—Repite después de mí la-be-bi-da — dice sílaba por sílaba esto me va a dar jaqueca.
—Bebida — dice Sebastián de un hilo.
La vieja profesora lo mira mal, pero continúa —Las- ruedas- giran — esto es demasiado irritante.
—¿Cómo le está yendo? — pregunta detrás de mí observando la clase.
—Tan bien que empiezo a creer que hablara — solté y me miró raro.
—Él ya habla — apunta.
—¿Entonces por qué le enseña eso? Tiene cinco años, no dos — me molesta esa mujer de verdad.
—Es para que hable claro a veces las palabras no las pronuncia bien.
— ¿Sabes que es un niño pequeño no? — pregunte y me miró mal —¿por qué no puede ir a una escuela con otros niños?
—Ya hemos hablado de esto, es peligroso — dice saliendo de la biblioteca, pero me levanto para alcanzarlo.
—Tú fuiste a una escuela con demás personas — dije detrás de él.
—Si, asistí a la escuela cuando tenía dieciséis, pero desde pequeño me educaron en casa y no tiene nada de malo será un niño normal como tanto quieres.
—¿Sabes por qué nos conocimos no? — se giró y me hizo mala cara.
— ¿Estas insinuando lo que creo? — no digo nada — No tiene nada de malo ser como yo — exclamó.
—Nadie dijo que tuviera algo de malo, solo me gustaría que él pudiera tener una infancia normal como los otros niños, ¿acaso no te da algo de tristeza cuando nos pregunta por qué no puede salir de aquí?
—Pronto iremos a Londres será bueno, aunque por supuesto nos quedaremos algunos días entonces debemos decirle a la profesora que le deje tareas.
—Estoy de acuerdo con que haga eso solo no te excedas porque también debe pasar tiempo haciendo no sé... jugando por ahí.
—Cielo, sabes bien que no puede salir a jugar por ahí en un lugar que no conocemos bien y mucho menos sin seguridad.
—Bien, pero podemos hablar sobre buscar alguna escuela "privada" — hago una mueca — para que inicie la escuela el próximo año.
—¿No me has oído? — pregunta confundido y se pasa la mano por la barbilla — no hay nada más que discutir del tema, no ira a la escuela y eso es todo. Ahora me tengo que ir a resolver algunas cosas de la construcción, pero te llamaré.
—¿Vas a salir justo ahora? — lo seguí mientras recogía sus cosas— son las nueve de la mañana pensé que dijiste que estarías aquí hoy.
—Hubo un cambio de planes, pero ya sabes que puedes hacer alguna cosa que tú quieras
—¿Puedo ayudarte con alguna cosa? — pregunte, pero negó con la cabeza.
—No, mis asuntos solo los puedo arreglar yo, pero gracias por ofrecerte — se para frente a mí y me da un corto beso en los labios — te amo.
Ni siquiera tengo tiempo de responder cuando cruza la puerta junto a uno de sus hombres.
Suspiro cerrando los ojos.
¿Pensabas que yo era una ciudad
lo bastante grande para fugarte un fin de semana?
soy el pueblo que la rodea
aquél del que nunca has escuchado
pero por el cual siempre viajas
aquí no hay luces de neón
ni rascacielos ni estatuas
pero hay un trueno
que hace temblar los puentes
no soy carne callejera soy jalea hecha en casa
tan espesa como para cortar lo más dulce que tus labios hayan tocado
no soy sirenas policíacas soy el crujir de una chimenea
yo podría incendiarte y tú no podrías arrancar los ojos de mí
porque me vería tan hermosa que te sonrojarías
no soy una habitación de hotel soy un hogar
no soy el whiskey que quieres
sino el agua que necesitas
no vengas con expectativas
no intentes hacer vacaciones en mí.—Mami — dice jalando un poco la manga algo inflada de mi vestido
Cierro el libro y lo miro —¿Qué sucede? — pregunte.
—¿Podemos jugar en el jardín? — pregunta con ilusión.
—Cariño, no creo que sea...— me mira con unos ojos tiernos mi madre alguna vez dijo esos ojos de venado a medio morir.
—Por favor — insiste implorando con las manos.
Me río y asiento — Pero no le digas a tu papá — dije levantándome de la silla
Le tome la mano y empezamos a caminar cada que lo veo siento que se parece más a Richard que a mí, tiene mis ojos cafés la forma redonda del rostro, pero tiene los hoyuelos de Richard sin contar que parece ser que cuando sea mayor tendrá su misma complexión. Ahora se cree muy alto, pero me llega a las rodillas tal vez.
—¿Mami? — lo miro — ¿por qué papá siempre se aleja de mí?
Sentí un vuelco en el corazón al escucharlo con ese tono de decepción en su voz. —¿Por qué piensas eso? — él no dice nada, pero la duda sigue en mí sé que Richard no es muy cercano a su hijo, pero llegamos al límite en el que hasta él se da cuenta.
Salimos por la puerta trasera y de inmediato jala mi mano con fuerza —¡Mamá una mariposa morada! — grita emocionada llevándome a correr tras ella.
Lo suelto y se escapa tras ella pegando brincos intentando alcanzarla me resulta un niño feliz a pesar de que no ha vivido las cosas que deseo para él. Aunque no lo parezca he luchado para que pueda tener una vida algo normal, que aprenda y demás, pero es demasiado difícil que a su corta edad ya tenga fama.
—Alteza — dice alguien detrás de mí, me gire y sonrió al verlo.
—Me alegra verte — dije caminando hacia él que me espera con los brazos abiertos cuando lo rodeó yo siento una sensación de seguridad que no he sentido hace tiempo.
—Auch — se quejó — que fuerte abrazo no pensé que me fueras a extrañar tanto.
Lo suelto y de inmediato capta a Sebastián jugando en cuestión de segundos él lo mira y sonríe a más no poder.
—¡Abuelo! — grita corriendo con todas sus fuerzas.
Llega veloz a sus brazos y este lo levanta como si nada.
—¿Cómo está mi campeón? — le pregunta contento.
—Bien, mira esto — dice y abre la mano mostrando que en la palma tiene una oruga — es como la del cuento.
—Así es... ¿aún recuerdas el cuento de la oruga? — Sebastián asiente feliz y me dé vuelve la alegría al pecho.
—¿Me acompañas a buscar otra?
—Será un placer, campeón — lo baja y me mira.
—¿Estás bien? — me pregunta intentado no lucir preocupado — te ves muy jodida.
Pongo los ojos en blanco — Gracias, papá amo tu sinceridad — solté con sarcasmo
Se ríe —Es una de mis mejores cualidades, pero en hablando en serio ¿estás bien?
Asiento con la cabeza, pero no deja de mirarme de esa manera como si estuviera intentando meterse en mi alma
—¡Basta te he dicho que estoy bien! — exclame
—Primero iré a buscar orugas con mi nieto y después vendré para interrogarte
Asiento burlona y Sebastián le grita para que sea acerque a ver lo que encontró
—Ahora vuelvo.
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𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)
Teen Fiction𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐝𝐨 𝐃𝐢𝐚𝐫𝐢𝐨: ¿𝐀𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚𝐬 𝐯𝐞𝐳 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐛𝐚𝐬 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐮𝐢𝐞𝐧, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐥𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐭𝐞 𝐝𝐚𝐬 𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐫𝐨𝐭𝐚𝐬 𝐧𝐨 𝐩𝐮�...