Capítulo 51

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— ¿Qué haces? ¿acaso intentas besarme? — le pregunté haciéndome la ofendida.

—¿Intentar? —Se inclinó hacia delante y apretó los labios contra los míos — Nada de eso, yo te voy a besar no a intentar. —No liberó mi boca hasta que estuvimos sin aliento, agarro mis caderas e invirtió los papeles para dejarme arriba y mientras él se acomodaba yo eche mi cabello para atrás y luego me colocó a horcajadas sobre su regazo.

Ninguno dijo nada, solo volvió a besarme y yo me aferre a su cuello. Sus manos pasaron de mi cadera a mis muslos y cuando nuestro beso se hizo más intenso sentí como su mano palmeo mi culo.

Me aparte sorprendida y lo mire incrédula.

—¡Erik!

Me sonrió con inocencia — ¿Qué?

—¡Me diste una nalgada! — exclame sorprendida.

—¿Te molesta?

Lo empuje por los hombros —No. En realidad, me gusto.

Sonríe y vuelve a pegar su boca con la mía, hundí mis dedos en su pelo y sus manos frotaron mi espalda de arriba abajo. Aparto su boca lentamente de la mía.

—¿No has cambiado de opinión sobre esto? — susurra en mis labios.

—No, ¿y tú?

Negó con la cabeza —He fantaseado contigo por cinco años, yo no he dejado de desearte en ningún momento y menos ahora.

Eso me hizo sonrojar, lidiar con los sentimientos aun me cuesta trabajo, pero creo que aún recuerdo como agradecer el cumplido de otra forma, me aparte de él y empuje su pecho haciendo que quede hacia atrás. Comencé a repartir besos por su duro abdomen bronceado y llegué justo adonde quería desde hace un rato.

Me incliné hacia su entrepierna y apreté los labios contra su... vaya... ahora comienzo a sentir lastima por esa chica que iba a ser su esposa dejar ir a un chico como él y además este pene es el peor error de su vida.

Él contuvo la respiración cuando lo tome con la boca, y hundió los dedos en mi pelo mientras me impulsaba arriba y abajo por su longitud. Me agarró el cabello con fuerza y se tensó en el momento en el que empecé a moverme con más rapidez, pero cuando sentí que estaba a punto de correrse, me apartó la cabeza.

Me miro con una expresión dura y me tomo de la muñeca —Ponte en cuatro — ordena y trague saliva, esta vez no pregunto si quería lo ordeno, ¿es malo que eso me calentara?

Me acomode en cuanto él se movió y se colocó detrás de mí. Unos segundos después, sentí sus manos en los costados, sujetándome con fuerza antes de deslizar una mano entre mis muslos y hundir un dedo en mi húmeda entrada. Soltó un jadeo cuando gemí ante su contacto.

Sin avisarme, me penetró de golpe, llenándome por completo. Solté un grito que hizo que besara mi columna.

—Si sigues haciendo tanto ruido... —me susurró al oído— vas a despertarlo —Volvió a hundirse en mi interior—. ¿Es eso lo quieres? ¿que nos interrumpan?

—Erik... — gemí mientras pegaba su pecho a mi espalda y entraba más profundo y con su mano atrapa uno de mis senos. Sus dedos pellizcan mi pezón y cerré los ojos —Erik...

—¿Qué? — pregunto jadeando y sentí su otra mano darme otro golpe en el culo haciéndome gemir de nuevo.

No sé cuántos más me dio, en realidad es que en este momento disfruto de las sensaciones, entrando y saliendo de mi lo más duro que puede o quiere, sus dedos pellizcándome y su otra mano dándome golpes que nunca me gustaron, pero viniendo de él me parecen un puto afrodisiaco.

𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora