Retazos; One Piece x OC

Ace III

Los tres hermanos.
Ace x OC.
AU contemporáneo.

Ace nunca se había sentido tan completo como el día en que comenzó su noviazgo con April. Y no porque antes le faltase una parte de sí mismo, sino porque todas las emociones que le gustaba vivir a lo largo del día podían ser compartidas con otra persona.

Se complementaban a la perfección y alimentaban las aventuras del otro hasta formar una gran historia digna de contar a todos sus amigos.

Cada vez que estaban juntos, las chispas saltaban y prendían docenas de fuegos que anunciaban el rito mágico y rutinario de un beso lleno de sonrisas. Los ojos negros de ambos se fundían hasta descubrir qué era lo que pensaba el otro. Y entonces comenzaba la siguiente anécdota, la siguiente broma, la siguiente risa grupal que aunaba a la pareja.

Quizá solo llevaban unos meses, pero Ace sentía que ella había sido una recompensa del cielo por intentar convertirse en un buen hermano y ser la persona responsable y educada que se necesitaba una vez Sabo se había marchado a estudiar fuera con su familia biológica. El día que regresó por sorpresa, años después, nadie pudo contener el llanto interminable de Ace y de Luffy, el hermano más pequeño. Al final se había convertido en un hombre todavía más responsable, bondadoso y gentil que él, por lo que se pasó horas y horas comentándole a April lo orgulloso que estaba de su hermanastro.

Fue en aquel momento que decidió enseñarle cómo de maravillosos eran Sabo y Luffy, por lo que no tardó en invitarla al departamento que compartían —ya que Ace por fin se había independizado y conseguido un trabajo de mecánico y Sabo estaba esperando la llamada de la siguiente convocatoria para profesores de secundaria—.

—Por como hablaba de ti, pensaba que serías más bajita.

Ace tuvo que contener a Luffy y el torrente de preguntas y confesiones sobre lo que la admiraba a sus espaldas. Le avergonzaba demasiado sentirse tan expuesto ante ella. Aun así, April solo se reía y le restaba importancia.

Ella siempre estaba riendo, disfrutando el momento y apoyando a los demás seres humanos con todo lo que estuviese en su mano. Sus ojos, ya rasgados de por sí, pasaban la mayor parte del día entrecerrados de tanto sonreír. Incluso habían comenzado a marcársele algunas arrugas alrededor de los párpados a pesar de estar a mediados de los veinte años.

—No me extraña que seas tan genial con unos hermanos como estos, Ace —le confesó en cuanto estuvieron a solas en su cuarto. Él la rodeaba por la cintura desde atrás, tumbados en la cama mientras veían una sitcom cualquiera en el portátil para pasar el rato.

—Has querido decir que no te extraña que sean tan geniales con un hermano como yo, ¿cierto? Un lapsus linguae lo tiene cualquiera...

—¿Sabo ya te ha estado enseñado nuevas palabras?

Ace ni siquiera respondió. Se limitó a hacerle cosquillas y dejar que su risa descontrolada llenase su habitación hasta perforar las paredes. Podía verla llorar de sufrimiento, pero no se detuvo hasta que April se retorció sobre él y atrajo sus labios para besarlo.

Fue breve, suave y limpio. Todo el ruido desapareció, concentrado en el interior de su frenético cerebro.

¿Y cómo podía no amarla si desmantelaba todos sus sentidos?

Con quien más había congeniado fue Luffy, como esperaba. Los dos eran graciosos, aventureros y adorables. La única diferencia entre ellos era que April preguntaba a los demás antes de hacer una locura, lo que le habría encantado que también fuese común con Luffy. Ese mismo día tuvo que agarrarlo para que no le lanzase unas bragas que le habían caído a la vecina de arriba...