Luffy II

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Por mar y tierra.
Luffy x OC.
AU.


A Voran no se le daba bien estar tranquilo, pero tras llevar en un bloqueo artístico tantos meses, se vio en la obligación de concentrarse en lo que hacía y sentir la paz de la naturaleza sobre él. O eso le había aconsejado su mellizo.

Alquiló un barco de recreo con todo el dinero que había acumulado en sus trabajos en los bajos fondos. Si iba a "conectar con la naturaleza" por lo menos lo haría cómodo.

Metió en su camarote una maleta con ropa, una tabla de ejercicios para seguir entrenando sin pasar por el gimnasio y todos los utensilios necesarios para poder pintar un cuadro. Y para poder estropearlo sin preocuparse por quedar sin recursos. El caballete a duras penas pasó por la puerta. Siempre había preferido dibujar a lo grande, pero tampoco tanto como para extenderse a lo largo como el Guernica de Picasso u ocupar todo el suelo de un cuarto como hacía Pollock. Tampoco le apetecía malgastar material con el poco renombre que tenía, por el momento.

Nunca había querido saltar a la fama, recordó Voran saliendo a cubierta. Solo fue plasmado en una de las fotografías de su hermano mientras trabajaban. Y comenzaron a insistirle para hacerse ver. Apoyado en la barandilla, resopló. Prefería vivir libre a atado a los convencionalismos, pero ya no había vuelta atrás.

Alzando la vista al cielo, comprobó que estuviese bien despejado. Lo último que necesitaba era mojar con una repentina lluvia lo poco que pudiese pintar. Ciertamente hacía un día perfecto: mucho sol, el ligero sonido de las gaviotas mientras se alejaba de tierra, el viento sobre el mar rasgado por su barco... Era perturbador.

Queriendo despejar aquella incomodidad de sus hombros, montó su caballete y preparó los colores. Aquella inspiración mágica de la que hablaba su hermano seguía sin aparecer. Y la naturaleza le importaba bastante poco. No tenía nada fijo que quisiese pintar. Quizá aquel nido de ratas que vivía alrededor de la bomba de agua de una casa desmantelada. Siempre le había resultado curioso, pero ese tipo de pintura prefería hacerla en un espacio cerrado que le recordase lo sórdido de la situación.

—Pintando, ¿eh?

—En efecto, así que cállate —Al recordar que se suponía que estaba solo en el barco se sobresaltó y buscó la fuente de aquel ruido. Colgando del barco, un joven de cabello y ojos azabaches lo miraba fijamente, con una sonrisa juguetona estirando aquella cicatriz en su mejilla izquierda—. ¿Qué cojones haces ahí? ¿Has naufragado? —preguntó, sin encontrar a ningún otro superviviente o indicios de que hubiese un accidente por la zona. Como era de esperar, fue en vano.

—¿Qué significa "naufragado"? ¿Es comida? ¡Yo quiero!

—¿De qué demonios...? —Y en aquel momento lo vio. No era un chico que había escalado su barco para salvarse. La parte inferior de su cuerpo se componía por la de un pez que no paraba de agitarse en todas direcciones—. ¿Qué eres...?

—Un tritón. ¿Tienes comida?

Voran, que todavía no comprendía aquella situación, titubeó—. ¿Esto es una broma de cámara oculta? Porque no me hace ni la más mínima gracia?

—¿Qué es una "cámara"? ¿Otro plato humano? —Al tritón le brillaron los ojos, imaginándose a saber cuántos manjares.

—No; no lo es. Nada lo es. Aquí lo único importante es que tú existes. ¡No es posible! —Con las dos manos, arrastró su cabello hacia atrás, bufando por lo bajo.

—¡Bueno, no es para tanto! Sé que soy fuerte y tal, pero tampoco tienes que decirme cosas así... —replicó el chico llevando una mano a su nuca con un gesto avergonzado y halagado al mismo tiempo.

Ni siquiera le respondió. No valía la pena. Quiso hacer como que aquello ni existía ni había pasado y volvió a posicionarse frente a su caballete.

—¿Sabes? Me recuerdas a un gran amigo mío llamado Shanks. Hasta tenéis el mismo color de pelo —El joven se rio de una forma aguda que nunca había escuchado antes, distrayéndolo de nuevo—. Pero en vez de tener tres cicatrices en un ojo, tienes una sola en tu mejilla derecha —Soltó aquello con entusiasmo, como si acabase de tener una gran revelación, pero a Voran no le interesaban ni lo más mínimo las relaciones sociales que estableciese aquel ser extraño. Quizá lo de dibujar ratas no estaba tan mal.

—¡Hey, humano! ¿Cómo te llamas? ¡Yo soy Luffy! —Aquel tritón entrometido no había comprendido su silencio y de un salto subió a cubierta.

—No me hables. Ni siquiera deberías estar aquí. Debes de ser imaginario y producto del aburrimiento... Seguro que sí.

—¿Cómo no voy a ser real? ¿Si no lo fuese podría hacer esto? —Impulsándose con sus brazos, se estrelló contra la rodilla de Voran, quien se había defendido instintivamente—. ¿Por qué has hecho eso, idiota? —protestó con una mueca triste mientras se frotaba la nariz—. ¡En tierra soy débil, así que ven al agua y te patearé el trasero!

—¿Cómo vas a patearme si no tienes patas ni piernas, bicho raro? —se burló el pelirrojo, sin apartar la vista del lienzo.

—¡Ven y compruébalo, sabiondo! —Se aferró a la pierna de Voran y tiró hacia la borda, pero su fuerza no era suficiente para separar demasiado al hombre del centro del barco. Lo que sí conseguía era molestarlo.

—¿En serio buscas pelea conmigo, sardinita? —Tiró de su cabello hacia atrás y el tritón se retorció buscando aquella mano—. No sabes a quién has desafiado —Y de un puñetazo el chico ya comenzó a gritar, sin saber qué hacer.

—¡Para, para! ¡Este no es un duelo justo!

—Los duelos justos no existen —bramó con una sonrisa malvada. Y lo dejó retorcerse en el suelo antes de darle una patada y tirarlo al mar.

Acababa de pelearse con un tritón... Voran agitó la cabeza para apartar ese pensamiento de su cabeza, pero el tacto húmedo y el olor a sal impregnaban sus manos, confirmándole que aquello no había sido un delirio.

Ni siquiera sabía cómo había mantenido la compostura al ver a aquel ser. Pero ahora ya no debía importarle. Tenía unas ratas que dibujar.

—¡Humano! —Voran apuntó con el pincel hacia donde sonó el grito por puro entrenamiento especial. Cuando vio lo cómico de la situación lo apartó rápido y se quedó mirando a aquel tritón que se arrastraba como podía hasta dónde se encontraba.

—¿Ahora qué pasa, pescadito frito? —comentó ya desganado. El agua había lavado la sangre que había salido antes de su boca, pero la inflamación se podía notar desde el primer momento. Se tiró en el suelo para ponerse a la altura del tritón.

—¡Yo solo quiero tener un amigo humano! ¿Por qué eres así? —protestó agitando su cola con enfado.

—¿Y para qué lo quieres, si puede saberse?

—¡Para que me cuente cosas sobre su mundo! ¡Voy a recorrer la tierra algún día y quiero encontrar amigos fuertes que puedan conducir el camino! Además, me caes bien —finalizó con otra de aquellas risillas internas que tanta curiosidad le despertaban a Voran.

—Te acabo de pegar un puñetazo.

—Bueno, ya lo han hecho Nami, Usopp, Franky y Jinbei. ¡Eso no significa nada!

Ante aquella sonrisa inocente y brillante, Voran se rio por él, con un tono mucho más grave y salvaje que el suyo. Después de hacerlo, posó una de sus manos sobre la cabeza azabache—. Eres un completo iluso, Luffy... Yo soy Voran. Y seré tu humano confidente que te enseñe la tierra. Tengo pinturas y fotografías de sobra de ella.

Ante los ojillos brillantes del tritón, Voras seguía sonriendo con ironía mientras se preguntaba cómo había acabado así. Ya que no podía pintar nada nuevo, ¿qué le impedía pasar el tiempo con aquel chico? Por él podría pintar hasta el paisaje más aburrido del mundo.

Retazos; One Piece x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora