Capítulo 22

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— ¿Perdona? — suelta ofendido.

— ¿Crees que por aparecer después de un mes de no buscarnos ni llamarnos, vas a llegar sonreír dar unos halagos y volveremos contigo? — solté — ¿Qué tan arrastrada crees que soy?

Se queda en silencio procesando lo que dije, estoy orgullosa de mí, eso Ryland demuéstrale quien manda, aunque después te hagas mierda estando sola.

— No pensé eso vengo para arreglar las cosas y poder volver, ¿acaso eso es tan malo para ti?

— No quiero volver contigo — miento — necesito un hombre que me trate bien no como una lámpara en su casa y por supuesto ese no vas a ser tú — y no sabes cuánto me duele eso — si en verdad quieres que algún día vuelva debes cambiar.

Se encoge de hombros — ¿Y qué haremos ahora?

— Yo seguiré aquí como hasta ahora le daré una vida en la que pueda sentir que es un niño normal, buscaré trabajo e iré a mis sesiones y... — me interrumpe.

— ¿Sesiones? ¿De qué hablas? ¿Vas con un psicólogo o algo así?

— Si, estoy intentando solucionar mis propios problemas — explique.

— Deberías decirle que te regresé el dinero porque yo veo a una altanera — dice.

— En ese caso deberías de decirle a tu madre que te regresé a su vagina porque yo veo ahora a un imbécil — me mira mal.

— La misma Ryland de siempre, tan vulgar — dice y me hace sentir en el pasado — no quiero que mi hijo se quede aquí y menos en estas condiciones.

Lo miré incrédula — ¿Cuáles condiciones? — le pregunté —Esta en perfectas condiciones.

— Está casa no es sólida.

— ¡Tú la remodelaste para mí está en perfectas condiciones y no menciones nada sobre la alimentación porque gasto mis ahorros en mantenernos, pero sobre todo él es más feliz aquí! — solté enfadada.

— ¡Si eso es lo que crees está bien! — dice apartándome de un ligero empujón para pasar a mi lado — ¡iré a ver a mi hijo y me iré!

No entres Ryland, no entres él tiene que hablar con su hijo. Imbécil es un poco hombre ingrato, me parece eterno lo que pasa adentro, pero supongo que fue a lo mucho una media hora.

— Vendré el viernes por él para llevarlo al palacio conmigo — me informa y esa es mi alerta.

— ¿Por qué? — le grite.

— Es mi hijo, lo extraño y él a mi así que estaré con él unos días además le preguntaré cómo se siente viviendo aquí — dijo bajando los escalones.

— Richard — lo llamé desde donde estoy, pero no me miro — Richard, te hablo — dije bajando los escalones, pero este empezó a caminar hacia su auto, tome aire y le grite — ¡Richard Philip Coleman Davenlott si me sigues ignorando te juro por mi vida que te lanzare una piedra!

Se gira molesto en mi dirección con la cara roja y esa vena saltada en su cuello — ¿¡Qué es lo que quieres ahora!? — me grita furioso

— ¡El divorcio! — grite al mismo tiempo.

Trague saliva y parece que se le saldrán los ojos de la impresión, vaya hasta yo pensé que no sería capaz de soltar eso.

— ¿Qué? — pregunta agitado y en voz baja.

— Quiero el divorcio — confesé — he sacrificado todo en mi vida para convertirme en la mujer que tú querías solo para hacerte feliz y tú ni siquiera puedes tratarme bien. Entonces ya no te quiero seguir esperando hasta que decidas cambiar hablando sobre si algún día lo haces.

𝑬𝒍 𝑫𝒊𝒂𝒓𝒊𝒐 𝑫𝒆 𝑼𝒏𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒁𝒐𝒓𝒓𝒂 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora