Capítulo 34

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Tocaron la puerta y no aparte la vista de él. Pero los golpes siguieron haciéndose presentes.

—¿¡Qué!? — pregunta alterado.

–Amo, la señorita Diana está aquí — mire la puerta con atención.

—Voy enseguida — dice y me giro para verlo — ya hemos acabado aquí.

—No voy a volver contigo nunca y ten por seguro que no voy a dejar que me hagas quedar como una estúpida, Richard.

Me sonríe con superioridad — Eso ya lo hice, querida — antes de que pueda hacer algo me aparta para salir del estudio. No puedo quedarme aquí necesito salir de todo este maldito lugar de mierda.

Espere a que cerrara la puerta y me deje caer en su silla, mire su foto en el escritorio y la tomo para verla de cerca.

—Has ganado Coleman, me hiciste perder todo, enhorabuena — sollozo sin poder contenerme.

El dolor me nubla la vista. Me duele que no tenga nada que decir, que no me haya ofrecido una disculpa sincera, que haya descubierto lo que más temía, me convertí en la pobre presa de nuevo y esta vez lo hice siendo más madura y sabiendo cosas. Sólo me ha confirmado lo que yo ya sabía y deseaba que no fuera cierto, es un monstruo que deje que me engañara porque pensé que me amaba, pero él no puede amar a nadie en absoluto.

Yo sabía que esto pasaría en algún momento solo deseaba que ese momento no llegara nunca, mi madre por más loca que estuviera me lo dijo y tenía razón "una persona que le jura amor a otra cuando está contigo también te dirá eso estando con otra".

Sabias palabras madre, pero ahora son cuchillos perforándome, ¿cómo le voy a decir a mi hijo que su padre tendrá otro bebé? ¿Cómo voy a vivir sabiendo todo el mal que deje que me hiciera por amor? Soy una tremenda idiota, me las arregló para salir por la otra puerta que conduce al patio trasero para salir por ahí, me siento enferma como si todo el cuerpo me pesara así debo sentir cuando me hacen daño, débil. Veo en mi huida a ambos sentados en la sala él le toca el vientre y deseo arrojarle algo a la cabeza quiero lastimarlo darle donde le duele como ha hecho conmigo.


Pero antes necesito algo de alcohol, que importa si es de mañana lo necesito ya.

Hay amores que no pueden quedarse porque están destinados a vagar, a jugar con inocentes y a destruir todo lo que está a su paso.

Invítales un café, un beso y unos cuantos desvelos, finalmente, como muestra de bondad, deséales buen viaje y que el karma se apiade de ellos.

He leído este poema unas mil veces desde que me senté aquí, he llorado tal vez otras mil y sobre todo he bebido hasta que me arde la garganta. Siento que el mundo se me acaba que podría tirarme a morir en la cama esperando a que él me encuentre, me he pellizcado intentando despertar de este sueño y ya me he acabado mi paquete de cigarros, pero ni siquiera eso ha hecho que me sienta bien o al menos que me noqueara para no tener que vivir esto más. Todo lo hice fue una mierda y un error he dejado que por segunda vez un hombre que me juró ante dios amarme me pisoteara y escupiera en el suelo y solo yo lo permití.

Lassie me llamó hace como una hora para decirme que dejé mi llave de la casa adentro, pero era tarde rompí la ventana con una patada para meterme a beber sola. Le he pedido que pase por Sebastián y que lo tenga en el restaurante un rato mientras su asco de madre se pone ebria para dejar de pensar en que todo está mal. He llorado como nunca en mi vida, le he gritado a la nada cosas que me tragué todo el tiempo, he destruido cada cosa que me recordaba a él, pero sobre todo le he pedido algo a dios, nunca he sido una persona religiosa, pero en este momento le ruego a Dios que mate a Richard, no importa cómo solo que lo haga sufrir y lo mandé al infierno para que arda.

𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora