Capítulo 70

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Ryland:

Hace una hora me levanté, la tormenta ya se ha ido, pero aún queda por ver que desastre provocó en el pueblo, Lassie esta afuera hablando por teléfono para saber cómo está la cafetería, yo estoy en mi cocina, en bata tomando mi café mientras los demás están dormidos.

Ayer, pensando en el pasado, me doy cuenta de que me preocupé por muchas cosas que pensé que arruinarían mi día, pero a veces se me olvida que tengo un novio maravilloso que me apoya cuando sabe que lo necesito, y si, me refiero a toda clase de apoyos hasta en los que me apoya sobre los muebles.

—Buenos días — Coleman aparece frente a mí con la camisa chueca, el saco en la mano y unas ojeras en el rostro.

—Buenos días, ¿Anoche te peleaste con la tormenta? ¿Por qué te ves tan jodido?

No dice nada solo se acerca al lavabo y se echa agua en la cara. Lassie entra aliviada.

—Tal parece que no hubo daños, algunos detalles, pero todo bien.

Le sonreí —Me alegro mucho, ¿Te sirvo café?

—No gracias, — se sienta y su cara palidece y su boca se abre —¿Pero a ti que rayos te pasó?

Supongo que ya vio a Coleman, que pasa por mi lado —Nada.

—Por esa cara que tienes pareces enfermo, — chasquea los dedos — asi que por eso se escuchaban ruidos.

Levanté una ceja —¿Qué ruidos?

¿Nos habrá escuchado a Erik y a mí? Normalmente siempre tratamos de no hacer ruido cuando hay gente en la casa, pero, siendo honesta anoche fue bueno, muy bueno, tal vez pueda calificar del 1 al 10 de las veces que nos hemos acostado, que anoche fue mil de diez.

—Escuche arcadas en el baño, debió ser este.

—¿Te sentiste mal anoche? — le pregunté, pero me ignora. Y justo en eso, la habitación se ilumina y todo por la presencia de mi recién levantado novio. —Buenos días.

Nos sonríe —Buenos días, Lassie.

—Buenos días, Erik — murmura y sonríe.

—Días, Coleman — dice sin ganas y rodea la mesa para llegar a mí y coloca su rostro cerca del mió — Buenos días, hermosa.

Y ahí, en ese momento mi sonrisa de idiota apareció y cuando me beso el sabor a menta de la pasta y mi sabor a café hicieron una rica combinación. Jamás había sentido esas mariposas tan reales e insistentes como ahora.

—Me tengo que ir, dile a Sebastián que vendré pronto — dice Coleman y se va sin más.

Me aparté de Erik —¿Y a este qué le pico?

Se encoge de hombros —Ni idea, pero, es mejor que vaya donde se sienta bien.

Asentí y me puse de pie, quiero ir al baño —Ahora vuelvo, hice café por si quieres y escondí un panecillo en la alacena.

Me sonríe —Me hace muy feliz en verdad.

Me reí y me dirigí al pasillo, paso por el cuarto de Sebastián  y me detengo cuando lo veo colocar una manta en el suelo.

—Buenos días, cariño.

Mi hijo levanta la cabeza y me sonríe —Hola, mami.

—¿Qué haces?

—Hago una camita.

Asentí —Okey, ¿Pero para qué? ¿Quieres acostarte en el suelo?

Niega con la cabeza —Preparo la camita del perro.

𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora