colores llamativos y brillantes que le daban una ambientación urbana aunque aquello ya fuese el confín más alejado de la periferia. El título aparecía sobre la puerta del garaje: Captain's.
—¿Buscas algo, chico? —Una voz grave lo sacó de su ensoñación y Voran guardó el móvil, donde había apuntado la información del local. Se giró y observó a un hombre mayor que él por apenas unos años y tan pelirrojo y despeinado como él, con los ojos dorados y salvajes clavados a los suyos. Por un segundo tuvo la duda de si había cruzado algún agujero de gusano de camino al taller y tenía delante a una versión adulta, pobre y desgarbada de él.
—Me gustaría saber si esto tiene reparación.
—¿Por "esto" te refieres a ese montón de metal retorcido?
—Exactamente.
El mecánico enarcó una ceja, pero se limpió las manos a un trapo que llevaba colgado en el mono azul de trabajo y se aproximó a aquello que había traído en una grúa uno de sus chóferes. Voran examinó cada una de sus reacciones y estuvo pendiente de lo que hiciese, pero él se mantuvo con las gruesas manos en las caderas hasta el final.
—No tiene solución. Déjalo en una chatarrería.
—¿Qué? Ni siquiera lo has tocado. ¿Cómo vas a saberlo?
—¿Me intentas dar lecciones de cómo hacer o no mi trabajo, chico? Hasta un idiota se daría cuenta de que esto es un desastre. Si estabas dentro cuando le ocurrió esto al coche, felicidades. Te salvaste de una muerte segura.
Aunque a él le diese igual, Voran estaba acostumbrado a ser tratado como un rey. Y aquel tono de voz burlesco y desganado era lo último que se esperaba de nadie.
—Mira, este coche es muy importante para mi hermano. Quiero darle una sorpresa y arreglarlo.
—Soy mecánico, no la Virgen María concediendo milagros —le espetó, con sus ojos ambarinos clavándose en sus cuencas. Él era alto, sobrepasando los dos metros, por lo que la diferencia de veinte centímetros lo atemorizaba todavía más sumada a aquella aura peligrosa y colérica que lo había puesto nervioso desde el principio.
—Por favor, ¿podrías intentarlo al menos? ¿Quién es el jefe del taller? Puedo pagar cuanto sea necesario.
—Yo lo soy. —Su forma de decirlo le dejó claro que no le gustó su tono. Estaban en un taller cualquiera a las afueras de la ciudad y en medio de una cuesta insufrible; no sabía por qué se creía tanto como para molestarse por todo lo que comentase...—. Y me da igual todo el dinero que tengas. El resultado final no se parecería en nada al original. Si despiezas a una persona hasta que el final solo queda su hígado, eso no es una operación de urgencia, es una donación de órganos.
—Puedo enseñarte fotos de cómo estaba antes y cuál era su modelo original —insistió Voran. El mecánico suspiró y agitó la cabeza. Su cabello pelirrojo era lo suficientemente largo para taparle los ojos en el proceso—. Esto es muy importante para mi hermano. Quiero hacerlo feliz cueste lo que cueste. ¿Seguro que no podemos llegar a un acuerdo?
La falsa sonrisa inocente de Voran, que ya había perdido toda su gracia desde que aquella cicatriz horrenda traspasase su rostro angelical, pareció surtir efecto en él. Lo vio meditar, sopesar las opciones y perder la vista en el destrozado coche. Al final asintió, aunque no del todo convencido.
—No prometo nada, pero haré lo que pueda. Tendrás que pagarme una parte por adelantado debido al lío en el que me estás metiendo. Y aun así tendrás que pagarme mucho más para conseguir las piezas que están dañadas. Te compensaría mucho más conseguir un Audi nuevo.
—Bueno, pero ese es el camino fácil, ¿no crees?
El mecánico se rio de él y de la ocurrencia, sin molestarse en ocultar su burla. Pidió las llaves de la grúa y trasladó él mismo el vehículo al aparcamiento exterior del taller —ventajas de trabajar lejos del centro—. Debía admitir que era un joven fornido, determinado y con un toque misterioso que lo fascinaba. En parte le recordaba a él, y eso lo obsesionaba todavía más. Su narcisismo desmedido disfrutaba de cada uno de sus movimientos; no se escondía por ello. Delineó con la mirada aquella mandíbula prominente que tanto le gustaba y se atrevió a soñar que él al final había aceptado la petición porque la atracción era mutua.
¿Qué se sentiría el tener aquellos dedos enormes sobre su cuello? ¿Cómo sería estar dentro de aquel trasero firme y erguido? ¿Cuál sería su reacción si coquetease con él?
Oh, había tantas preguntas de las que pensaba conseguir una respuesta...
Y tenía la excusa perfecta para pasar tiempo con él.

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Retazos; One Piece x OC
FanfictionColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...