02.

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La cocina se sentía tan fría, el fuego de la estufa no era capaz de calentarla.

Sirvió la mesa, con tan solo dos platos y dos vasos, para luego sentarse en una de las sillas y esperar pacientemente, con su rostro totalmente serio.

Hacía días que Yoongi salía de casa y pasaba la tarde entera en la casa de los vecinos más cercanos. Llegaba tarde, tan solo a cenar, y le dejaba solo por tanto tiempo.

Era aburrido tener que buscar cualquier cosa para entretenerse, el silencio era demasiado fuerte y no había una maldita televisión en esa casa.

Se recostó sobre sus antebrazos y suspiró, mirando con ansias hacia la entrada; necesitaba a Yoongi, las horas a solas le hacían sentir tan mal y su mente jugaba en su contra luego de tanto tiempo, le hacía recordar, y recordar le hacía llorar todos los días, sin excepción alguna.

La llave del mayor en la puerta de la entrada le hizo levantar su rostro y, cual perro, corrió hacia la entrada ansiando verle frente a él.

— Yoon, ya hice algo de cenar, ¿tienes hambre? —sonrió, acercándose a él para abrazarle.

— Ah... comí en casa de los vecinos, bebé. Lo siento —besó suavemente su frente, dejando el abrazo luego.

— Pero... no me gusta comer solo. ¿No vas a acompañarme?

— Tengo sueño. No me necesitas para comer, por Dios.

— Yoongi...

— Estaré en la cama.

— Toma algo, ¿sí? —pidió, mirándole con aquellos ojos de cachorro que, hacía tiempo, habían dejado de causarle ternura. ¿Qué les había pasado?

— ¿Qué?

— Aún tenemos la botella que trajiste hace tiempo. Bebe conmigo, ¿sí? Luego iremos a dormir.

— No vamos a beber alcohol. Mañana tengo que irme temprano para...

— ¿Para qué? —cambió su sonrisa, sin poder más con la molestia que todo aquello le causaba—. Min Yoongi, ¿qué mierda haces en esa casa?

— No te importa.

— Sí lo hace. Estoy harto de que no me dejes salir pero tú pases el día completo afuera.

— Son cosas importantes, tú no lo entiendes.

— No soy un puto niño. Tengo 20 años, deja de hablarme como si fuera un idiota.

— Deja tus estúpidos dramas, tú no entiendes nada. Me estresa tener que explicarte todo lo que hago.

— Tú me dijiste que viviera contigo, tengo ese derecho de saber qué haces cuando estás solo.

— No estamos casados, métete eso en la cabeza —se acercó, golpeando la frente del menor con su dedo mientras soltaba esas palabras, con una increíble crueldad en su tono.

— No, no lo estamos —rió, sintiendo su paciencia desvanecerse ante esa acción—. Olvídate del sexo, pedazo de imbécil —finalizó, empujándole para subir hacia su habitación y encerrarse en ella.

Dos años.

Dos largos años en que la rutina del día a día les había consumido.

Pasaban el día entero juntos, como habían deseado, tenían una vida sexual terriblemente activa y se amaban con locura. No había nada que el otro no pudiese ofrecerles, pero es que repetir lo mismo todos los días, sin un solo cambio, obviamente terminaría por cansarlos.

Disasterology 윤국 YoonKook • Donde viven las historias. Descúbrelo ahora