Bonney

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El vecino de enfrente.
Bonney x OC.
AU contemporáneo.

Su estómago rugía incluso más que el monstruo que aparecía a través de la pantalla de televisión. Hacía zapping para matar el tiempo, pero Bonney deseaba comer algo de una vez. Ya era tarde, pero no había podido volver del viaje antes. Y, la verdad fuese dicha, en cuanto llegó se quedó dormida sin querer en cuanto se sentó en la cama para deshacer las maletas. Nunca había sido buena a la hora de dormir en aviones... Al volver a abrir sus ojos lilas, ya eran los cinco de la tarde, sus labios estaban secos y, como descubrió segundos después, no se había preocupado de rellenar la nevera antes de marcharse.

Bonney se dejó caer pesadamente en el sofá. Resopló y estiró el cuello hasta encontrar una buena postura. No negaba que podría seguir durmiendo, pero ya había hecho un pedido a domicilio y sabía que luego no estaría de humor ni para pagarle a quien viniese.

Y, como si fuese telepatía, sonó el timbre de la casa. Bonney abrió los ojos con fuerza y se levantó de golpe. Le asaltó a la cabeza un rápido dolor por el cambio de presión y gravedad, pero tenía asuntos más importantes que atender. Recogió el dinero de la mesa que se encontraba detrás del sofá y avanzó con rapidez por el pasillo hasta abrir la puerta principal.

Oh, y lo que vio no le gustó. Su querido, amado y deseado repartidor de pizzas se encontraba en la entrada de su casa, al otro lado de la valla del jardín. Sonriendo, charlando y riendo. Al lado de Dece. Aquello nunca era buena señal.

Se acercó lentamente, sin despegar sus ojos del joven albino que no dejaba de reírse y dirigirle miradas de reojo que no intentaba disimular siquiera. Luego lo vio alzando la mano y juró que lo mataría ese mismo día.

—¡Cuánto tiempo, Bonney! ¡Venga, dale una propina al chico! Nuestras pizzas están casi recién salidas del horno. —De sus labios comenzaron a chorrear pequeños hilos de queso. Sus dedos estaban llenos de la grasa de las cajas y su sonrisa era tan infantil como todo él.

—¿Y a ti quién te invitó, payaso? ¿Tan poco te interesa seguir viviendo? ¡Págame ahora mismo lo que costaron esas porciones o pídeme otra ahora mismo! —ordenó con los nudillos clavados en las caderas. Desvió la vista hacia el repartidor y este se encogió por el aura feroz que despedía su cuerpo.

—El chico me dijo que habíais quedado los dos juntos y... —se excusó antes de agachar la cabeza, apretando con sus dedos el ticket de compra. A Bonney aquello no le importó. Al fin y al cabo, allí quien era una basura que debía ser recogida de una vez era Dece. Le entregó rápidamente el dinero de la comida y dejó que huyese de aquella batalla de malas miradas tan rápido como consiguió su sustento para no perder el trabajo.

—Pídeme otra pizza, canijo. Ahora.

—Oh, ¿y podrás con tantas sin mi ayuda? Sería un desperdicio no aprovechar el momento para afianzar nuestra amistad... —Le dio otro mordisco desganado a la porción de pizza que Bonney no se había visto con fuerzas de arrebatarle. Quizá con aquel simple contacto acababa contagiándole algo. Prefería no descubrirlo.

—Lo único que se va a afianzar aquí es mi contrato con un sicario. ¡Deja de ser una basura, Dece! ¡Lárgate de mi jardín!

—Oh, pero yo no estoy en tu jardín. Mira. —El albino estiró una pierna entre los barrotes metálicos de la valla hasta tocar el suelo de hierba que rodeaba la casa de Bonney—. Ahora estoy dentro, ahora estoy fuera. Ahora estoy dentro, ahora estoy fuera. Ahora estoy den...

—Acaba la frase y te retuerzo este pie. —Los ojos rojos de Dece se clavaron en ella con una fingida mueca de sorpresa cuando atrapó su tobillo y lo inmovilizó, no sin antes retorcerlo como advertencia.

—¡Pensaba que éramos amigos!

La joven no comprendía nada de él ni de sus comentarios. Se había reído en mitad de su falsa impresión dramática. Ni siquiera sabía burlarse bien de ella. Y así le molestaba todavía más la situación—. Muérete, Dece.

Y le retorció el pie con más fuerza contra la valla. No tardó en llegar un grito, algo agudo de más, de los labios de gusano de Dece. Tampoco tardaron en aparecer los suspiros desde el otro lado de la acera y las ventanas. Al principio los otros vecinos acudían a contemplar qué ocurría, pero al reconocer a ambos desistían. Era el mismo espectáculo de siempre, uno que no parecía tener solución por mucho que lo intentasen.

—¡Vale, vale! ¡Suéltame de una vez! —Al verlo agachar la cabeza y admitiendo la derrota, una sonrisa brillante hizo acto de presencia en los labios pintados de rosa de Bonney. Dece fue el primero en notarlo y jugueteó con el flequillo blanco que caía sobre sus ojos hasta no dejar ni un centímetro de sus ojos a la vista. Por lo menos no en aquel momento—. En serio..., mira que eres vulgar y boba. ¿Es que no veías que solo era un juego amistoso para conmemorar tu regreso al vecindario? Durante todo este tiempo admito que... me aburrí. No podía dejar de pensar en ese cabello rosa mal teñido, en esos piercings dorados y horteras de tu rostro, en tu maquillaje mal puesto y en todas las barbaridades que salían de tus labios de payaso... —Lo escuchó suspirar, sonreír y atravesarla con la mirada—. Sí, voy a atreverme a admitirlo: te eché de menos mientras estabas de vacaciones en Estados Unidos. Y ahora que por fin te tengo a mi lado... —Se mordió el labio inferior, la recorrió con los ojos de arriba abajo. Incluso Bonney se pudo nerviosa ante aquel acto—, pues no perderé la ocasión de molestarte.

Y los gritos y las risas de burla del otro regresaron como al principio. La pizza se enfriaba al lado de la puerta y los vecinos ya bajaban las persianas de sus ventanas a pesar de haber luz en el cielo todavía. Todo fuese por no escucharlos ni verlos al borde del asesinato.

La única persona que se mantuvo allí firme e interesada, aunque tan irritada como los demás, fue la hermanastra de Dece, que observaba todo desde la puerta de su casa. Estaba cruzada de brazos y con el ceño fruncido, pero no perdía ojo de las interacciones entre ambos. Y, como cada vez que aquello ocurría, se permitió dejar los ojos en blanco y soltar para sí misma—: ¿Cuándo admitiréis de una vez que os gustáis, idiotas?

Retazos; One Piece x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora