21 | AD2

6.5K 622 219
                                    

Skyler

Chase se metió por la ventana a la medianoche, tal como lo planeamos en la tarde. Parecía irreal que esto estuviera pasando otra vez, me invadía una sensación de felicidad, una que hace rato no sentía. Tenía que proponerme no hacer ningún tipo de ruido cuando ambos nos sacáramos la ropa e hiciésemos lo que tantas ganas teníamos de volver a repetir, pues mi familia estaba en sus respectivos dormitorios y no era buena idea llamar la atención de nadie, o de lo contrario sacarían a Chase de la casa con alguna especie de hechizo. Pero claro que iba a ser una tarea difícil ya que Chase la tenía demasiado grande y con la intensidad de sus embestidas me daba ganas de gemir fuerte.

Chase pasó por mi lado y se dirigió a la puerta. La trabó y la cerró con llave, dándose la vuelta nuevamente para ahora dirigirse a mí.

—Mi amor... —murmuró contra mi boca, mientras sostenía una sonrisa pícara en su rostro.

—Chase... —pronuncié de la misma forma y recibí sus labios de forma gustosa.

Esto sí era vida.

Chase inmediatamente me tumbó sobre la cama y se subió encima de mí, haciéndome sentir su erección. Los dos nos encontrábamos muy calientes. La descarga de hoy en la tarde no fue suficiente, nuestros cuerpos seguían en llamas. Quería hablar con él, pero más quería que me diera duro. Para hablar ya íbamos a tener tiempo después.

Lo empujé para que su espalda cayera sobre el colchón y me puse a horcajadas de él. Chase me tomó del culo e hizo presión hacia abajo para que sintiera lo duro que se encontraba. Realmente iba a ser difícil no gemir a mi gusto esta noche. Dejé de besar sus labios para quitarme la remera y arrojarla al suelo. También le quité la suya y la arrojé junto a la mía. No nos detuvimos mucho en el juego previo, pues ambos estábamos lo suficientemente preparados para ya comenzar el acto.

Chase me desnudó entera y se quitó la ropa, mientras me repetía cosas lindas y otras sucias. Me ordenó que me pusiera en cuatro y yo le hice caso sin protestar. Se adentró en mí de manera lenta y cuidadosa, dejando escapar algunos suspiros leves durante el movimiento. Mi boca se encontraba entreabierta y mis ojos cerrados, me contenía para no dejar escapar esos gemidos altos, pero era difícil. Me gustaba mucho la forma en la que Chase se hundía, en parte era tortura, pero me gustaba.

—¿Te gusta? —preguntó, con esa voz ronca cargada de deseo. Suspiró, provocándome cosquillas en el estómago.

—Sí... Pero quiero que me des duro porque no soportaré por mucho tantas ganas.

Sin esperármelo, Chase me jaló del cabello hacia atrás, y empezó a embestirme profundo y duro. Me aferré a las sábanas y me vi obligada a morderme el labio, pues un gemido se escapó de mi garganta. No pude controlarlo. Temí que alguien me hubiese escuchado, pero perdí el miedo cuando sus embestidas continuaron y me centré en el placer que Chase me brindaba.

Quince minutos más tarde, cuando Chase acabó, enseguida me tumbó sobre el colchón, se quitó el preservativo, se puso otro, y empezó a embestirme otra vez. Él sí que tenía ganas. Tal vez estar tanto tiempo en el infierno lo dejó muy caliente. Otros quince minutos después, acabó y se recostó levemente sobre mi cuerpo para no hacerme daño. Le acaricié el pelo y besé su cabeza, enfocándome en su respiración, la cual pasaba de agitada a tranquila.

Definitivamente esto parecía irreal, un sueño.

—Tu cabello huele rico —confesé.

—Gracias —contestó. Él no era de agradecer mucho.

—Quisiera que te quedaras a dormir.

—Puedo quedarme si tú quieres, me gustaría mucho. Estar en mi casa me aburre, y volver a tener que encerrarme en mi cuarto terminará deprimiéndome.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora