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Sam

Sabía que Skyler se encontraría trabajando en el bar hasta tarde. No había vuelto a verla desde lo que pasó con Loren, no porque no quisiera, sino porque no tenía humor de verme con nadie. Prácticamente no salí de la casa, pero sabía que no podía estar así por mucho tiempo, pues no era sano para mi vida, así que, en la noche, tomé la decisión de salir a beber algo al bar de mis hermanos. Ellos estarían allí, menos Chase, quien estaba en casa de nuestra madre, sin ver la luz del sol, avergonzado por todas las cosas que pasaron en los últimos años.

Chase había tenido tiempo de pensar mucho las cosas, esta semana para él fue una pausa literal en su vida. Mamá me contó que, si bien él salía de su cuarto, su mirada estaba perdida y su mente en otra parte, reflexionando todo el dolor que sintió, todas las cosas que le pasaron. Es lo único que mi madre pudo decirme, todos conocíamos a Chase y no es nuevo decir que él era una persona un poco cerrada. Habló con mi madre, sí, pero solo mencionó lo que yo dije, que, para ser Chase, era decir mucho.

Caminé hacia la entrada del bar y me metí, notando la cantidad de personas que había allí. Skyler iba de un lado a otro, estaba un poco apresurada para atender a todos los clientes. Jason estaba igual, atendiendo mesas y algo estresado. Y cómo no. Era fin de semana, obviamente iba a estar repleto.

—¡Viniste! —dijo Zach, estirando sus brazos para abrazarme.

—Sí, sí —lo abracé, pero mantuve un poco las distancias.

—Qué poco afectivo eres —rodó los ojos—. Pensé que bromeabas al decir que ibas a venir.

—¿Cuándo me has visto ser bromista?

—Cierto. Eres un aburrido —sentenció, caminando hacia la oficina, donde seguramente estaba Nate, bebiendo.

Miré una vez más a Skyler, pero ella estaba tan concentrada en lo que hacía, que no notó mi presencia. Jason, en cambio, me observó unos segundos, emitió una especie de sonrisa y me saludó con la mano. Le respondí secamente y seguí a Zach hasta la oficina.

—¿No te parece que es mucha gente para solo dos empleados, Zach? —pregunté.

—Ellos pueden atender a todos.

—Es mucha gente. Están atareados —contesté.

—¿Qué pretendes que haga? ¿Quieres que cierre las puertas del bar y no permita entrar a nadie más esta noche?

—Nate y tú podrían ponerse a atender las mesas también —sugerí.

Pero Zach se burló como si fuese lo más chistoso del mundo.

Vago de mierda.

—¡Mira quién vino! Apareció Sam —comunicó Zach, emocionado.

Nate y Andrew estaban allí, bebiendo un poco.

—Qué bueno que te nos unes, Sam, estamos en un momento importante —dijo. Nate se tapó la cara con las manos y soltó una queja. Andrew lo miró y se rio.

—¿Qué pasa?

—A Nate le gusta Jason.

De inmediato se me formó una sonrisa en la cara. Estos días fueron muy tristes y en los que estuve de mal humor, pero escuchar esto me levantaba el ánimo de cierta forma. Miré a Nate, quien negaba con la cabeza y soltaba otra queja, aún con sus manos tapando su cara.

—¿Es en serio, Nate? —Quise confirmarlo—. ¡Vaya!

—Cierra la boca, Sam —ordenó.

Sonreí.

Atracción destructiva +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora