Buggy

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Buggy's Delivery.

Buggy x Julia.

—Hoy te espera una visita, primo —se escuchó decir a una mujer joven y menuda en el colorido cuarto de juegos de la base de Buggy, el Payaso.

—Oh, ¿sí? —respondió este sin interés mientras se dedicaba a contar billetes con una sonrisa boba. Los mercenarios sin duda eran un gran negocio en medio de los tiempos convulsos de la Nueva Era, sobre todo con la protección que implicaba ser un shichibukai—. Sorpréndeme; ¿quién será esta vez?

—No sé si te acordarás de ella, la verdad... Es la hija de Thatch. Supuestamente coincidíais en el mar en los tiempos de Roger.

—Sí, claro, la hija de... —Entonces los billetes dejaron de deslizarse por sus dedos enguantados y todas las partes del cuerpo de Buggy implosionaron en distintas direcciones cuando comenzó a gritar—. ¡¿De qué conoces a esa víbora?! ¡Nadie la ha invitado! ¡Ni siquiera tenemos nada que ver! ¡No la conozco ni la reconozco! ¡Que le prohíban la entrada en Karai Bari! —gritó finalmente hacia el pasillo, a la espera de que alguno de sus hombres apareciese y cumpliese su orden, pero no fue así. Buggy gruñó para sus adentros y volvió a unirse y apaciguarse antes de atacar al mensajero—. ¿Y cómo es que sabes de eso, prima? No la habrás invitado tú, ¿verdad?

—Compartimos banda hace unos cuantos años así que... puede ser que le haya comentado que el gran Buggy el Payaso se había vuelto rico y que podía empezar de cero aquí tras disolverse lo anterior. Tardó un tiempo en contestar, pero parece que tiene intenciones de echarles un vistazo a Karai Bari y a ti.

Buggy resopló, sin saber qué más hacer que lamentarse y planear el asesinato de su prima. Lawn había estado en el barco de Edward Newgate en tiempos de su aprendizaje con Roger, así que se habían cruzado unas cuantas veces en medio de la eterna rivalidad entre las leyendas Gold Roger y Shirohige. Entre la disolución de su banda con la inminente muerte de Roger y el regreso de Lawn con su madre cuando la situación en el mar se volvió demasiado peligrosa para una niña, no habían vuelto a cruzarse.

Cada uno había tomado rutas completamente opuestas y a duras penas recibían información de lo que había ocurrido con el otro. Como shichibukai, Buggy sabía que aquella incógnita sobre su futuro se había despejado, pero no había pensado en Lawn desde hacía décadas. El simple hecho de saber que su prima y ella habían compartido banda ya era lo suficientemente sorprendente como para querer echarla de su base por no mantenerlo al día de todos los contactos que poseía.

—Para empezar, ¿tú cómo sabes que nos conocemos? —inquirió, girándose hacia su prima con ojos curiosos y amenazadores. Se encontraban tan cerca que su nariz roja rozaba su rostro, pero ni se inmutó, como era habitual.

—Fácil. Antes de unirme a tu tripulación, le comenté a mis excompañeros lo que haría. Ella reaccionó rápidamente. Por lo visto le sorprendió saber que tenías familia.

—Esa idiota siempre necesitaba tener la razón en todo y que le comentase cada uno de los detalles de mi vida... Siempre fue una entrometida.

—Así que eso es lo que piensas de mí, ¿eh, Buggy?

El shichibukai volvió a desintegrarse en su sitio —aunque su camisón rojo retuviese sus dedos de huida— y se alejó con rapidez del sofá en el que había estado reclinado junto a su prima en cómoda intimidad. Allí, como un fantasma del pasado, se erigía una mujer de cabello castaño corto y un ligero flequillo que apenas ocultaba su ceño fruncido. Sus ojos verdes se clavaban en él como un par de pistolas, tal como había hecho de niña a pesar de llevarle dos o tres años. Aún conservaba el lazo negro que había usado de niña para atarse el cabello, aunque ahora era un simple adorno. Si no fuese por la suma de los pequeños detalles, no se habría dado cuenta de que era ella. Sin duda había crecido impresionablemente.

—¿Vas a quedarte quieto y embobado mucho más o me saludarás de una vez, payaso? —No necesitó aclarar nada para que Buggy supiese que no lo estaba llamando por su apodo.

—Hola, Julia. Es un placer volver a verte —comentó su prima, tan indiferente a la furia de Buggy como a la de Lawn, que le devolvió el saludo de una forma mucho más dócil de lo que jamás hizo con él.

—¿Julia? —preguntó al instante.

—¿Hablas de que yo soy una entrometida y luego preguntas por mi vida antes siquiera de reconocer mi presencia con algo más que tenerme miedo?

—¡Cállate! ¡Yo aquí puedo interesarme en lo quiera ya que soy el jefe de Buggy's Delivery y de todos los matones que en ella se encuentran! ¡Ya no tienes ningún derecho a mangonearme!

—¿Estás seguro? Porque de camino aquí he revisado cómo va tu negocio y cuáles son tus ingresos y da bastante lástima tu gestión, shichibukai Buggy —mencionó su título entre la burla y el desprecio. Quizá sus principios estaban en contra de algo de lo que hacía, pero no por ello dejaría de hacerlo.

—¡¿Quién te ha dejado ver los datos?! ¡¿Quién te ha dejado pasar siquiera sin informarme antes?! ¡Alvida, ¿has estado tomando decisiones sin avisarme?!

A pesar de su categoría de aliada, Alvida seguía siendo tan independiente como al principio y era difícil coincidir con ella sin contactarla antes por den den mushi... Buggy suspiró, se quitó el sombrero y reorganizó su cabello azul, enmarañado tras tantos sobresaltos.

—Si te consuela, Buggy, no eres el único derrochador en el negocio —comenzó con su habitual prepotencia. Los años habían pasado por ella hasta hacerla más adulta, más técnica, más sofisticada, pero esa aura de control y responsabilidad excesiva siempre la había caracterizado— y justamente Alvida ha despilfarrado mucho dinero... —Ni siquiera supo de dónde, pero Lawn había sacado una carpeta con los archivos de contabilidad y los ojeaba ante él, retándolo a que tratase de negar la información que allí se encontraba. Por su parte, el payaso solamente tragó saliva—. Es cierto que Buggy's Delivery va por buen camino, mas esta situación puede cambiar fácilmente si se produce algún percance con tus mercenarios. He escuchado que el Germa 66 es más que real y se están dedicando a reducir ciudades a cenizas por encargo; es una gran competencia y podría sustituir con facilidad el vacío de poder en los bajos fondos que dejó Doflamingo hace unas semanas...

Buggy, derrotado por aquella forma tan organizada y fría de humillarlo, se dejó caer en la alfombra del cuarto de juegos y junto sus manos sobre sus rodillas. Desvió sus ojos castaños de Lawn a su prima, pero ella ni siquiera parecía impresionada. Por lo visto, aquella ya era la forma habitual de actuar de Julia, la versión adulta de Lawn, la hija de Thatch y su compañera de travesuras.

—¿Qué estás tratando de decirme llegando aquí de repente y criticándome sin piedad? Supongo que querrás quedarte al amparo de mi título de shichibukai, ¡pero no te estás comportando precisamente bien!

Lawn lo observó con su eterno ceño fruncido, pero no con la misma agresividad que antes. Cerró las carpetas con los archivos, se cruzó de brazos y le dedicó una seria mirada de negocios a la que ya se había acostumbrado.

—Yo podría encargarme de reorganizar tus cuentas y tú podrías darme algo de tranquilidad ante la Marina y los cazarrecompensas demasiado insistentes. A mí me parece un buen trato.

—¿Y dejarte que controles mi vida?

—Si "tu vida" representa tu extenso suministro de gorros, tirantes, boas de plumas y maquillaje, sí; controlaré tu vida.

Buggy iba a protestar; tenía las palabras perfectas en la punta de la lengua y el horror en el cuerpo tras tamaña declaración, pero nada salió. Había perdido a sus mercenarios gigantes de clase S al mismo tiempo que se libró de la competencia de Doflamingo... En ocasiones no sabía si su caída había sido favorable o no para él.

—Está bien, pero pondremos unos límites, y, sobre todo, tendrás que recordar que ahora soy tu superior. ¿Podrás con la presión de llamarme capitán, Lawn?

La mujer vaciló durante un breve segundo, y no era para menos; pocas veces había aceptado recibir órdenes de nadie, pero si estas venían de un muchacho al que siempre había tratado de controlar de jóvenes, el impacto era mayor—. Siempre que tú aprendas a llamarme Julia..., capitán.

Un apretón de manos y una sonrisa compartida fue lo único que necesitaron para aclarar la situación, sin necesidad de grandes historias de ultramar ni compensaciones del pasado.

Retazos; One Piece x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora