Capítulo 20

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***

Sonreí de oreja a oreja.

—¿Crees que la chica ruda pueda bailar? — bromea

Estoy algo ebria solo un poco y estoy en una enorme nube de humo, llegaron otros que no conozco a la mesa, pero me la estoy pasando bien en realidad.

—Oye, linda — me llama el moreno de la esquina —¿bailas conmigo?

No es feo, pero tampoco es mi tipo, aunque solo es un baile y ahora mismo mi cabeza está en las nubes.

—Ya que – dije levantándome.

Él parece sorprendido pero rápido se pone de pie y me ofrece la mano.

—Galanes, iré con ustedes — dice ella.

Me da igual en verdad yo ya estoy bajando las escaleras. Bajamos y los tres nos adentramos a la multitud de gente que baila en el primer piso

—¡Súbanle! — grita alguien de la multitud y parece que la escuchan porque se detienen para subir más.

Teníamos mucho potencial
Hasta que empecé a ver todas las cosas que dejaste
Porque necesito a alguien que pueda ser alguien

La canción que resuena en todo el lugar me hace sentir que es para mí, es inevitable pensar en él, ¿qué hará? ¿Me estará extrañando?

Pensé que esa alguien eras tú
Porque no eres bueno para mi
Probablemente prefieres dejarme sola
Supongo que esa historia de cientos de hadas no es real

Cierro los ojos y dejo que la música me relate nuestra historia. Estoy tan mareada que la letra se queda en mi cabeza por unos minutos. Los abrí y miré la barra. Casi me congelo una caballera rubia con un saco negro sostiene a una chica rubia entre sus brazos, ella ríe y lo besa.

Tal vez estaríamos enamorados ahora
Tal vez tú seas el indicado ahora
Si no la cagaste ahora
Estaríamos haciendo el amor ahora

Podríamos estar justo ahora recostados en la cama con él mirando al techo mientras yo le pregunto cosas, estar acostada a su lado en las noches era lo mejor de mi día con él.

—Mierda, ¿estás bien? — me pregunta el moreno

—Me siento mareada – dije y Bluett o al menos eso creo se me acerca.

—Chica ruda, ya es hora de que salgamos de la pista.

¿Por qué no me llama? ¿Por qué dejó que me fuera tan fácil de todo? Aparte de todo lo que di también tenía que quedarse en mi mente

—Me iré a casa — dije agitada — gracias por el vodka.

No recuerdo nada de cómo salí de la multitud, ni mucho menos de cómo llegue al estacionamiento, pero estoy sentada en el auto mirando el volante fijamente. ¿Por qué no puedo olvidarlo de una vez?

—¡Carajo! — solté golpeando el volante

Siento náuseas, si estuviera aquí me conseguiría un vaso con agua fría y cubos de hielo para ponerme detrás del cuello, pero no está aquí y ni siquiera te habla, ¿por qué estaría contigo?

Enciendo el motor y grito con las ventanas arriba de todo lo que se me viene en la cabeza hasta estar con un dolor de garganta acompañada de lágrimas por todos lados. Regreso rápido y salva a casa pero me quedo estacionada en la entrada dejando que todo el llanto salga.

Miro en mi mano el anillo que aún traigo puesto en el dedo, lo giro deseando volver al momento después de la ceremonia en el que me llevo adentro del palacio y me abrazo por horas agradeciéndome el haberme casado con él al oído

𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora