Eres un monstruo disfrazado de primoroso.
Dios te ha otorgado un físico hermoso, porque Dios reconoce que tu alma esta maldita y que, si hubiese asignado el rostro semejante a tu meollo, voz hubiese sido el hombre más horroso.— Cariño, hemos llegado — giro mi cabeza y veo que estamos frente al palacio el viaje por fin a terminado.
Cerré el libro y me acomodé el largo vestido color salmón que me incomoda, pero Richard insistió en que usara para nuestra llegada. Para mí sorpresa Sebastián ya estaba esperándome con él afuera del auto.
— Mamá, tengo sueño — dice tallando sus ojos con cuidado.
— En cuanto lleguemos tomarás tu siesta cariño — le aseguré.
Alguien detrás mío cerró la puerta en cuanto salí, pero no le tome importancia, me gusta la idea de estar por fin en casa el viaje fue todo un asco en verdad, pero al gracias a dios estamos en casa de una vez. Le tomo la mano a mis dos hombres y entramos.
Roberta mira a Sebastián con una enorme sonrisa y le ofrece su mano — ¿Cómo se encuentra nuestro lindo príncipe hoy?
— Está algo cansado Roberta, sube con él para que lo acuestes — le ordena Richard.
— Claro, alteza — le toma la mano a Sebastián que no rechista.
— ¿Por qué no dejaste que subiera con él? — le pregunte.
Me sonríe — Tengo otros planes para nosotros en nuestra alcoba — dice.
Me gira de un movimiento rápido y me agarra de las caderas con fuerza para llevarme pegada a él, me lleva a las escaleras y todo apunta que es hacia nuestra habitación.
— ¿Qué estás haciendo? — pregunte confundida.
— Estamos en camino a nuestra alcoba para estar solos — dice rozando sus labios con mi cuello haciendo que se me ponga la piel de gallina
— Vaya, yo pensando que el rey no tenía tiempo para esas cosas — dije bromeando a punto de llegar a nuestra habitación.
— Para la reina siempre habrá algo de tiempo — suelta pícaro y abre la puerta.
Cierra la puerta sin soltarme para llevarme hasta la cama donde me empuja ligeramente se pone encima mío con cuidado y reparte ciertos besos desde mi cuello hasta el inicio de mi pecho.
Es una enorme ventaja que mi vestido sea de botones al frente, ahora empiezo a creer que fue para poder hacer esto más fácil. Desabrocha los botones mientras me estiro para ayudarle con los pantalones, es demasiado complicado usar esta ropa ahora lo veo. Cuando acabo conmigo me tomo por la espalda para levantarme y quitármelo.
— No te muevas — me ordena se pone de pie y se saca el saco gris oscuro junto a la corbata.
Con mis pies empiezo a quitarme los tacones bajos que traía puestos estoy en la suave sábana fresca a medio vestida mientras que él me mira quitándose los pantalones.
— ¿Podrías meterle prisa? — dije levantando la pierna.
— Voy — se queda solo en ropa interior cuando vuelve a posarse encima mío sus manos se dirigen al estómago plano mientras que yo lo rodeó con las piernas.
— Te extrañaba — murmuró y sonrió me besó el cuello para después empezar a besar las copas de mi sostén en cuanto levanto levemente la cabeza lo mire justo ahí estaba eso — ¿qué es eso?
Levanto la vista y se miró así mismo — ¿A qué te refieres?
Me levanté sobre mis codos para verlo mejor.
— Tienes una mancha de labial ahí — solté.
— No es cierto — dice, pero lo aparto de encima.
— ¡Eso es una mancha de labial! — me puse de rodillas en el colchón frente a él y le di con el dedo arriba del pecho antes de llegar al cuello — ¡no soy tonta eso es y no me mientas!
— No es nada debe ser una alergia o algo así.
— ¿Alergia? ¿tus alergias son rojas con brillos? — solté enojada — me estás engañando.
Me puse de pie de inmediato de la cama para irme frente a él. — ¡Jamás haría eso! — exclama.
— ¡No! ¡no te creo! — grite empujándolo.
Suspira y pone los ojos en blanco recogiendo sus cosas.
— Veo que seguirás aferrada a esa idea tan absurda así que me daré una ducha fría para acabar — dice molesto.
— ¿Cómo dices eso? Te acabo de ver una mancha de labial en el pecho uno que yo no uso porque dices que es de mujeres corrientes, ¿por eso te fuiste? Para estar con alguien más — solté eufórica. — ¡Respóndeme maldita sea!
— ¿Aún sigues hablando? — me espeta.
No grites, no grites, te puede escuchar Sebastián.
— ¿Entonces eso de cambiar y mejorar como pareja era mentira para tenerme aquí contigo sin molestar?
— No voy a seguir hablando de esto me iré a ducharme y no quiero volver a escuchar esa conversación.
Empieza a caminar y me muerdo el labio inferior para no soltar nada, en cuanto veo que entra al baño inmediatamente se cierra la puerta de un portazo.
— Púdrete — dije en voz baja me acerque al tocador y mire en el espejo mi reflejo, ¿cómo es que termine así? Estoy tan delgada que estoy de bajo de mi peso ideal tengo cicatrices en el cuerpo debido a algunas cosas, pero no soy la misma chica que está en el espejo. Empiezo a sentirme adolorida pensar que me engaña era lo que me faltaba para ser más miserable una vez hace años me burle de Diana.
Claro que tengo la autoestima en las nubes, porque sé que soy hermosa y no he dejado que ningún inepto me diga como debo lucir solo para estar con él, ¿acaso conoces a chicas que se sientan mal por los comentarios de sus hombres, Diana? — contraatacó y parece afectarle pues se queda helada un momento — todos tenemos oídos, Diana solo que muchos escuchan lo que quieren. A diferencia de ti a mi si me da pena como dejas que te maneje Coleman.
Me convertí en ella, dejé que él me convirtiera en lo que quería no soy la misma persona que hace años y eso no me gusta. Ya no quiero seguir con esto.
Caminé al clóset y abrí le enorme puerta en silencio, si no quiere escucharme entonces no haré ruido encendí la luz que ilumino en enorme espacio literalmente nuestro clóset es casi tan grande como una habitación la mayoría son cosas de él, pero del otro lado son mías
— ¿Dónde habré puesto la maleta? — murmuró para mi me agacho y busco la maleta en el rincón oscuro de mi lado.
En cuanto veo la maleta negra para el hombro un alivio se adentra en mí, la tomó y al lado para mu suerte está la maleta con mi vieja ropa de cuando me mudé con él antes de ser vestida como mantel fino.
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𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)
Teen Fiction𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨: ¿𝐀𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚𝐬 𝐯𝐞𝐳 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚𝐬 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐥𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐭𝐞 𝐝𝐚𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐫𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐧𝐨 𝐩𝐮�...