Capítulo 37

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Había tanto silencio entre nosotros justo en este momento que juró que escuche una gota caer en el capo del auto. Cuando empiezo a creer que lo imaginé escucho como caen a mi alrededor y después cae una en mi cuello haciendo que me mueva entre sus brazos, no estoy lista para soltarlo.

—Se que es bastante obvio que no te sientes bien, pero, ¿te sientes solo un poco mejor? — pregunta nervioso

No le respondo solo muevo mi mano para que la vea y hago una seña con el pulgar y el índice para decirle que un poco, lo escucho reír ligeramente provocando que yo también sonría.

—Creo que tengo que entrar para ver a Sebastián y además debo de hablar con él sobre el divorcio porque es un hecho.

Me suelta rápido, ojalá no lo hubiera hecho así no estaba lista, pero es lo mejor ahora.

—Debo irme, aunque no quisiera – me dice con preocupación.

—Tienes que ir a casa a descansar — dije.

—En realidad cuando me quedé con Sebastián yo venía a buscarte porque... vaya es un maldito deja vú — dice y me tenso al momento — tengo que ir a Chicago.

¡Carajo si es un maldito deja vú!

Me separe de golpe y lo mire de frente de verdad otra noticia así y yo moriré en este suelo. Niego con la cabeza intentando aclarar mis ideas.

—¿Por qué solo tienes una semana aquí? — pregunte.

—Tengo un asunto del trabajo que es una gran oportunidad para mí en verdad, Lena no me necesita aquí entonces acepté — no puedo ser egoísta. El jamás lo ha sido conmigo.

—Por supuesto, es genial será algo increíble que vayas a Chicago — dije intentando parecer que no me afectaba.

—Pero voy a volver en verdad solo me iré un mes... tal vez dos, pero no más de eso al terminar vendré a visitarlos – dice y siento como si él también me dejara, pero solo somos amigos entonces no tengo ningún derecho ¿no?

—De verdad, no te preocupes no tienes nada que te detenga entonces ve, será lo mejor para tu carrera

Parece desilusionado, pero asiente, ¿esperaría que yo le dijera algo más o le dijera que no fuera a Chicago?

—Me iré en pasado mañana el jueves por la tarde, no te preocupes me vendré a despedir — dice y asiento – debo irme.

No dice nada más al igual que yo, pero lo veo caminar hacia su auto e irse lejos. Viene a mi mente la misma escena de hace años cuando también se fue al poco tiempo. Ahora no puedo seguir agregándole más cosas a mi vida así que iré de vez en vez, tomé mi poca dignidad y subí los escalones para llegar a la puerta que se abrió enseguida.

—¿Mamá? – dice en voz baja.

¿Quieres destruirme? Mire al cielo y la pregunta retumbó en mi cabeza al ver a mi hijo y pensar cómo decirle esto, aunque en realidad creo que sería mejor decirle juntos él y yo, aunque desee que se pudra en el infierno.

—Hola, cariño — le dije poniéndome en cuclillas frente a él.

—¿Dónde estabas? — pregunta cruzándose de brazos con una cara molesta.

–Tuve unos problemas, pero ahora estoy aquí, lo lamento mucho – dije sintiendo que esto lo he vivido.

En el momento en el que me mira con sus ojos brillantes sé de dónde viene la sensación, siento que en la historia soy mi madre llegando a casa después de dos días que me dejo sola sin avisar ebria y con mala pinta. No quiero ser eso juré no serlo porque mi hijo ni nadie merece un padre así.

𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora