Retazos; One Piece x OC

Law II

Cambio de rumbo.
Law x Mauro.
AU contemporáneo.
Pedido de StrangeGRoxy.

Mauro ya era un hombre adulto, con la vida más o menos resuelta y una rutina. Y por eso mismo le extrañaba despertar con aquel dolor abrasador en su cabeza cuando ya hacía años desde la última vez que había salido de fiesta o tomado una copa. De hecho, él era abstemio, así que la confusión fue a más a medida que recordaba quién era. Quiso separar los párpados, pero estaban tan cementados con sus propias legañas que era incapaz. Acercó una de sus manos para rascarse la cara, pero notó un tirón extraño. Entonces se quedó paralizado, evaluando la situación.

¿Y si lo habían secuestrado? En el cuartel le habían explicado algunos métodos que solían utilizar los criminales por la zona de Barcelona para atrapar a sus víctimas. ¿Y si llevaba unos grilletes? ¿Y si lo habían drogado? Era mejor no moverse e intentar percibir con sus sentidos lo que lo rodeaba. Nunca se tenía la completa certeza de estar solo o acompañado en medio de aquel estado confuso.

Quieto y silencioso, intentó repasar que no hubiese hecho ningún movimientos extraño desde que había despertado. Según él, solo había movido su brazo, y no tanto como para producir ruido. Solo esperaba que nadie lo hubiese estado observando en aquel instante...

Entonces se oyeron pasos secos en la lejanía. ¿Lo habrían visto? No; se fue tan rápido como vino, pero por el lado contrario. Ni siquiera parecía haber intentado acercarse a él... A sus alrededores no se escuchaba absolutamente nada, así que, después de unos largos minutos en absoluta rigidez, forzó sus ojos a abrirse. 

Cuando lo hizo, se arrepintió al momento. Por lo menos sí que estaba solo, pero toda su angustia había sido paranoia sin fundamento ya que... se encontraba en un hospital.

—Solo me faltaba volverme tan loco como ellos... —murmuró para sí mismo, llevándose una mano a la frente para masajear sus sienes. La tensión en sus brazos era una vía intravenosa y su cabeza le dolía porque estaba vendada. Por el tipo de escozor, se imaginó que había sido una contusión. 

¿Y cómo había acabado allí? Comenzó a hacer memoria. Los últimos recuerdos que tenía eran de la semana de manifestaciones por toda Cataluña, donde había tenido que estar trabajando como antidisturbios durante tantos días seguidos. Algunas memorias se le mezclaban con otras, sin conseguir ordenar qué evento catastrófico había ocurrido antes. Sí que recordaba haber estado con mayor frecuencia en los furgones, encargándose de reponer escudos, cascos, porras y demás utensilios que quedaban inutilizables tras cada enfrentamiento con los manifestantes.

En cuanto el rostro de Bogard relampagueó en su mente, todas las piezas encajaron en su sitio. Él lo acompañaba aquella tarde; era quien conducía. Era de los policías que más había mantenido la calma a lo largo de las jornadas, por lo que Mauro había estado dormitando a su lado mientras se acercaban a la zona del estadio. No fue hasta que escuchó las protestas que se dio cuenta de lo que estaba pasando: Bogard había comenzado a cargar contra los manifestantes para desmobilizar la concentración. Los jóvenes, que eran los que normalmente estaban en primera fila, salvaban a los distraídos y golpeaban el capó del vehículo para que se detuviesen, pero nada le afectaba al sereno Bogard, resguardado bajo su sombrero marrón de ala estrecha y con un cigarro colgando de los labios.

Mauro había intentado detenerlo con palabras, pero viendo que él solo respondía que estaba cumpliendo con su trabajo, había tomado por la fuerza el volante y giró en dirección contraria a los civiles. Por desgracia, allí había un muro. Recordaba haber gritado y luego nada. Debía dar las gracias por siquiera estar con vida y sin ningún miembro menos...