Felino.
Robin x OC.
AU contemporáneo.Robin y Mark se encontrarían a las ocho al lado de la pista de hielo. Robin revisó de nuevo la hora en su reloj de muñeca una vez llegó a la Casa de la Cultura de su ciudad. Había sido tan puntual como siempre a pesar de que peinarse aquel día le hubiese llevado más de la cuenta al haber explotado el secador de pelo cuando Nami, su compañera de piso, lo enchufó a la red eléctrica. Lo más probable era que su novio hubiese estado jugando con él como había hecho otras veces. El recuerdo hizo sonreír a Robin y apretó con más fuerza la correa de su bolso antes de poner un pie dentro del edificio.
La Navidad ya se había desvanecido, pero el frío no, por lo que el ayuntamiento había decidido mantener las instalaciones unos días más. A ella le encantaban los niños y, en general, las familias felices que solo hacían reírse en aquella clase de eventos, así que no lo dudó ni un segundo a la hora de decidir dónde quedar con Mark por primera vez.
Y entonces lo vio. Se había puesto un gran abrigo negro que lo cubría hasta las rodillas, pero su pelo naranja era inconfundible. Desde la última vez que lo vio se había rapado los laterales y ahora podía apreciar que su cabello natural era castaño oscuro por lo menos. Tenía el ceño fruncido y los ojillos, negros y redondos, concentrados en la pantalla de su móvil mientras escuchaba música por los auriculares.
Robin lo había conocido hacía unos días por una amiga, pero ya había aprendido que no es que estuviese enfadado o molesto de verdad sino que su mueca habitual era así sin darse cuenta. Después de conocer a Zoro, a Law, a Kid, a Hina y a Hancock en el trabajo, había aprendido a no juzgar el carácter de una persona por lo que aparentaban indicar sus expresiones faciales. A él solo lo había visto en aquella ocasión y el resto de su relación se había dado por las redes sociales, pero le había parecido un chico interesante y no tardó en comentarle si quería ir a dar una vuelta algún día. Le encantaba presenciar cómo uno de aquellos gestos imperturbables se convertía en algo muy diferente al comenzar una conversación.
Oh, pero él era especial incluso en eso.
—Por fin nos volvemos a ver, Mark —saludó ella con una leve sonrisa, ladeando la cabeza en el proceso.
Aunque llevaba los auriculares, la notó rápidamente y los quitó, dejando su móvil de lado en un rápido toque y centrando sus ojos negros como pozos en ella. Sus movimientos fueron tan veloces que Robin temió que el aparato saliese volando.
—¡Oh, Robin! Buenas tardes, o noches, no sé cómo está el cielo ahí fuera... —musitó, avergonzado. Aunque no le apartaba la vista, sus largas pestañas bajaban y advertían que sus párpados iban a cubrirlos por completo. También agachaba la cabeza y jugueteaba con las manos en el interior de los bolsillos de su abrigo. Sin duda estaba nervioso por el encuentro. Intentaba sonreírle, pero a él nunca se le había dado demasiado bien, por lo que le habían comentado un día que decidió curiosear sobre él.
Robin no era alguien que tuviese poca autoestima o grandes inseguridades, pero aquella fascinación de Mark por ella que apenas era capaz de ocultar la reconfortó y divirtió a partes iguales.
—¿Te he hecho esperar mucho?
—¡Claro que no! —replicó al instante, con aquella voz ronca y rasposa que lo hacía parecer tan intimidante—. Fui yo quien llegó antes de tiempo por pura rutina. No tienes ninguna razón para sentirte mal. Ah, ¿has traído tus propios guantes? Por aquí los están vendiendo, si te hacen falta...
—Los tengo conmigo; no te preocupes. —Agitó ante él un par de guantes grises que había sacado de su gran bolso de piel negro. Él asintió, aunque no pudo evitar fruncir el ceño. ¿Quizá sentía que había hecho una pregunta estúpida? Robin no lo sabía, pero sin lugar a dudas le parecía muy tierno el cómo actuaba cuando estaba cerca de él.
A todo persona que le había preguntado por él le saltó la alarma al comentar que le interesaba. No supo el porqué hasta que le hablaron de su mala fama por meterse en peleas y ser grosero. Además, parecía venir de familia, porque su hermano mayor era de la misma calaña y había quien postulaba que estaban haciendo una competencia por quién se ganaba más odio en la ciudad.
Robin no podía hacer más que reírse ante aquellos rumores. Lo que tenía delante era un gatito asustado, no un león.
—Me he tomado la licencia de comprar las entradas para la próxima hora, por cierto —comentó Mark mientras le entregaba aquel ticket blanco con estampado de copos de nieve azules.
—¿Y si decidía darte plantón, Mark? No ha sido una estrategia demasiado inteligente... —le reprochó, con tono juguetón y una caída de ojos. Cuando los orbes turquesas y los negros conectaron, lo sintió palidecer.
—Bueno, yo..., es decir, quizá tengas razón, pero... —Carrapeó para ordenar sus ideas— yo no tengo ningún motivo para desconfiar de ti.
Robin había querido molestarlo y divertirse un poco, pero aquella respuesta le cortó la respiración durante unos segundos. Sonrió, cerró los ojos un instante y susurró—. Ni yo de ti, Mark. Nadie debería desconfiar de ti.
Él ni siquiera respondió. Desvió la mirada hacia la fila que se estaba formando para entrar en la pista y avanzó en silencio hacia ella. La morena podía imaginar lo que se le pasaba por la mente, las historias que todos comentaban a sus espaldas sin el menor interés en descubrir su perspectiva sobre ellas. No le comentó nada porque no era el momento, pero desearía que en un futuro próximo tuviesen una conversación profunda sobre el tema. Había muchas cosas que deseaba desentrañar de ese joven tan misterioso...
Aunque Mark había aceptado su plan de patinar sobre hielo, Robin no sabía cómo era su habilidad en la pista. Así fue que se llevó una grata sorpresa al verlo deslizándose con aquella velocidad y ligereza. Ella no quiso ser menos y se permitió dar un par de vueltas antes de volver a reunirse con él. Se le había pintado una pequeña sonrisa en el rostro y lo notaba más calmado, por lo que ella no perdió la ocasión de molestarlo.
—Eres mucho mejor de lo que pensaba, si te soy sincera. Quizá debería pedirte que algún día me dieses un par de clases en privado. Te recompensaré bien por el esfuerzo , lo prometo. —Dicho esto, le guiñó un ojo y el teñido, que estaba justo a su lado y en mitad de la pista, giró sobre sí mismo y acabó en el suelo.
Robin contuvo cómo pudo una risilla entre sus manos, pero los gruñidos y protestas de Mark desde el suelo eran demasiado divertidas—. ¿Estás bien? —Le extendió una mano para ayudarlo a levantarse, pero él le echó un vistazo de reojo y prefirió levantarse por sí mismo, intentando no mirarla a la cara para, seguramente, esconder su humillación. Aun así ella no se lo permitió, agarrándose a su antebrazo—. Si en algún momento pierdes el equilibro, puedes agarrarte a mí sin problema, Mark. Yo no me voy a molestar por algo como eso —se carcajeó. Él asintió, pero el sonrojo en sus mejillas seguía siendo obvio mientras se deslizaban por la pista.
Entonces decidió hacer por fin su movimiento. Todavía enganchada a él, hizo que sus dedos resbalasen por su brazo hasta atrapar su mano y llevarla a su cintura. Él no se resistió, pero la observaba de reojo con el ceño fruncido y los labios apretados. Fue frenando y frenando hasta que se detuvieron sobre el hielo. Mark desviaba la vista hacia las otras personas que paseaban por allí, pero a Robin no le importaban ni lo más mínimo. Y por eso subió sus brazos, se enganchó a su cuello y pegó la mitad de su cuerpo a él. Estaba tan abrumado y nervioso que ni siquiera era capaz de apartar sus ojos de cervatillo de ella.
—No debería preocuparte tanto, Mark —comenzó a susurrar cerca de su oído—. Me pareces un cielo y me gusta cómo eres, así que nada de lo que hagas, por muy torpe que te parezca, podrá hacerme cambiar de opinión. ¿Qué tal si dejas de darle vueltas al asunto y te diviertes un poco? Siempre es buen momento para deslumbrarlos a todos con tus habilidades.
Besó su mejilla durante un instante breve pero dulce. Casi le pareció sentir el ruido de su saliva bajando por su garganta y un suspiro escapándose de sus labios. Robin le sonrió de nuevo, un poco más lejos, y después se separó para impulsarse por la pista y divertirse.
Y no necesitaba girarse hacia él ni viajar al centro de la pista. Robin tenía la certeza de que Mark ya no podría despegar los ojos de ella por mucho que se perdiese entre la multitud.

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Retazos; One Piece x OC
FanfictionColección de one-shots de One Piece con la inclusión de OC. Puede haber parejas de todo tipo. ©Los OC me pertenecen íntegramente y no se permiten copias de los mismos, incluidos los relatos en los que aparecen. © Los personajes de One Piece pertenec...