Estacione el auto en una calle algo lejana al centro, pero me parece que es lo mejor es demasiado llamativo no temo por el color sino porque nadie del lugar tiene uno. Mire por el retrovisor y tomo valor de la sonrisa que me regala mi niño.
¿Por qué las confrontaciones tienen que ser tan agobiantes?
—¿Estás listo? — le pregunte y asiente con la cabeza.
—¡Si! — suelta emocionado
Es mejor hacerlo de una vez por todas. Sali del auto y lo saque también a él sé que no es muy bueno traerlo en brazos, pero tengo miedo de lo que pueda pasar si alguien se da cuenta de quien es, camine con dificultad, hacía tiempo ya que no usaba mis tacones de antes al igual que toda mi otra ropa, mis pantalones a juego con mi blusa negra y yo caminamos hasta llegar a lo que sería la plaza principal.
Lo último que decía Google sobre la cafetería es que aún seguía abierta, pero no sé si ella esté ahí, con cada paso que doy más me asusta todo esto, quiero subir al auto y tomar camino muy lejos de aquí, pero sé que tarde o temprano tengo que hacer todo esto que deje pendiente.
—Mami — me llama, pero mi corazón se detiene estoy frente a la cafetería el letrero está colgado de un solo lado y se ve quemado por los rayos del sol, pero en realidad todo sigue en su lugar no recordaba que estuviera aquí pero ya tengo tiempo sin salir.
—Vamos a entrar — murmuró nerviosa lo baje al suelo y le tome la mano espero no apretarlo por los nervios.
Nos acercamos a la puerta y alguien sale deprisa pero aun así nos abre para entrar, no le agradezco porque de mi garganta no se puede ir ese nudo que casi hace que me ahogue. Casi todas las mesas están llenas y me da gusto por ella se lo merece.
—¡Samuel! ¡trae tu sucio y grasoso trasero de rockero barato para que limpies la mesa para otro cliente! — grita y se me revuelve el estómago.
Está dándome la espalda porque está recargada en el mostrador se ve solo un poco más delgada, pero alcanzo a notar que su cabello ahora es más liso y lo adorna unas canas perdidas por ahí. Tengo que hacerlo, debo respirar y hablar.
—Dame cinco dólares – solté en voz alta ganando algunas miradas confundidas y otros ignorando todo alrededor.
Lassie lentamente se da la vuelta y gira la cabeza al estilo del exorcista, pero en cuanto me ve y yo a ella una cara de pánico se hizo en su rostro.
—Debo de estar volviéndome loca — dijo confundida con la boca abierta.
—Tal vez deberías dejar el café por unos meses — bromee nerviosa.
Parpadea un par de veces tal vez pensando que no soy real pero luego sonríe con ganas acercándose a mí. Olvido a la gente que nos mira y solo me concentro en ella que viene con los brazos abiertos hacia mí.
—Parece que los milagros existen, empezaré a creer en dios de ahora en adelante — dice estrechándome contra sí — dime que no es una alucinación.
—No eres tan vieja como para tener alucinaciones — dije regresándole el abrazo, no pensé que eso me haría bien, pero lo hace.
Me toma de los hombros para poder verme bien.
—Estás muy cambiada — exclama. —¿Desde cuando eres pelirroja? Olvídalo no importa, te ves hermosa el color te sienta bien.
De pronto aún con su sonrisa baja la cabeza para encontrarse detrás mío a Sebastián. Su cara de sorpresa es un poema tal vez no pensó en que alguna vez vendría con él o algo así.
—No me digas que él es...— asentí antes de que terminé — vaya que si debe de ser es igualito a él, aunque... no olvídalo tiene más rasgos tuyos.
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𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)
Teen Fiction𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨: ¿𝐀𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚𝐬 𝐯𝐞𝐳 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚𝐬 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐥𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐭𝐞 𝐝𝐚𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐫𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐧𝐨 𝐩𝐮�...