Mihawk

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Rivalidad.
Mihawk x Oc.
AU.

Había escogido aquel trabajo para pagarse su tan deseado viaje alrededor del mundo. Conocer otras culturas, escalar grandes montañas, perderse por la selva… Quería enfrentarse a lo desconocido. Y lo ya conocido casi lo estaba derrotando.

—¡No, no, no y no! —Gritó tirándose del pelo. El novato estaba volviendo a hacer de las suyas—. ¿Pero cuántas veces debo decirte que esto no se trata de cortar sandías, Dracule?

Le arrancó con rudeza el arma, ignorando la presencia de aquel hombre tan callado.

—Si lo que te gusta es rajar, ¡aprende a manejar un sable! No me destroces más floretes.

—Ahora mismo me atrae más probar nuevos estilos.

—¡Pues olvida los anteriores!

—Si veo que me van a superar, no puedo evitar defender con lo que mejor se me da.

—Esto no es una lucha a vida o muerte; ¡es un grupo de esgrima!

No respondió y el rubio se giró hacia él. Fue analizado al instante por aquellos ojos de halcón tan característicos y no pudo evitar tensarse más—. Lo lamento si he importunado tus enseñanzas, Jan. Aún tengo que acostumbrarme.

Aquella disculpa relajó un poco el ambiente en el pabellón, y los demás instructores y alumnos pudieron volver a su rutina. Cada vez que Jan comenzaba a gritar provocaba un pequeño revuelo, pero desde la llegada de Dracule Mihawk, el hombre más amenazante y misterioso de las clases, todos esperaban que comenzasen a pelear en cualquiera momento. Aunque aquel hombre pareciese bastante tranquilo, su propia aura ya espantaba las intenciones de cualquiera. Excepto del salvaje y sin cabeza de Jan. Solo su hermano era capaz de detenerlo, y aquel día estaba trabajando.

—Si tu problema es sentirte débil frente al rival, ¡no lo seas! ¡Entrena, practica, corre, estira y vuelve a entrenar! Solo un campeón merece un descanso temporal.

—Espero que hayas notado que esto no es un equipo de preparatoria y a duras penas vuestro jefe puede pagar las cuotas para presentarse a torneo, ¿cierto? —Jan sintió un puñal en su espalda—. Y que yo era campeón de prefectura en mi antigua ciudad antes de cambiarme de trabajo. Manejando un sable, claro —Y otro más—. Yo no necesito frases motivacionales; necesito un rival que me ponga las cosas difíciles.

Para alguien tan engreído como Jan, que había sido campeón nacional en la universidad en esgrima con florete, sable y espada, aquella seguridad le parecía un sacrilegio—. Recuerda tu lugar, Dracule. Sigues siendo un alumno recién llegado de una ciudad en la otra punta del país. No me importa que fueses vencedor tres años consecutivos en un torneo provincial. El rey de la esgrima en este equipo profesional, y en este país, ¡soy yo! —lo recalcó señalándose con el pulgar, y la otra instructora resopló mientras miraba la escena.

—Pues entonces tal vez tú sirvas de rival para medir mis habilidades.

El pabellón quedó en silencio unos segundos, antes de que la estridente risa de Jan hiciese aparición, rasgando la cancha con su propia presencia—. ¿Así que te consideras a mi nivel, Dracule? Esos cuatro años que me llevas no te han dado demasiada lucidez… Pero vale, hace mucho que no entro en calor. ¡Demuéstrame lo mejor de tu estilo!

Retazos; One Piece x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora