Nox.
Pedro x OC.Llamar a aquello isla era demasiado pedir. No era lo suficientemente grande como para generar magnetismo y ni siquiera vivía alguien allí. Al fin y al cabo, ¿cómo se podría regresar a un lugar como aquel?
Pedro sería capaz. Tenía su vivre card y la certeza de que él no se movería de allí. Derek observó con sus ojos dorados el horizonte cada mañana, esperando vislumbrar los barcos de los piratas Nox.
Y por fin un día tuvo suerte. Contempló el mascarón y la bandera en un solitario barco pirata que se acercaba a la isla. El hocico plateado de Derek se retorció por la emoción e intentó mantener la cordura mientras esperaba a que navegase hasta su posición.
Él había acabado en el islote escapando de la batalla y aún se sentía miserable por ello, pero si el capitán Pedro se lo ordenaba, él no podía hacer menos que obedecer. El caos provocado por la ofensiva de los piratas de Big Mom fue lo suficientemente grande como para permitirle huir sin ser detectado. Derek había apretado la mandíbula, enseñado los dientes y aullado de rabia, pero aquello no funcionaba con un jaguar, por lo que sus intentos honorables de mantenerse en medio del conflicto fueron inútiles.
—Alguien tiene que sobrevivir, Derek. Nuestros jefes necesitan saber el resultado de lo que ocurra aquí —le había confesado Pedro, con sus grandes y felinos ojos castaños fijos en él.
Aun así, decidió no alejarse demasiado y mantenerse alerta en las proximidades de Totto Land.
El mink había intentado calmarse cantando, pero él no era más que un zorro y no podía compararse con la elegancia de un lobo o un puma.
A medida que el barco se acercaba, la sonrisa en el hocico gris de Derek se fue diluyendo. Las velas apenas se mantenían unidas, la proa estaba abollada y los cascotes no dejaban de desaparecer en el mar. A cada minuto el barco se deshacía más y más y el hombre no pudo hacer menos que preocuparse, su mayor especialidad.
No esperaba que saliesen victoriosos de la batalla con Big Mom, pero el resultado era desesperanzador. Y todavía más lo fue cuando la única figura que vio bajar del barco era Pedro. Y con una venda recubriendo el lado izquierdo de su cabeza.
—Me alegra que te encuentres bien, Derek —lo saludó. Estaba magullado por todas partes y su cabello rubio anaranjado caía y se enredaba en su capa verde sin control. Le daba la impresión de que las motas oscuras de su pelaje se habían empequeñecido y sus ojos castaños parecían más negros y opacos que nunca. Parecía una persona que había presenciado el infierno y se veía obligado a seguir viviendo.
—Pedro, ¿qué te ha pasado? ¿Cómo acabó la batalla? —En cuanto el jaguar puso pie en la isla, el zorro se acercó a él a paso rápido. Le sacaba casi treinta centímetros de altura, pero en ese momento lo sintió más bajo y demacrado. Aun así, sus preocupaciones lo asaltaron antes que su perspicacia cuando flanqueó con la mirada la embarcación—. ¿Dónde están Zepo y los demás?
Su capitán apartó la vista y no comentó nada. Fue en aquel momento cuando Derek recuperó la cordura tras tantos días sin poder comunicarse con nadie. Dejó de acosarlo con preguntas y permitió que su mente descansase del viaje.
—He construido una pequeña cabaña en este tiempo. Será mejor que te pongas cómodo y me permitas curar esas heridas. Claro, en la medida en que yo soy capaz. —Por lo menos Pedro asentía, pero no se movió. Derek aproximó una de sus manos a su brazo poco a poco, sin saber cómo podría tomarse aquello después del trauma que seguramente había sufrido. Al principio se le erizó el vello, pero sabiendo que era él, se dejó hacer y encaminar, con aquellos dedos plateados entrelazados con los suyos dorados.
La edificación era bastante pobre, pero él no era ingeniero y se había valido de los restos del barco que había sido destruido en medio de la batalla y lo había perseguido a través del mar. Era una construcción triangular de madera, con una puerta hecha a partir de algas, ramas y hojas de algunas árboles y la quilla partida del barco como punto de apoyo. Al interior solo llegaba la luz por la entrada y algunas rendijas desgastadas por el viento y el agua. Se estaba mucho más fresco que en el exterior, por lo que para personas de su raza era bastante favorable.
Pedro podría orientarse perfectamente con su visión gatuna, así que Derek no tuvo que comentar nada sobre la mesa baja que había elaborado sobre un timón roto y parte de una barandilla o los víveres recogidos en cestas de mimbre en la pared contigua a la puerta. El zorro hizo que se sentase sobre el amasijo de paja al que llamaba cama y lo inspeccionó una vez dejaron de interferir en la luz matutina que entraba por la puerta.
Aparte de lo de su rostro, no notó ninguna otra herida que no fuese superficial, lo que lo extrañó todavía más, pero no podía ser tan curioso como siempre. En aquel momento, toda palabra parecía pesar más que el aire. Fue quitando poco a pocos los vendajes que recubrían su rostro y ahogó un gemido al contemplar el tajo que partía la cuenca de su ojo por la mitad.
—Todos han muerto y yo tuve que arrancarme un ojo para poder sobrevivir —confesó finalmente con voz ronca y aletargada, asustando a Derek.
Y entonces comenzó a explicarle todo lo ocurrido desde que se habían separado ante los atónitos ojos dorados del otro mink. Intentó ocupar su tiempo limpiando las heridas y reforzando las vendas, pero no podía evitar paralizarse cada vez que el susurro que acompañaba al nombre de Big Mom se hacía presente.
Cuando terminó de comunicarle todo, Pedro volvió a sumirse en el silencio, con los ojos castaños clavados en el suelo de tierra de la cabaña. Derek, por otra parte, inició el llanto por cada muerte de sus camaradas. Su capitán le dejó un sitio a su lado, pero intentó proveerle de su propio espacio para que no se sintiese abrumado. Durante unos eternos e incesantes minutos, allí solo se pudieron escuchar los gimoteos de un zorro gris incapaz de aceptar la realidad. Y que él no había estado allí para echar una mano.
—¿Y tienes algún plan, Pedro? —consiguió preguntar una vez dejó de hiperventilar y apartó las manos de su hocico—. ¿Algo para la venganza?
—Déjate de tonterías, Derek. Los días de los piratas Nox han terminado —lo atajó. Quiso replicarle, pero volvió a ser detenido en el acto—. No hemos conseguido ningún foneglifo, que era lo imprescindible, e intentar un ataque directo solo será peor para nosotros. No tiene ninguna razón de ser intentarlo con lo débiles que somos... Pronto llegará un nuevo amanecer y por eso quise mantenerme con vida a toda costa. Hay una generación de minks que debemos preparar para la batalla final.
Pedro siempre había sido una persona cauta, valerosa y responsable, a unos niveles tan altos que Derek llegó a sentirse frustrado con sus decisiones en multitud de ocasiones. Él era más impulsivo, más rencoroso y vengativo. Y que comentase aquello solo le hacía hervir la sangre. Quiso protestar ante aquello, pero al alzar la cabeza y verlo llorar, se quedó congelado con la boca abierto y un grito ahogado que murió en forma de quejido lastimero.
Pedro era el primero que lamentaba tener que hacer aquello y él estuvo a punto de echárselo en cara. Él, que se creía la persona que mejor lo conocía, se había derrumbado tanto como para perder su conexión con la realidad.
—Lo siento, de veras, lo siento... —musitó Derek. Rodeó con sus palmas el rostro peludo de Pedro y lo pegó al suyo, rozándolos amistosamente—. No haré ninguna tontería. Ni siquiera debí decir lo que dije después de todo por lo que has pasado... Me quedaré a tu lado, lo prometo. —A cada palabra la acompañaba un beso, ya fuese en sus párpados cerrados, en su nariz o en su morro—. Y te ayudaré con los entrenamientos, si eso es lo que necesitas. No dejaremos que esos niños tengan que pasar por lo mismo que nosotros.
La boca de Pedro sabía tan bien para él como recordaba, pero el tacto de su piel era lo más especial. Su pelaje dorado con motas negras siempre brillaba y se deslizaba por sus dedos con una delicadeza y suavidad embriagadoras. Adoraba acariciarlo casi tanto como poseerlo.
Cuando por fin lo dejó respirar, él seguía abatido, pero mucho más calmado. También envolvió su rostro entre sus palmas y le susurró a milímetros de su hocico antes de besarlo—. Gracias por todo. No sé qué habría hecho si no llegas a estar vivo, Derek.
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Retazos; One Piece x OC
FanfictionColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...