El hombre misterioso.
Rayleigh x OC.La noche se presentaba amable y fresca. Los farolillos encendidos iluminaban hasta el último rincón de aquella isla del Grand Line. Allí la tripulación de Roger se había encontrado con uno de los viejos amigos del capitán, pero teniendo en cuenta que hacía aliados por donde pasaba, a Rayleigh ni siquiera lo sorprendió durante un par de segundos.
Los habían recibido como héroes y la fiesta no tardó en presentarse, para el jolgorio de la mayor parte de sus camaradas. Nunca parecía mal momento para brindar hasta que las jarras de cerveza espumearan las calles adoquinadas.
Sin duda era un gran momento para todos ellos, pero por una vez a Rayleigh no le apetecía beber hasta perder el sentido. La ciudad era tan encantadora como para incentivarlo a recorrerla a pie y disfrutar de todas sus maravillas.
Aunque le había preguntado a Roger cómo se llamaba el lugar, ya estaba demasiado ebrio como para vocalizar, por lo que le otorgó el nombre de Puentepiedra debido a los sucesivos arcos y niveles que escalonaban por la ciudad portuaria. Se dejó llevar por los callejones que huían del bullicio, al igual que él, y perdió la vista cansada en los balcones ataviados de flores coloridas que no paraban de llamar su atención. De vez en cuando se cruzaba a alguna mujer charlando desde la ventana con la del edificio de enfrente, o con un hombre sentado en una silla al lado de la puerta de su hogar, doblando alguna pieza de ropa del tendedero con una precisión milimétrica. En el aire se respiraban las rosas y el incienso.
Y entonces el ruido regresó a Rayleigh, esta vez más crudo y seco. En principio quiso evitarlo y buscar otro descenso hacia el puerto, pero su haki le erizó la piel al detectar lo que estaba ocurriendo. El segundo al mando de los piratas de Roger no debería meterse en esa clase de asuntos, con su extendida aunque falsa fama de persona prudente y astuta. A pesar de todo, la curiosidad le arrancó la lengua y paseó sin frenos hacia la fuente de aquel conflicto.
El espectáculo era imposible de obviar. Era una callejuela entre un almacén y una tienda, por lo que nadie podría pasar por allí a menudo a aquellas horas de la noche. En el centro de ella, lo que le pareció un hombre jadeaba del esfuerzo, con una katana bien aferrada en su mano derecha. A sus pies yacía un montículo de cadáveres mutilados en las posiciones más variopintas, con expresiones de horror y una insignia pirata cosida en la parte trasera de sus chalecos. El filo de la espada goteaba unas gotas escarlatas que se derramaban de los labios entreabiertos de uno de los muertos.
A Rayleigh se le escapó un silbido de admiración, y el último hombre se giró en su dirección, alerta. Efectivamente, lo era. A pesar de su pelo rojizo largo y lacio hasta las caderas y su estrecha cintura, llevaba el torso masculino al descubierto y confirmaba su primer impresión. Sus ojos del color de la sangre lo escrutaron con un tinte amenazante. El pirata, por su parte, se limitó a sonreír con las manos a la cadera.
—Debes de ser un buen espadachín si pudiste hacer esto. Mis felicitaciones.
Sus palabras no sirvieron de nada. Tuvo que sacar su espada y detener la embestida. Él tenía la fina mandíbula apretada, los ojos inyectados en sangre y las venas del cuello y las sienes muy marcadas. Su haki se desbordaba, sobrepasando el borde de su katana y el de su propio cuerpo.
—¡Cálmate, hombre! No tengo intenciones de luchar.
Aunque midiese más de dos metros y medio, no era tan alto como para no poder percibir con claridad su expresión afable, así que no parecía que fuese a atender a razones. De hecho, seguía respirando de forma extraña y sus movimientos eran impredecibles y salvajes, como si golpease por instinto su espada.
El kenbunshoku haki de Rayleigh era lo suficientemente avanzado como para adelantarse a los movimientos del pelirrojo, mas continuaba esa sensación de incomodidad al contemplarlo ejecutar varios reveses con la postura torcida.
—¿Pero se puede saber qué te pasa?
