Falsa acusación.
Bartolomeo x OC.
AU.Bartolomeo no era precisamente alguien religioso o temeroso de las consecuencias de sus actos, pero en aquella ocasión todo era diferente. Sentado en medio del juzgado, tenía sus rosadas y callosas manos entrelazadas y murmuraba pequeñas oraciones que aún recordaba de habérselas escuchado a su abuela. Con la cabeza gacha y los colmillos superiores sobresaliendo de su boca y rozándose con el labio inferior, intentaba pasar desapercibido y, con algo de suerte, conseguir que dejasen de alegar pruebas en su contra. Aquello ya era insoportable.
Él había sido acusado de asesinato y, de la noche a la mañana, el cuerpo de policía había acudido a su casa y lo había encerrado a espera del juicio. Teniendo todavía veinte años y la vida por delante, sentía que todo se desmoronaba a una velocidad abrumadora sin que él pudiese hacer nada para evitarlo. Sí; había contratado a un abogado, pero eso no significaba que estuviese haciendo algo.
Bartolomeo era incapaz de matar, y mucho menos a él, a Luffy, al hombre que idolatraba por encima de todo. ¡Antes se arrebataría la vida que hacerle el más mínimo daño! Así quería al joven universitario con el que se había ido de fiesta en los últimos meses por su carisma natural y su facilidad para atraer a cualquiera a su alrededor. Los ojos rojos de Bartolomeo se habían teñido de un brillo infantil y eufórico cuando le ofreció salir por la noche con él, y no era tan idiota como para cortar con aquella pequeña gloria de cada semana.
¿Quién podría haberlo matado? ¿Y por qué le echaban la culpa a él? Ni siquiera estuvo con él ese día porque enfermó de gripe. Como vivía solo en el apartamento, no había nada que confirmase que se quedó allí. Además, los vecinos habían estado preparando las fiestas del barrio y tampoco estuvieron pendientes de quién subía y quién bajaba. ¿Pero quién no podía notar a un joven con el pelo verde, largo y enredado, ojos rojos, septum y piercings en las orejas dorados y colmillos más grandes que los de un vampiro? Bueno, cuando se ponía a pensarlo, excepto por el último detalle, lo demás era propio de un universitario promedio, pero eso no quitaba que fuese reconocible fácilmente en la comunidad de su edificio.
No importaba cuántas vueltas le diese. La única respuesta que recibía era el silencio.
—Barto, ¿te vas a quedar ahí?
El acusado alzó la cabeza y se encontró con los ojos negros y rasgados de Sep —como lo llamaba amigablemente— escrutándolo con una ceja alzada. Observó a su alrededor y se dio cuenta de que el juez había dado un descanso al juicio y los presentes se estaban marchando de la sala. Se apuró para hacer lo mismo y respirar un poco de aire fresco, aunque fuese el del mismísimo pasillo. Cualquier lugar era mejor que ese.
—No tengo posibilidades, ¿verdad? —comentó en cuanto estuvieron a solas en un rincón del largo pasillo en tonos tierra que rodeaba la sala. Sus manos se retorcían y pataleaban en el aire en busca de expresar unos sentimientos que se desbordaban y lo mantenían sumiso a ellos—. La defensa ha quedado por los suelos. Aunque yo no haya hecho nada, hay pruebas en mi contra que ni siquiera sé de dónde han salido. ¿Es que ahora un tuit cualquiera adorando a Luffy sirve para decidir que soy un maníaco que solo quería tenerlo para mí? ¡Yo sería la última persona que le haría daño!
—¡Lo sé, lo sé! —Sep perdió la compostura más rápido de lo habitual y apartó las manos de Bartolomeo de los tirantes grises que le estaba estirando. Su rostro, que normalmente estaba pálido y amarillento, en aquel momento estaba rojo de rabia. Tuvo que recordar que no soportaba que manchasen o arrugasen sus trajes de trabajo y se apartó por fin para dejarlo hablar—. Siempre he sabido que eres inocente, Barto, por eso no tienes que preocuparte. Solo estoy buscando el mejor momento para jugar mis cartas. No sé quién ha ofrecido tantas pruebas a la fiscal, pero sin duda es preocupante lo empeñados que están en considerarte culpable…
El abogado aflojó su corbata gris de rayas negras con unos pequeños tirones mientras le daba vueltas a aquello. Bartolomeo mantuvo la vista fija en el lunar que se situaba bajo su ojo izquierdo, como solía hacer cada vez que entraban en un silencio pensativo mientras Sep preparaba alguna clase de plan. Aun así, en aquella ocasión no comentó nada más, quizá porque ya no había palabras para expresar tamaña injusticia.
—Estás temblando más que aquella vez que te —Hizo una pausa para encontrar la palabra— sugerí que hicieras vida normal con un vibrador dentro de ti —Sep se sonrió y sus perfectos dientes brillaron con la misma elegancia y prepotencia de siempre. Bartolomeo no tuvo ni ganas de enfrentarse a él en medio de aquella situación—. Eh, tampoco te pongas así. Solo intentaba bromear un poco para relajar el ambiente.
—Tu sentido del humor sigue siendo horrible por mucho que lo intentes, Sep. Déjalo.
Con sus menudas manos echó su corto cabello castaño hacia atrás y después las extendió hacia él para obligarlo a posar la cabeza en su cuello—. Deja de preocuparte por tonterías; no queda contigo. Solo confía en mí y en mis habilidades como abogado. Nunca te he fallado hasta el momento, ¿verdad?
Por mucho que odiase admitirlo, tenía razón—. No; nunca lo has hecho, por alguna extraña razón.
—Oh, ¿eso a qué viene, Barto? Yo me porto muy bien contigo.
—Y eso es lo que da escalofríos —protestó intentando apartar la cabeza de su cuello tirando de sus hombros, pero él no cedió en su empeño y no pudo apartarse ni un milímetro—. Joder, qué insistente eres… ¿Es que no ves lo snob, arrogante y terco que eres? Aún no entiendo cómo puedo gustarte siendo yo un gamberro cualquiera que no es capaz ni de mantenerse alejado de los problemas…
—Bueno, mientras estudiábamos eras una fuente inagotable de datos con los que complementar mi especialización en delincuencia en menores y jóvenes. Aprendí muchas cosas nuevas y supongo que por el camino me interesé en ti —comentó con tranquilidad, reflexionando y pensando en alto lo que se le pasaba por la mente. Bartolomeo ni siquiera pudo ofenderse después de llevar años aguantando su personalidad irritante de niño rico con la vida regalada—. Tú solo piensa en una cosa: saldrás inocente de este juicio. Tu novio se encargará de que nadie te ponga la mano encima ni intente pagar sus trapos sucios contigo.
El tono frío y calculador de Sep erizó el cabello de su pareja, que por fin pudo apartarse de él para observarlo directamente a los ojos. A pesar de la extraña calma en la que se había inundado, estaba sumido en una furia lenta e incombustible que lo quemaba por dentro—. ¿Qué es lo que tienes pensado, Sep?
—Oh, ya verás. He encontrado lo que nadie más podría encontrar: un testigo del asesinato.
Y la sonrisa maligna del moreno hizo acto de presencia, produciendo un escalofrío incluso en la persona que debía salvar. Una vez que a él se le cruzaba una idea por la cabeza, era capaz de remover cielo y tierra con tal de llevarla a cabo. Y lo imposible ocurría a su alrededor. Bartolomeo se sintió esperanzado por primera vez desde que lo habían arrastrado al cuartel de policía. Como siempre, a pesar de lo extraño e irritante que Sep pudiese llegar a ser, se desvivía por mantenerlo a salvo. Y pobre de aquel que interfiriese en su camino.
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Retazos; One Piece x OC
FanfictionColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...