La eterna batalla.
Koby x OC.
AU ángeles.Los gritos y risas resonaban por todo el Edén como un aullido de guerra. Provenían de un cuartel cualquiera en la frontera con el limbo, pero parecían extenderse por toda la muralla en medio del común silencio que rodeaba la zona. Los pocos ángeles que deambulaban por la zona ya estaban acostumbrados a ello, por lo que componían una sonrisa melancólica e ignoraban tanto como podían la alegría de las almas más jóvenes.
—Y, con esta, se hacen ocho partidas seguidas que te he ganado. ¡Besa el anillo de tu amo!
—Eres como un niño pequeño, Rev.
—Oh, no me seas mal perdedor… —replicó su receptor sin que se le borrase la sonrisa de sus pequeños y finos labios. Extendió uno de sus bronceados y delgados brazos y puso su puño a la altura del rostro de su acompañante en la sala de estar del cuartel. Un grueso anillo dorado, con una piedra blanca y lechosa incrustada, resplandeció ante la luz blanca que entraba por los cristales del techo—. Vamos, bésalo. Ya que no me permiten dejarte sin ropa ni sin posesiones, te arrebataré la poca dignidad que se supone que te queda.
—Actúas como un simple humano… —respondió tras propinarle un manotazo y apartar su anillo de la cara—. ¿Dónde va la honestidad, serenidad y pureza de los ángeles?
—No me vengas con esas, Helmeppo, que tú solo sabes quejarte de todo. Ni siquiera sé cómo te aguanta el capitán cuando hubo una época en que intentabas quitarlo del puesto… Acéptalo; el cielo será todo el reino de Dios que quieras, pero nosotros somos exactamente iguales a cualquier mortal que esté por ahí rondando. Excepto por lo de las alas, el halo, no tener genitales ni género y no necesitar cometer crímenes constantemente —enumeró con un además cansado de la mano.
—¿De veras? Porque no es eso lo que me dice tu cara aburrida de siempre. Si fuese por ti, desearías que se incendiase la propia morada de Dios con tal de tener algo que hacer.
—¿Me estás culpando de querer trabajar? Perdona, Helmeppo, por no ser un vago como tú.
El otro ángel se limitó a dejar los ojos negros en blanco y hacerse una coleta para apartar el cabello largo y rubio del rostro. En cuanto consideró que todo estaba en su sitio, se puso unas gafas de sol con la forma de un rectángulo negro continuo y alzó una ceja ante las muecas de su acompañante. Por su parte, Rev se permitió sonreír, con sus ojos azules y redondos brillando de orgullo y arrogancia.
Intentó estirarse sobre la silla, apoyar la espalda sobre la pared y las piernas sobre la mesa donde habían estado jugando a las cartas, pero unos pasos acelerados se escucharon por el pasillo. Rápidamente, los dos se pusieron de pie y se cuadraron. Al abrir la puerta, el capitán apareció con una expresión seria.
—¿Pasa algo, capitán Koby?
—Los demonios están atacando la entrada al Edén. ¡Necesito a todos los guardianes que estén disponibles!
—¡A la orden! —Y Helmeppo lo saludó con una pose militar y se perdió por el pasillo hacia la sala de entrenamiento. Como era superior a Rev, siempre le tocaban las órdenes más interesantes. Sintió envidia de él.
—¿Y yo puedo hacer algo?
—Tenemos que reagruparnos cuanto antes. Yo… —Apoyó las manos sobre la mesa. Estaba muy agotado; seguramente estaría corriendo desde hacía un buen tiempo. Rev se permitió corretear hasta una jarra de agua y ofrecerle un vaso a rebosar—. Gracias —musitó antes de tragarse todo el líquido. El agua se desbordaba de sus labios y empapaba sus mejillas enrojecidas, pero no parecía importarle. El ángel agradeció que llevase puesta su típica bandana verde con estampado de flores para quitarle el cabello rosa de la cara—. Únete al pelotón que se está reuniendo en la entrada. Tengo que seguir avisando en los puestos de la frontera.
—¿Tan grave es? Pensaba que era una simple incursión de las tantas que hay en nuestra eterna batalla con el Infierno… —preguntó con curiosidad y los labios apretándose entre sí.
Koby, al igual que Rev, tenía los ojos azules, aunque bastante más oscuros que los suyos. En aquel momento se clavaron en ellos con un gesto serio y preocupado que no le había visto nunca, y eso que era muy sentimental—. No sé si seremos capaz de pararlos, Rev. Su sed de sangre y su odio son muy superiores a los que he visto hasta el momento… Llevaba años sin sentir tanto miedo como ahora… Eso no significa que vaya a huir —aclaró, como si Rev necesitase de algún tipo de explicación para saberlo. Lo observaba fijamente a él y a su sonrisa tranquilizadora; no tenía la más mínima duda de que se lanzaría al combate si era necesario para salvar la vida de los habitantes del Edén—. Solo espero que lleguen los refuerzos a tiempo para evitar daños mayores.
Le gustaba cómo era Koby, su modestia y su honestidad ante todo lo que ocurriese. Le gustaba que pusiese por encima de todo el bien de las personas y su integridad. Pero sobre todo le gustaba que nunca se rindiese ante nada. Su coraje lo inspiraba y alentaba cada vez que había que luchar. Aunque Helmeppo se burlase y lo tratase de idiota e impulsivo, Rev acumulaba en su menudo cuerpo un gran sentido del deber. Era el primero que quería proteger a todos. No importaban las bromas que él hiciese hablando de que aún no había dado el estirón, que aún no tenía el pecho ni las caderas que estaba destinado a tener por su tipo de cuerpo ni que aún debería estar en la escuela estudiando. Rev sabía quién era y qué deseaba, por lo que no dejaría que un rubio con demasiado ego le quitase el suyo.
—Yo también iré a avisar a algunos puestos de frontera. No conviene que te sobreesfuerces, capitán. Dame un sello que indique que tengo tu permiso e iré volando ahora mismo.
—Siempre tan servicial, Rev —bromeó Koby negando la cabeza—. Este es mi trabajo, así que no intervengas, por favor. Coge tu arco favorito y ve a la entrada. Dios sabe que necesitamos más soldados que portavoces.
—¡Pero…!
—Es una orden, teniente Rev.
Si empleaba aquel tono de voz autoritario, el ángel ya no podía hacer nada. Chasqueó la lengua, frustrado por aquel trato y, de improviso, se notó abrazado por Koby. Su piel era cálida, su pelo olía a sudor y sandía y su pecho era firme y duro. Sin duda era una grata sensación. No pudo evitar ruborizarse al conseguir mantener un mínimo contacto con él.
—Gracias por preocuparte por mí. De verdad necesitaba algo de apoyo… Pero este es mi trabajo, así que me toca a mí hacerlo —Tras comentar eso en su oído, se apartó un poco y contempló de arriba abajo su rostro pequeño, triangular y bronceado. Su pelo negro y corto le daba todavía más aspecto de niño, pero él no parecía notarlo—. Intenta sobrevivir a esta batalla, Rev. Dios tiene un plan preparado para ti.

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Retazos; One Piece x OC
Fiksi PenggemarColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...