Shanks II (2/2)

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Pelirroja.
Shanks x Keiri.
AU contemporáneo.

—Y a esto le llaman ría.


—Ya sé lo que es una ría, idiota. Las hay en la región de Tohoku.

—¿Pero son tal que así?

—No exactamente, pero pescamos lo mismo.

—Oh, así que ya has probado la gastronomía local... Sin avisarme.

—¿Para qué? ¿Eres una rata que se dedica a mendigar comida allá por donde pasa, Shanks?

—¿Ahora ni siquiera soy "señor Shanks", Keiri?

—Me resulta demasiado vergonzoso llamarte "señor" yendo en chanclas y bermudas de colores al mismo tiempo que llevas camisa.

El pelirrojo se llevó una mano al pecho y abrió la boca en una mueca fingida de sorpresa y dolor. En medio de aquella zona de playa llena de luz y ruido, su cabello parecía centellear y revolverse como una bandera de peligro. Por lo menos mientras caminaban por el paseo no tendrían que cruzarse con más niños que le recordasen a Keiri qué hacía aquel hombre abandonando a sus hijos para perderse por el mundo.

—Pensaba que los japoneses eran educados por naturaleza y llamaban a toda la gente como yo "-san"... ¡Y que sepas que esta es la última moda entre los guiris!

—¿Qué es eso siquiera?

—Los europeos del norte que vienen a veranear al sur en medio de fiesta y descontrol diario y en turismo masivo.

—¿Te refieres a gente como esos rubios que tienen la piel quemada como una gamba?

—¡Efectivamente!

—Estás demasiado mayorcito para seguir su camino, Shanks.

La mujer pelirroja siguió andando por aquel camino cubierto de tablas de madera que se sucedían hasta rodear toda la costa de aquel lado de la ría. Las vistas admitía que eran bellas. En medio de aquella entrada del mar, una pequeña isla completamente cubierta de bosque se alzaba como un paraíso negado. Más lejos, el otro lado de la ría aparecía como un brazo avaro que se abalanzaba hacia ellos. Incluso a aquella distancia se podían distinguir algunas fábricas y la ciudad más cercana. Por desgracia, su instante de placer desapareció cuando Shanks volvió a situarse al frente.

—Me bloqueas las vistas, pelirrojo.

—Si algo he aprendido de ti hasta el momento es que no escuchas a quien no se pone a tu nivel, así que tuve que adelantarme —se excusó, con una leve sonrisa—. Lamento borrar de tu mente esta ría que tanto dices conocer.

—No es que las conozca —replicó automáticamente ante lo que le parecía una burla. De todas formas, ni siquiera bajó la vista a sus ojos mientras seguían caminando—. Simplemente sé lo que es, igual que sé cómo se ve un fiordo aunque no haya pisado Noruega en mi vida.

—Oh..., si es así, aún puedo contarte una leyenda preciosa sobre el lugar.

—Sorpréndeme, venga.

Shanks se mantuvo callado, con una sonrisa traviesa que le quitaba veinte años de encima. La sombra de un sombrero de paja tapaba sus ojos, pero supo que estaba contemplando el mar. Se detuvieron en cuanto el paseo de madera volvió a tener barandilla. El pelirrojo se apoyó en ella, con los brazos hacia el mar y la mirada perdida hacia el otro lado de la costa. Keiri se acercó a él e hizo lo mismo pero girándose hacia él para escuchar su historia.

Retazos; One Piece x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora