Paradise.
Jinbei x OC.A pesar de todos sus años de experiencia, aún no había podido acostumbrarse a aquello. Cuando estaba en el Nuevo Mundo, solo era un pirata más al servicio de Big Mom. Incluso antes de aquello, era reconocido como un shichibukai en los mares y podía estar tranquilo. Sin embargo, un revés del destino lo llevó al Paraíso. Perdida su posición, debía reagrupar a los Piratas del Sol y mantenerlos a salvo. Como líder, no se esperaba menos de él. Pero, como era de esperarse, su apariencia volvía a destacar.
En la primera parte de Grand Line los humanos aún no estaban acostumbrados a su presencia. Para ellos él no era un pirata por encima de todo, sino un gyojin. Lo temían y despreciaban más por su raza que por todos los crímenes y millones de recompensa que habían puesto a su cabeza.
—Mira, es repulsivo... ¿Cómo puede ser tan grande? ¿Y esos colmillos?
Jinbei intentó ignorar el hecho de que por aquellos mares también había vivido impune Crocodile y al que solo llevaba un par de cabezas. También trató de ignorar el hecho de que no había muchas diferencias entre su aspecto y el de un usuario de tipo zoan si ignoraban la habilidad acuática. Estaba demasiado viejo para enfadarse, pero también demasiado cansado para soportar aquella cantinela de nuevo. Se arrepintió de haberse detenido en aquel bar para comer algo mientras no localizaban a sus nakama en la isla. Por lo menos no había ningún cuartel de la Marina en las proximidades y no debía preocuparse de que fuese alertada...
—Tú, bicho grande.
Jinbei suspiró y se giró hacia el hombre que se había sentado a su lado en la barra del bar. Era ya un adulto, quizá rondando los cuarenta años o pasándolos, en aquella edad incierta que englobaba desde los treinta hasta los primeros cincuenta en los humanos. Medía más de dos metros, por lo que aquel calificativo de aquella voz cantarina le parecía hipócrita. Por su sonrisa torcida, se imaginó que era de los valientes que se decidían a plantarle cara hasta que recordase que había una recompensa por su cabeza que sobrepasaba los cien millones por mucho.
—¿Quieres algo?
—Llama al camarero, anda. Contigo en medio no ve mis llamadas y tampoco me gusta levantar la voz —Jinbei se mantuvo en silencio, analizando si aquello lo había dicho de forma casual o quería insultarlo indirectamente. Sus ojos anaranjados parecían sinceros y curiosos, enmarcados por unas largas pestañas rubias que se entrelazaban y hacían brillar su iris. El gyojin se limitó a asentir y hacerle una señal al caballero que atendía la barra. Quizá era por su aspecto, pero había reaccionado al instante y se debatía en el nerviosismo. Después de pedir su orden el hombre que le había hablado antes, se evaporó su presencia—. Gracias, gyojin.
Jinbei ni siquiera podía distinguir si su tono de voz al pronunciar el vocativo fue burlón o neutro. Algo en él era demasiado difuso como para poder conectar las piezas con facilidad—. Si quieres hacer algún comentario sarcástico en mi contra no te detendré. No controles tu bilis conmigo.
—¿Y para qué tendría que perder el tiempo con ello? No me malinterpretes; me encanta destruir el ego de cualquiera que me cruce..., pero si ese ego no existe, no tiene gracia —El camarero apareció con un cóctel extraño que Jinbei no pudo identificar y volvió a huir de él—. ¡Ya era hora! Llevo dos minutos esperando por una simple bebida.
Ciertamente aquel humano era exigente, brusco e impaciente, con una malicia que se deslizaba por sus poros y solo esperaba el momento exacto para prender la mecha. El pirata prefirió no seguirle la conversación y seguir a lo suyo.
Pero él no se lo permitía—. ¿Cómo te llamas, hombre-pez?
—¿Para qué quieres saberlo?
—Me aburro y necesito entretenerme con algo. Y no me gusta no saber siquiera a quién me estoy dirigiendo...
Tras meditarlo algunos segundos, cedió. Al fin y al cabo, cualquiera que lo viese sabía a simple vista quién era. Por lo menos desde que su rostro había aparecido en los periódicos tras acompañar a Luffy a realizar un homenaje a Shirohige en Marineford—. Jinbei.
—Oh, ¿entonces tenía yo razón? — comentó con la cabeza apoyada sobre sus nudillos y una sonrisa satisfecha—. ¿Y qué hace un gran pirata en esta parte de Grand Line? ¿No es el Paraíso demasiado pequeño para una bestia como tú?
—Eso no te incumbe.
—Yo soy Lince, por cierto —continuó sin prestar atención a sus palabras.
—¿Por qué tienes tanto interés en hablar conmigo? ¿No puedes ser como el resto de humanos y simplemente ignorarme?
—Oh, pero yo no soy un humano cualquiera. Soy el hermano del próximo gobernante de una isla cercana. He conseguido sacarlo de Impel Down gracias a cierto evento en el que te has visto relacionado. En breves aniquilaremos a los monstruos que han arrasado con nuestro hogar y podremos deambular por el mundo sin rumbo fijo hasta que él decida tener las ideas claras por una vez... ¡Quién diría que él es el mayor!
A Jinbei no le interesaba en absoluto lo que le contaba, pero de lo que dijo lo inquietó—. No me habrás estado siguiendo hasta aquí, ¿verdad?
—Oh, como se nota que lo de que no sois muy listos es un prejuicio racial. Sí; en cuanto recuperé a mi hermano quise encontrarte.
—¿Por qué? ¿Para qué?
Lince pasó una mano por su cabello rubio, tan corto que ni alcanzaba a taparle la vista, pero que se enredaba igual en las pestañas de su ojo derecho. El pendiente con forma de dragón que llevaba en su oreja izquierda tintineó y desvió su atención hacia allí. No; él no era de aquella isla ni compartía la misma aura que los aldeanos, pero ni siquiera parecía un viajante normal. Algo en su forma de moverse le anunciaba que era fuerte y contundente. ¿Quizá querría derrotarlo y conseguir algún título de shichibukai que siguiese sin dueño? Aquello ayudaría sin lugar a dudas a gobernar la isla de la que había hablado.
—No lo sé. Simplemente me pareciste interesante. Conocías a Shirohige y por lo visto también conoces ahora a Big Mom y a Silvers Rayleigh. ¿Nunca te has parado a pensarlo?
—La verdad es que no.
En medio de la barra de aquel bar, Lince solo hacía inclinarse hacia él y comentarle algún detalle de sí mismo que no podía parecerle más insignificante. Pero en lo que sí se fijaba era el trato que recibía. Para él solo era un pirata más, un hombre más. Y al mismo tiempo alguien interesante. ¿Cómo era posible que aquel rubio perteneciese a la primera parte de Grand Line? Su personalidad y actitud solo se la había cruzado antes en medio de piratas de renombre a los que solo les importan los resultados. ¿Quién era él? ¿De qué hablaba con cada enigma? No supo cómo ni en qué momento, pero Jinbei comenzó a sentirse más intrigado por Lince que él por el gyojin.
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Retazos; One Piece x OC
Fiksi PenggemarColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...