Ni siquiera respondió. Admitía que tenía muy buena habilidad, por mucho que no comprendiese su táctica al luchar, pero su haki no tenía el suficiente poder para amedrentarlo. Sabía que él había perdido la razón por completo, así que dejó de lado la cortesía y usó su haoshoku haki con él. Y así cayó por fin a sus pies.
Rayleigh envainó de nuevo su espada y procediò a alejar la katana de una patada de aquel pelirrojo, para así evitar un nuevo combate si seguía enfurecido al despertar. Se retiró algunos mechones castaños que se habían librado de la fijación de la gomina y centró su atención en los muertos. Ninguno era de su tripulación, lo que era una alegría, pero allí se encontraban piratas de tres tripulaciones diferentes… Sin duda era algo curioso.
—¿Qué ha pasado? ¿Qué han hecho?
Los ojos oscuros de Rayleigh se giraron al instante hacia aquella voz. Alzó una de sus finas cejas castañas, sorprendido por la velocidad a la que se había recuperado. Aunque se había imaginado que rozaba los treinta años, su voz ronca y grave lo hacía ver más como alguien cercano a los cuarenta. Quizás era la androginia de su rostro lo que lo hacía más joven, pero una vez desapareció la ira, su expresión seria y demandante lo convirtió en un adulto.
—Tuve que noquearte. Intentaste matarme.
—Eso ya me lo podía imaginar yo. La pregunta es qué han hecho ellos para enfadarme.
Era una cuestión curiosa. ¿De veras no recordaba nada de lo que había pasado antes de que él llegase? ¿O se hacía el inocente? Si aquello último era su intención, se le daba demasiado mal fingir bondad.
—Cuando yo aparecí ya estaban muertos.
El pelirrojo resopló y se frotó el rostro. Rayleigh, por su parte, volvió a ponerse en pie y caminó hacia él por donde no había cadáveres que pudiese pisar. El chapoteo de la sangre no le hacía demasiada gracia ya que iba en sandalias.
—Mierda, ¿por qué los habré matado?
—Eran piratas, así que no tendrá consecuencias legales. Y no deberías sentirte culpable por ello; la mayoría merece la recompensa por su cabeza.
—¿Y eso qué más da? —replicó de repente—. Yo solo quiero saber qué pasó y por qué me enfadé. No quiero que esto vaya a más.
Pareció fijarse de repente en su katana y se aferró a ella. La metió en la vaina que colgaba a su cintura con un gesto.
—Bueno, ¿qué es lo último que recuerdas? —comenzó la investigación Rayleigh, extendiéndole una mano para que se pusiese en pie. El pelirrojo dudó durante unos segundos, pero la aceptó y se impulsó con ella. Lo inspeccionó de arriba abajo sin disimular ni un solo instante.
—No sé quién serás, pero hay detalles que no debería contar a nadie. Podríamos resumirlo en que soy el protector de un grupo de... investigadores. Y tuve un percance con ellos y nos enfadamos, por lo que me alejé del barco y di una vuelta para mantener el menor contacto posible durante un tiempo. Me imagino que mañana la situación se calmará entre nosotros, pero espero que esto no tenga nada que ver con ellos. ¿Algún cuerpo era...?
—Todos eran piratas —lo interrumpió, negando con la cabeza—. A no ser que a tus amigos les guste disfrazarse, supongo que no conocías a ninguno de ellos.
Su expresión pareció relajarse. Evaluó el cúmulo de muerte de la callejuela con actitud curiosa, como si lo viese por primera vez y él no tuviese nada que ver. Rayleigh no sabía si sentirse perturbado ante semejante frialdad o no, pero la curiosidad alrededor de la existencia de aquel espadachín no dejaba de crecer.
—Si tienes la noche libre, ¿qué te parecería dar una vuelta conmigo y tomar algo? Los recuerdos ya vendrán por su cuenta.
—No —saltó él, con una mueca melancólica—; los recuerdos nunca vuelven.... Yo soy Yakunan; lamento no haberme presentado decentemente.
Era un nombre tan extravagante como él mismo. Le gustaba. Quizá su destino había sido siempre rodearse de cadáveres. Su actitud ante los hechos recientes parecían indicarlo.
Y Rayleigh solo tenía claro sobre él que era lo más interesante que le había pasado en mucho tiempo.

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Retazos; One Piece x OC
Hayran KurguColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...